LRH 29.4.pdf
Documento Adobe Acrobat 162.1 KB

Lenguaje y tiempo histórico en el museo.

 

Eduardo Soto Ruiz.

 

Licenciatura en sociología y Maestría en humanidades en la UAM-I. Profesor en la UPN 153 de Ecatepec y M. en Historiografía por la UAM-A (México).



 

Resumen. En este artículo pretendo hacer un análisis del concepto y objeto museístico desde el punto de vista museológico y museográfico. Parto de la idea, compartida por varios museólogos, de que el museo no es ni ha sido el mismo en todos los tiempos de la historia y la sociedad, por lo que las ideas y representaciones que se tienen de él varían de acuerdo a su historicidad y especificidad. En las siguientes lineas pongo a consideración de los lectores la descripción de un espacio museográfico. Se trata del Museo Dos Estrellas, lugar de la memoria colectiva y la identidad minera del pueblo de Tlalpujahua Michoacán. El objetivo de este ejercicio, consiste en reconocer la importancia del lenguaje histórico en los procesos educativos y comunicativos del museo de historia, así como dejar abierta la posibilidad de nuevas reflexiones e investigaciones museográficas.

 

Palabras clave: museo, cultura, lenguaje, tiempo histórico, historicidad, museografía, museología, identidad, memoria, imagen.

 

Pero, ¿Qué son los museos? ¿Cuál es la importancia de los museos de historia en la educación no formal? ¿Qué tipo de lenguajes y discursos se pueden analizar con los objetos, colecciones, cédulas y contenidos de un museo? ¿Cómo el Museo Dos Estrellas se constituye en un espacio cultural para la enseñanza y el aprendizaje de la historia regional a través de las representaciones de la memoria y la identidad minera?

 

Para responder esas cuestiones he seguido las siguientes fases:

 

1)                 Nivel metodológico, es decir, a través de qué métodos, técnicas, procedimientos de observación, descripción, análisis, experiencia, se puede acceder al conocimiento de la historia en el museo.

2)                    Epistemológico. Qué supuestos lingüísticos, cognitivos e históricos existen detrás de las preguntas sobre el museo.

3)                 Teórico. Investigación museológica y museográfica. Explicación/Interpretación de las salas, es decir, de los elementos constitutivos del museo, espacio museográfico (aspecto teórico y práctico).


Los supuestos que subyacen en las anteriores preguntas son:

Primero. El museo no es sólo un espacio para el resguardo, conservación, cuidado,  protección y defensa de los objetos o colecciones, el museo es un espacio de aprendizaje y comunicación del pasado histórico y cultural de un pueblo o comunidad, razón por la que:

Segundo. El museo es un ente vivo, espacio dinámico que transmite y comunica un discurso histórico a través de una experiencia histórica concreta. Luego entonces,

Tercero. El museo es expresión simbólica del mundo, lenguaje histórico y político de la cultura moderna, en su interior habita el ser material del hombre, su espíritu creador, inventor, su técnica y arte, sujeto a la contemplación estética, la reflexión histórica del pasado, su sentido y significado. En los museos de historia se percibe una poética del espacio, que comunica el tiempo, la memoria y la identidad colectiva.

Cuarto. Pero una cosa es el concepto museo, o sea, su conceptualización, determinación y definición teórica y, otra, un objeto de estudio como el que intento describir en las siguientes lineas, interpretar en tiempo y espacio, a luz de la historiografía y la hermenéutica críticas, disciplinas interdisciplinarias. Así:

Quinto. Este artículo tiene como proposito configurar al museo de historia como idea para los estudios culturales.


           Desde mi punto de vista, los museos son, de acuerdo con la fragmentación de la razón occidental, lugares de la representación del pasado, la memoria y la identidad de un pueblo o comunidad, así como de comunicación y aprendizajes significativos. Para efectos del presente ejercicio, sólo intento definir algunos conceptos generales y específicos referentes a la museología y museografía, así como replantear las hipótesis que me permita reflexionar y reconstruir un objeto museográfico desde el punto de vista teórico y práctico.

 

  

 

El objeto de estudio

            Este artículo es producto de una investigación sobre el espacio que ocupa el Museo Dos Estrellas de Tlalpujahua Michoacán, así como la narrativa que encierra el discurso museográfico. Desde luego, la interpretación de la historia y cultura regional presentes en el Museo de Sitio Tecnológico Minero del Siglo XIX Dos Estrellas, pueden realizarse con las herramientas de la museografía y la historiografía. A través de esas disciplinas se pueden desentrañar las historias, lenguajes, cultura, imaginación, mitos, leyendas, religión, misterios, ciencia, tecnología, etc., de las que esta impregnado el espacio museográfico.

 

             Desde el punto de vista museológico[1], los museos son instituciones de carácter público, espacios culturales cuya función consiste en conservar, proteger, preservar la memoria histórica y el patrimonio cultural de un pueblo o comunidad. Sin embargo, el concepto de museo como espacio para la conservación y el coleccionismo se ha transformado en las últimas décadas. Las investigaciones museográficas[2] más recientes dan cuenta de ello al considerar a los museos como lugares dinámicos inmersos en procesos de comunicación. Es, precisamente, ésta idea la que desarrollo a lo largo de este artículo: el museo como un espacio que comunica discursos históricos e identitarios, pues a través de sus objetos, imágenes, representaciones y documentos, trasmite discursos específicos del pasado de un pueblo o comunidad.

 

En ese sentido, la investigación del museo como espacio de divulgación de discursos historiográficos es sumamente complejo, ya que en la configuración histórica de sus discursos participaron infinidad de personas, instituciones y medios de comunicación (televisión, prensa, radio, Internet, universidades, municipios, el Estado federal a través del INAH, etc.), responsables de lograr la eficacia de los mensajes que el museo representa, que comunica a un público amplio y abierto.

Para que la recepción[3] de los discursos o lenguajes en este caso históricos, tenga eco en el público que visita los museos, debe existir una organización y gestión administrativa y comunicativa flexible con objetivos claros y eficientes. Si los encargados de la difusión y administración del museo no están integrados en un equipo de trabajo, resultará difícil acercar el museo al público que lo visita, de ahí que la incursión en la museografía sea un campo de trabajo interesante al permitir comprender las dificultades para cumplir con los objetivos del museo, de la comunicación de sus discursos historiográficos y de las posibilidades de producción de otros discursos presentes en el museo de historia.

 

Desde esa óptica, se tienen tres ángulos más o menos establecidos para la comprensión del museo: a) como objeto de estudio de la museología, la museografía y la historiografía; b) la interdisciplinariedad en su comprensión, o sea, una reflexión sobre las condiciones de posibilidad de un discurso histórico, es decir, identitario en este caso de la cultura minera,y c) una caracterización del Museo Dos Estrellas.

 

Desarrollo

 

            Una gran parte de museos de México son de sitio [4], es decir, espacios de historia y cultura cuyos recintos tienen su origen en centros ceremoniales, edificios coloniales, conventos, monasterios, colegios, hospitales, casas de grandes artistas o personajes famosos, así como edificios públicos y privados que estuvieron dedicados durante buen tiempo a alguna actividad económica, política, cultural, ideológica, industrial (ésta realizada por los habitantes cercanos a esos lugares, como es el caso que más adelante describo, o de edificaciones o espacios que tienen relación con los bienes y servicios, el medio ambiente, las comunicaciones y tecnologías, actividad geológica, o hasta paleontológica.

 

            Si bien con el tiempo, varios de estos espacios se transformaron en museos u otras instituciones culturales, conservan en su interior objetos que pertenecieron originalmente a sus primeros usos en el pasado, lo que les otorga el carácter de espacios abiertos, interactivos y didácticos promotores de la cultura e historia universal.

 

Desde el punto de vista del discurso histórico, los museos se encuentran articulados a partir de la configuración de tres premisas fundamentales, a saber: a) el discurso como práctica social; b) el discurso histórico como enunciación del contexto; y c) el discurso como medio de comunicación de la memoria histórica. El museo es un medio de comunicación de la memoria, por lo que el análisis del discurso tanto museográfico como historiográfico está determinado por el contexto histórico en que emergió, así como las circunstancias políticas y culturales que enfrentó en el tiempo histórico el espacio museográfico en constante transformación. Desde luego, la  investigación de los museos está delimitada por el espacio geográfico y cultural que ocupan actualmente, así como la temática implícita, sus objetos y colecciones, e imágenes que expone y exhibe en sus salas y murales.

 

El objetivo de este artículo consiste en analizar el discurso museográfico e historiográfico en el Museo Dos Estrellas, apoyado en la identificación de elementos conceptuales propios de la museología y la museografía, entendiendo al museo como institución pública que comunican el pasado y cultura de un pueblo o comunidad, así como su identidad y memoria. En ese sentido, para la comprensión del objeto, resaltó la función comunicativa y social del Museo. Asimismo, he recurrido a la teoría de la imagen como referente en el análisis museológico de los contenidos mineros del Museo Dos Estrellas, el cual tiene que ver con la recepción del museo, es decir, con la manera en que el público percibe su mensaje identitario a través de sus signos, exposiciones, cédulas, catálogos, objetos mineros, colecciones, mapas, videos, películas, fotografías, murales, etc.

 

Ahora bien, tres premisas fundamentan en este artículo el concepto y el objeto Museo. Veamos a continuación cada una de ellas:

 

Primera, la investigación historiográfica sobre el museo tiene un fundamento interdisciplinario, por lo que su comprensión tiene que ver con la ciencia social.

 

Segunda, la interdisciplina es un proceso que no es determinante, sino un campo siempre abierto a la construcción de nuevos saberes y conocimientos, es un proceso dinámico que cambia y se ajusta a las necesidades reales, de ahí el desafío que representa para quienes trabajan con actitud académica.

 

Tercera, a pesar de la amplitud de nuestros conocimientos, derivados de la necesidad de entender otros puntos de vista científicos como parte del proceso interpretativo, si algo nos enseña la interdisciplina son nuestros límites en el propio conocimiento. Por ello, una tarea elemental consiste en crear puentes de entendimiento, de tal forma que independientemente de nuestra especialidad podamos tener una amplia visión del contexto en el que nos desarrollamos.

 

Luego entonces, la reflexión histórica nos lleva, de una u otra manera, a escribir e interpretar la realidad a la luz de la razón y con ello aclarar nuestro pensamiento. Este es màs o menos el sentido que Starobinski[5] dio al arte de la producción de imágenes que, desde el Renacimiento italiano hasta la Revolución francesa, los lenguajes no verbales impusieron a la razón occidental en su devenir moderno, racional e ilustrado. En ese sentido, la preocupación por conocer el pasado a través de las imágenes y representaciones de la memoria, es una de las formas por medio de las cuales los recuerdos del pasado se hacen presentes tanto en la escritura de lo històrico, como a través de la narración audiovisual[6] como técnica de aprendizaje. 

 

           A partir de esta consideración es que las tendencias por restaurar y conservar en el àmbito cultural los espacios que constituyen el patrimonio històrico nacional, tienen sentido por ser parte de nuestro pasado y una necesidad imprescindible. Tanto la arquitectura urbana como los espacios o zonas abandonadas dedicadas en el pasado a la producción industrial y manufacturera, como es el caso, por mencionar algunos ejemplos del Parque Fundidora de Monterrey y de Tlalpujahua, regiones del país importantes por su historia, cultura, industria y comercio; la primera enclava en el estado de Nuevo León y la otra en el estado de Michoacán. Ambas estructuras, como otras, han sido consideradas patrimonio cultural de Mèxico, sitios abiertos para el aprendizaje, diversión y entretenimiento, pues son parte del pasado colonial, poscolonial e industrial, asì como símbolos de nuestra memoria colectiva e identidad nacional.

          

            El museo tecnológico minero siglo XIX dos estrellas de Tlalpujahua Michoacán, objeto de este artículo, es un espacio de la memoria. En él se conserva lo que fue la Compañía minera Dos Estrellas del Oro y Tlalpujahua. Esta es la razón de porque el museo en los últimos años se ha convertido en un espacio de producción cultural[7], aprendizaje, esparcimiento y convivencia social para los habitantes de la región, asì como para el público de otras partes del país y del extranjero que lo visitan. El Museo Tecnológico Minero del Siglo XIX Dos Estrellas, fue decretado museo de sitio en 1998. Actualmente cuenta con macroestructuras destinadas a fines monumentales, asì como infinidad de piezas que formaban parte de los procesos de transformación de los metales preciosos que allì existían y que hoy han adquirido un valor histórico y, sobre todo, museístico.

            

           El patronato a cargo de la administración del museo, agrupados en REMAC, Rescate Ecológico, Cultural y Minero AC. realiza una continua tarea de remodelación arquitectónica y rehabilitación del espacio industrial en  Museo, donde los antiguos talleres industriales y otros edificios ya han sido adaptados a nuevos usos museísticos, sobre todo culturales, como el espacio para la mapoteca y el archivo històrico de la Compañía minera dos estrellas.

 

             A partir de esas consideraciones, intento captar en este espacio la escritura de la historia presente en el museo, así como los lenguajes que comunican su práctica descriptiva-narrativa, o sea, las imágenes del pasado de lo que fue la Compañía minera dos estrellas y su transformación cultural en lo que hoy es el Museo Tecnológico Minero Siglo XIX Dos Estrellas de Tlalpujahua Michoacán. Sin duda, ésta transformación se da en un contexto històrico-político caracterizado por la modernidad[8].

 

            Ahora bien, esta historia es conocida sólo en algunos sectores de la población de Tlalpujahua, sobre todo de los más letrados, no en los grupos de la población rural alejados del centro pese a ser el museo un medio de comunicación[9] de la memoria del pueblo; muchos de sus habitantes desconocen la existencia del museo y la historia del mismo no ha sido suficientemente divulgada y difundida entre ellos, razón por la cual me propuse realizar este ejercicio como parte de un proceso de educación no formal para la comunidad donde se encuentra el museo. La intención es construir un discurso imaginario del pasado minero de Tlalpujahua, a partir del criterio de larga duración propuesto por Fernand Braudel, en el que tanto la museografìa como la historia cultural  tienen forzosamente que ver.

               En este proceso, como anote más arriba, tiene que ver la escritura de la historia como ejercicio de reflexión historiográfica. El territorio de la memoria que comprende ahora el Museo Tecnológico Minero del Siglo XIX Dos Estrellas, es un espacio cultural el cual a pesar de su temporalidad e historicidad sigue vivo y de ello da cuenta la narración audiovisual porque las imágenes son memoria en movimiento. Al respecto la dra. Ma. Inés García Canal, señala:

 

“memorias plurales, múltiples, que se inscriben en los cuerpos, que viven en los nombres, que transitan en el espacio y en el tiempo habitado y compartido, que se inscriben en los afectos, en los anhelos y las esperanzas; memorias que se conjuntan y enfrentan en la producción nunca acabada de un “nosotros”, entendido como el lugar precario de identificación de sujetos que comparten tiempo, espacio, afecciones, prácticas y un horizonte de espera.”[10]

 

             Esta idea es clave para entender porqué en la narrativa histórica y, más propiamente, en la narración audiovisual, es necesario considerar la memoria no sòlo como técnica, método o procedimiento, sino como formato para hacer de la reflexión historiográfica un relato en este caso sobre el pasado de Tlalpujahua a través de su museo y sus grafías. Pero no se trata aquí de un relato totalizador ni mucho menos de una narración sin referencia a las imágenes y representaciones del pasado. Los objetos-colecciones del presente-pasado son los que importa subrayar en este trabajo porque están vivos.

 

            Ahora bien, en este relato sobre la memoria e historia de Tlalpujahua presente en el museo, la minería es la actividad que articula el discurso histórico de lo imaginario, es la acción colectiva que ha dado identidad  a lo largo del tiempo histórico a los sujetos que allí habitan como a quienes ya murieron, pero la minería no se hizo sola, necesito de brazos, agua, herramienta, tecnología, maquinaria, asì como de capital, o sea,  de los signos, símbolos y representaciones del poder económico que la modernidad y el espíritu del capitalismo industrial tejieron para darle vida y sentido al presente-pasado de Tlalpujahua. Con màs de cuatrocientos años de historia, el municipio conserva algunas de sus instituciones e iglesias como símbolo de su pasado colonial y poscolonial.

 

             Desde luego Tlalpujahua tiene, como muchos otros lugares del país, una historia de larga duración hoy rescatada, recuperada en sus museos: el museo Ignacio López Rayón y el Museo Dos Estrellas, ambos en proceso de restauración de sus estructuras originales. Sobre Tlalpujahua y su enclave minero se ha escrito mucho, por ejemplo, el Dr. José Alfredo[11] Uribe Salas, profesor-investigador de la Universidad de San Nicolás en Morelia Michoacán, se ha dedicado, por más de una década, a investigar la historia e industria minera de Tlalpujahua abonando al conocimiento científico de lo que fueron la Compañía minera Dos Estrellas de Tlalpujahua Michoacán.

            La historia de esta región abarca un largo periodo de más de cuatrocientos años que va desde la época prehispánica, pasando por el periodo virreinal, la independencia, el periodo de la lucha armada, su etapa como cooperativa en 1938, hasta su liquidación en 1959 y, por último, su conversión en el museo de sitio. Con la mina Dos Estrellas, la historia de Tlalpujahua cambia radicalmente al ser descubierta en 1898 aproximadamente en la montaña de la Somera la veta Verde, cuyo contenido en oro y plata despertó la ambición de Francois Joseph Fournier, ciudadano franco belga que había llegado a México después de exitosas incursiones en grandes empresas como la que construyó el ferrocarril de Canadá y el canal de Panamá. “Este descubrimiento fue punto de arranque para el establecimiento de la compañía Minera Las Dos Estrellas,  que marcó un hito en la historia de la minería en México y en el mundo, durante las dos primeras décadas del siglo XX”[12]

          Según lo atestigua la placa inaugural colocada a la entrada del Socavón principal en el sitio que ahora ocupa el Museo Tecnológico Minero del Siglo XIX, la Compañía minera dos estrellas se inauguró el 27 de diciembre de 1899, siendo el primer gerente el mismo Francois J Fournier. La compañía de las Dos Estrellas fue la màs avanzada en su tiempo en cuanto a tecnología y administración, integración, pues no sólo se extraía el metal, allì mismo se realizaban la valoración, trituración, molienda, separación, fundición, para lo cual contaba con todos las instalaciones eléctricas, maquinaria, herramientas, fuerza motriz, laboratorio de prueba hasta el producto final que era las barras de oro y plata. Durante varios años todo lo que fue el emporio de las Dos Estrellas quedó en el más completo abandono, gran parte de patrimonio, terrenos, vías, maquinarias, mobiliario, etc. fue objeto de enajenación a precios irrisorios para pagar los compromisos financieros e indemnizaciones a los trabajadores, su valioso archivo se perdió y en general se produjo el saqueo y la rapiña quedando del anterior esplendor solo ruinas.

              Fue por iniciativa y visión del artista plástico Gustavo Bernal Navarro, oriundo de Tlalpujahua y ante la posibilidad de lo que habría quedado de la Dos Estrellas fuera a pasar a manos privadas, se decidió la creación de este museo, que es ahora un símbolo de lo que debe ser el compromiso por conservar el patrimonio y la memoria histórica del lugar y para mostrar a las siguientes generaciones lo que los trabajadores mineros aportaron a la vida nacional. El museo dos estrellas nos permite observar la distancia que existía entre la opulencia de sus dueños y la miseria de sus trabajadores a los que las enfermedades como la tuberculosis, la silicosis, la desnutrición y enfermedades respiratorias hacían estragos, además de los continuos accidentes de trabajo, los bajos salarios y casi nula protección social y laboral.

 

            Sin duda, la actividad minera de Tlalpujahua tiene sus orígenes antes del porfiriato, se remonta a la época prehispánica, según Carlos Herrejon, en su Monografía de Tlalpujahua,  los antiguos mexicanos desde antes de la Colonia ya extraían de allí algunos metales preciosos. Pero fue durante la época colonial que la mayor parte de los metales preciosos fueron explotados por los españoles. En la independencia también la actividad minera de Tlalpujahua fue un factor determinante, de sus filones salió el metal para armar y solventar los gastos de los grupos de insurgentes que allí moraban, quienes lucharon contra los gachupines comandados por Ignacio López Rayón, un criollo abogado y defensor con algunas reservas, de la causa de Hidalgo. Sin embargo, fue hasta el porfiriato que la minería adquirió el carácter de industria capitalista, y así se desarrollo por más de treinta años que duro el proyecto de la Compañía minera Las Dos Estrellas, dirigida por Francisco Fournier, un francés aventurero dotado de cierta inteligencia que supo encontrar la veta Verde, la cual representaba para entonces el oro y la plata del mundo. Con la ayuda del gobierno de Díaz y de los inversionistas de su país, Fournier supo hacer lo que hizo: una empresa capitalista, la màs importante de Mèxico en los años gloriosos del porfiriato. Si bien no se trata aquí de hacer una descripción densa del museo al estilo de Geertz, me gustaría señalar algunas ideas metodológicas sobre este caso, en base a las consideraciones teóricas de ese autor.

 

            Geertz en descripción densa, (Gedisa, 1997), desarrolla una teoría interpretativa de la cultura desde una concepción de  la antropología simbólica, la cual puede ser empleada en este caso. Para Geertz, la explicación interpretativa es explicación y no glosografía exaltada o imaginación en libertad; lo que se necesita no es renunciar a metáforas posibles, sino revitalizar nuestros mecanismos de comprensión y nuestra sensibilidad incorporando nuevas analogías. Aunque Geertz no atiende directamente con su disertación a un discurso historiogràfico, es evidente que a través de la etnografía, de su método de observación y descripción rigurosa, podemos arribar a la historiografía como disciplina del conocimiento de lo histórico.

            En ese sentido contribuye también la Antropología cultural, la cual con su recurrencia a la cultura[13], sus símbolos, signos, lenguajes, manifestaciones no verbales, esto es de imágenes visuales y audiovisuales, la historiografía construye por medio del relato y el discurso histórico un documento que puede representar la memoria, el pasado de un pueblo o comunidad. De acuerdo con Geertz, la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significados. Por consiguiente, la cultura no busca ser la explicación sino la interpretación de expresiones sociales que son enigmáticas en la superficie. Semejante pronunciamiento contiene una manera de comprender y explicar el fenómeno de la cultura en un nivel de abstracción y complejidad constantes, puesto que la cultura es una producción infinita de sentidos y significados.

 

            Asímismo, Geertz sabe que la antropología como ciencia tiene como fin hacer etnografía, lo cual equivale al análisis antropológico como forma de conocimiento. Sin embargo, reconoce también que esta actitud científica no es una cuestión de métodos.

 

“Hacer etnografía es establecer relaciones, seleccionar a los informantes, transcribir textos, establecer genealogías, trazar mapas del área, llevar un diario, etc. Pero no son estas actividades, estas técnicas y procedimientos lo que define la empresa. Lo que la define es cierto tipo de esfuerzo intelectual: una especulación elaborada en términos de descripción densa”[14]

 

              Por consiguiente, la descripción densa es un ejercicio de interpretación de interpretaciones de datos de otras personas, situaciones, ritos, costumbres, o cualquier otra cosa que tenga relación en el tiempo y espacio y que podamos ser capaces de comprender; se concibe más desde el punto de vista de la  investigación antropológica como una actividad de observación y menos como la actividad de interpretación que en realidad es. Para el caso del museo tecnológico minero siglo XIX dos estrellas, la descripción es útil y necesaria, en cuanto representa un esfuerzo por comprender al museo como medio de comunicación de la historiografía regional de Tlalpujahua Michoacán. En cualquier caso se trata de la investigación de un objeto de estudio cuyas relaciones y estructuras conceptuales son complejas, muchas de las cuales están superpuestas o enlazadas entre si, estructuras que son al mismo tiempo extrañas, irregulares no explicitas, las cuales hay que captar primero y explicar después.

 

Ahora bien, si la etnografía consiste en hacer descripción densa, ¿qué relación guarda con la cultura y el museo de historia?

 

                Sin duda, la antropología simbólica està implicada en esta relación, pero lo complicado es que esta relación es compleja, no determinada y abierta a una posibilidad infinita de significados del pasado, imágenes de un proceso de producción y conocimiento en el que interviene la comprensión para significar su significado. Son relaciones hasta cierto punto extrañas porque hasta el comportamiento de los mismos sujetos parece misterioso y extraño porque el hombre originalmente lo es. Considerada la cuestión de esta manera, en el museo dos estrellas está presente como posibilidad el universo del discurso humano. Desde luego, no es esta su única finalidad, también aspira a la instrucción, al entretenimiento, a la reflexión histórica y éste es su principal mérito porque con ello contribuye al progreso moral de la comunidad y a descubrir el orden natural de la conducta humana [15].

 

               En el contexto histórico de Tlalpujahua, la cultura del museo aparece como concepto semiótico, es decir, como sistema de interacción de signos interpretables, entidades que representan acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales. En ese sentido, es un hecho que la cultura que la describe es real o, mejor dicho, se trata de grupos reales: familias, grupos, objetos, misterios, que pueden ser verificados o no por la historia o la etnografía. La cultura es una forma operante de vida, es decir cumple una función social en un sistema simbólico, porque es parte de los sistemas sociales. Además, la cultura de Tlalpujahua existe en el tiempo, es temporal, y de ahí también la infinita producción historiográfica producida sobre ella por historiadores, sociólogos y antropólogos. Ambos han escrito diferentes discursos sociales, los han puesto a consideración de lectores críticos e investigadores de la cultura, la ciencia y la filosofía. Al hacerlo se apartaron ya de cierta tradición, del hecho pasajero puesto que sus obras son consultadas por académicos y por el público en general.

 

            En tal caso, corroboramos que la escritura; el ejercicio y práctica de escribir y reescribir el pasado, de reflexionar sobre él, es expresión de cultura porque el etnógrafo al igual que el historiógrafo escribe pero también observa, registra, analiza, interpreta, etc. A esto hay que agregar que la descripción etnográfica, más que ser interpretativa desde el punto de vista práctico, es microscópica, lo cual significa que se trata también de objetos de estudio de la cultura específicos como el poder, la fe, el trabajo, la belleza, el amor, la pasión, la opresión, el cambio, o sea, que no se trata solamente de observar fenómenos o realidades, sino de cómo comprenderlos a partir de las mentalidades, esquemas o estructuras culturales, y si estos se ajustan a modelos especializados o científicos que constituyan lugares  de estudio y no sòlo objetos de conocimiento histórico.

 

            De acuerdo con Geertz, no se trata de un problema metodológico de las ciencias sociales, sino de interpretar el problema de la cultura, el cual consiste en cómo comprender el pasado a partir de una formulación teórica, que plantea una descripción densa sobre cualquiera de los conceptos que trata la cultura como teoría de la interpretación de las dimensiones simbólicas de la acción social del hombre. Es precisamente en esta dimensión simbólica que se encuentra el museo tecnológico minero siglo XIX dos estrellas de Tlalpujahua Michoacán.

 

Veamos que tan valida es esa afirmación.  

 

             El museo tecnológico minero siglo XIX de Tlalpujahua Michoacán, consta de 16 salas distribuidas en un espacio de poco más de 4500 m2. Es un Museo de sitio ubicado en la zona oriente del estado de Michoacán. Extiende su área de conservación y restauración de objetos, vestigios, testimonios y fuentes históricas de lo que fue la mina dos estrellas, la compañía minera más productiva de oro y plata del país durante la última fase del porfiriato hasta la primera mitad del siglo XX. Son 16 espacios destinados a la reconstrucción de la memoria minera de esa región, concentra objetos distribuidos de acuerdo con algunos conceptos y criterios artísticos, como el de considerar el museo obra de arte, obra histórica que Gustavo Bernal Navarro [16] nativo de Tlalpujahua, ha tenido a bien considerar para el rescate del espacio minero convertido en museo de sitio a partir de 1998. En las 16 salas que constituyen hasta hoy el espacio museístico, los contenidos históricos, fuentes del pasado y referentes de la memoria de lo que fue la mina dos estrellas, aparecen más o menos de la siguiente manera. La experiencia de más de 10 años de trabajo y esfuerzos sistemáticos de recuperación, restauración y conservación del pasado de la memoria de la industria minera de Tlalpujahua, se encuentran concentrados en el museo como parte del acervo cultural del mismo”[17]. En las instalaciones semiabandonadas y saqueadas de lo que fue la mina “Dos Estrellas”, se estableció el museo tecnológico minero siglo XIX abierto al publico desde el 31 de marzo de 1998. Es el primer museo minero de sitio del estado, su espacio comprende 4.5 hectáreas de terrenos remanentes, ubicados en la ladera poniente del cerro de Somera. El mismo Bernal ha señalado la importancia del museo en la transformación cultural de Tlalpujahua[18].

 

            Las instalaciones del museo que han sido restauradas, en su mayoría corresponden a la antigua súper intendencia de mina. En éste espacio se encuentra el almacén donde se guardaban piezas que se requerían para el funcionamiento de la mina (focos, lámparas, tornillos, castos, guantes, picos, carretillas, palas, etc.); una sala dedicada a la mapoteca (mapas topográficos, cartográficos, geológicos, mineros), otra sala dedicada a las oficinas de ingeniería, donde se elaboraban las rutas de los socavones y los tiros, una sala mas de oficinas administrativas donde se llevaba la contabilidad, la administración, pago de nomina de los trabajadores; 3000 de ellos aproximadamente recibían de $1.5 a $2.5 pesos a la semana y otros 2000 empleados más que recibían de $4.50 o más quienes trabajaban como  ingenieros, administradores, gerentes, vigilantes, jefes de talleres, guardias, en un costado de las antiguas oficinas de la gerencia, se encuentra una pequeña biblioteca con documentos históricos de la región del Oro, Tlalpujahua y Angangueo. En la parte inferior del museo, se encuentra otra sala dedicado al revelado fotográfico, donde se localiza  la cafetería,  venta de artesanías, libros, revistas, suvenir y plantas cultivadas en un pequeño invernadero perteneciente a la mina. Desde su apertura en 1998 hasta la fecha, el acceso al museo ha sido gratuito y se mantiene por donaciones voluntarias y apoyos eventuales de instituciones o personas visitantes. En sus primeros 10 años de existencia, el museo tecnológico minero Siglo XIX  destino un espacio como galería de arte. En ella se han realizado exposiciones de pintura, conciertos de música (piano, violín, guitarra), obras de teatro, cursos de fotografía, conferencias, seminarios etc. Por ultimo, podemos encontrar una sala en la que se exhiben una variedad de cristos donados  por familias del municipio de Tlalpujahua. Esta sala es representativa del culto y la fe católica y cristiana de los tlalpujahuenses, la gran cantidad de imágenes de cristos crucificados da cuenta de ello.             La experiencia de 15 años de trabajo y esfuerzos sistemáticos de recuperación y restauración de la mina dos estrellas en el Museo Tecnológico Minero del Siglo XIX Dos Estrellas, ha consolidado desde una concepción progresista del arte y la vida comunitaria, un proyecto integral para el patrimonio cultural del municipio como eje articulador del desarrollo económico y cultural de Tlalpujahua. Con la consolidación del proyecto del museo, sin duda, se allanará el camino hacia el proceso de rescate de la belleza urbanística y arquitectónica de Tlalpujahua; con ello se facilitara la recuperación de su patrimonio arquitectónico, que, como parte de su patrimonio cultural e industrial, en el cotro tiempo se tendrán que restaurar. También la preservación ecológica, limpieza sanitaria, conservación de tierras, bosques, presas, flora, fauna y zona de protección de la mariposa monarca, la organización artesanal de sus habitantes en la cerámica, la carpintería, la cantera, la esfera navideña, el ecoturismo y próximamente la creación del museo geológico, etiológico, arte religioso y virreinal, la creación de los archivos histórico-regional “el Oro Tlalpujahua y Angangueo” y, finalmente, el establecimiento de una radio difusora la televisión cultural enriquecerán el proyecto cultural que el museo de sitio ha comenzado.

           Como me señañó Bernal, en una de las últimas entrevistas: el museo es una obra de arte, una obra histórica, fuente de historia, archivo de documentos, de imágenes de la memoria minera, desarrolladas en el tiempo por tres naciones europeas que en el tiempo histórico asumieron su temporalidad con México: (España, Inglaterra, Francia y Alemania), naciones que en pleno siglo XIX constituyeron en México verdaderos enclaves mineros, dueños y señores como ningún otros en un país ajeno al que ellos hicieron propio (Bernal, entrevista, 2012).


Fuentes de consulta

 

Bolaños Maria. La memoria del mundo. Cien años de museologìa 1990-2000, Ed Trea, Madrid, 2002, 413 pp 

 

García Canal María Inés. “Meditaciones sobre las memorias de la otredad”, en III Coloquio internacional UAM-EHESS: Territorios de la memoria, en Cause, boletín informativo de la UAMX., año 7, num. 13, noviembre de 2009, pp. 16-17

 

Haskell Francis. History and its images. Art and the interpretation of the past, Yale University press, pp. 128-158

 

Hooper-Greenhill Eilean. Los museos y sus visitantes, Ed Trea, Madrid, 1998, 254 pp.

 

Lefebvre George. El nacimiento de la historiográfia moderna, trad. Alberto Méndez, Ed. Martínez Roca, Mèx., 1985, pp. 115-130

 

Ortega y Medina Juan Antonio. Sección II, “sobre la tarea del historiógrafo”, en Teoría y crítica de la historiográfia científica alemana, Ed. UNAM, Mèx., 1981, pp. 95-117

 

Peña Limón Vicente. Narración audiovisual. Investigaciones, Ed. Laberinto, Madrid, 2001, 176 pp.

 

Ricoeur Paúl. ¿Qué es un texto? en Historia y narratividad, Barcelona,  Paidos, 1999

 

Starobinski Jean. Los emblemas de la razón, trad. José Luís Checa Cremades, Ed. Taurus, Madrid, 1988, pp. 7-129

 

Uribe salas José Alfredo. Historia de la minería en Michoacán, Colegio de Michoacán, 2001

 

Vergara Luís. Paúl Ricoeur (1913-2005), en “historia y grafía”, UIA., num. 24, 2005, pp. 252-258

 

Gobierno del estado. Mina las Dos estrellas. Testimonios subterráneos, Colegio de Michoacán, 2007

 

Witker, R. (2001). Los museos, CNCA., Ed. Tercer Milenio, Méx.

 

 



[1] Se entiende por  museología, según George Henri Riviére, la ciencia del museo, estudia la historia razón de ser de los museos, su función en la sociedad, sus peculiaridades, sistemas de investigación, educación y organización. Por museografía, según el mismo autor, se entiende el estudio del museo en si, su interés esta dirigido a su extensión de la vida del museo, su funcionamiento y finalidad, así como al uso de la descripción de sus contenidos.  Fernández Alonso L. Museología teoría y práctica. Introducción.  Ed. Trea

[2] En España es donde en las últimas décadas, se han generado investigaciones museográficas de una calidad sorprendente. En México sobresalen las investigaciones sobre museos de la Escuela de Restauración de la ENAH y de la UAM Xochimilco del Dr. Lauro Zavala.

[3]La recepción es el conjunto de mensajes que atiende un público en un espacio abierto y de comunicación.  

[4] En México más del 40% de los museos son museos de sitio, o sea, lugares de la memoria y la identidad, destacan los museos arqueológicos, de historia, que se encuentran en los centros ceremoniales, los etnográficos, antropológicos,  el resto son museos  regionales, de próceres, de cultura, de ciencia, industria, tecnología, economía, papalote, tolerancia, arte, municipales, públicos, privados, etc.  (Cf. Museos de México, CONACULTA)

[5]Starobinski desarrolla una excelente idea sobre el arte de las imágenes a partir de 1789, año en que la revolución francesa, la primera revolución burguesa de Occidente da inicio al proceso de emancipación cultural de la sociedad feudal en la que la nobleza se recreaba. (Cfr. Starobinski Jean. Los emblemas de la razón, Ed Taurus)

[6]La narración audiovisual, entendida como una de las múltiples formas de manifestación de la categoría principal imagen, es, ante todo, texto,  y como tal, es representación de las experiencias naturales y mentales. Por lo tanto, la narración audiovisual es realidad, es decir, realidad representada (manifestación textual, pero realidad al fin y al cabo. (ver: Peña Limón Vicente. Narración audiovisual Investigaciones, Ed. laberinto, p. 23)   

[7]Tal como señala Eilean Hooper-Greenhill los museos y las galerías de arte de todo el mundo se están renovando. Están apareciendo nuevas formas d e museos, nuevas formas de trabajar con objetos, nuevas actitudes hacia las exposiciones y, sobre todo, nuevas formas de relacionarse con ele publico de los museos. (ver: Hooper-Greenhill E. Los museos y sus visitantes, Ed. Trea, p. 23) 

[8]Es muy difícil circunscribir el origen del museo a los procesos progresistas o vanguardistas que la modernidad cultural trajo consigo a principios del siglo XX, lo cierto es que el museo tiene un significado polisémico como todos los objetos con los que la época moderna tiene que ver como expresión de sus sentido y significado. Cosa parecida sucede con el cine, la radio y la televisión. Pero eso es lo que hace interesante el discurso comunicativo y su proliferación o producción cultural, ya que es “esa fragmentación de la razón lo que hace indispensable lo que llamamos divulgación, termino por el cual entendemos el hacer accesible al hombre común, a la masa, las observaciones que la sociedad produce de sí misma mediante sus subsistemas diferenciados. Esta función de divulgar la encontramos, de manera privilegiada, en los medios de comunicación masivos…”

[9]Originalmente esta idea surgió de una lectura del maestro Álvaro Vázquez Mantecon en el primer seminario de divulgación de la historiográfia, titulada “la divulgación de la historia como problema historiográfico, publicada por la UAMA., 2002, en la que el autor señala la importancia de la divulgación como ejercicio complementario a la escritura de la historia.  Pero esta divulgación de la razón de los medios de comunicación, se da desde el momento en que la modernidad reaparece con mayor violencia anunciando la ruptura con el pasado, con ciertos saberes disciplinarios como el de las ciencias sociales y la historia. En la modernidad ya no son las razones de las ciencias las que validan el conocimiento de la vida cotidiana, sino los medios de comunicación de masas los que observan con mayor precisión el comportamiento social de los fenómenos y grupos sociales, asì como los conflictos políticos que la sociedad civil y el estado generan. (Cfr. Vázquez M. Álvaro. Op. Cit.)        

[10] Bustamante Escauriaza Mario. María Inés García Canal. Disertaciones sobre las memorias de la otredad, tercer coloquio internacional, UAM-EHESS. Territorios de la memoria, en “Cause”,  Boletín  informativo de la UAMX., pp. 16-17 

[11] Uribe Salas José Alfredo. Historia de la minería en Michoacán, Colegio de Michoacán, 2001 y Atlas Cartográfico del distrito minero el Oro-Tlalpujahua, por Pedro Corona Chávez y José Alfredo Uribe Salas, COECYT .2002, entre otros materiales de inigualable valor académico.

[12] Uribe Salas J. A. Op. cit.

[13]La idea de Geertz esta en torno al concepto de cultura, la cual nació por decirlo de alguna manera con la disciplina de la antropología. Pero la cosa no es fácil de comprender, sobre todo por que el concepto de cultura es polisemico, la cual se puede entender como: 1)”el modo total de vida de un pueblo”; 2) ”el legado social que el individuo adquiere de su grupo”; 3) “una manera de pensar sentir y creer” 4) “una abstracción de la conducta” 5)”una teoría del antropólogo sobre la manera en que conduce realmente  un grupo de personas”; 6) “un deposito de saber almacenado” (ver: C. Geertz. Op. Cit., p. 9)

[14] Geertz C. Op. cit. p. 19

[15]la idea de la creación del museo tecnológico minero siglo XIX dos estrellas de Tlalpujahua, le vino a Gustavo Bernal en su visita a Francia a finales de la década de los 80`s, en donde se encontró en Paris con la esposa de Malraux, el autor de la condición humana, para quien los museos son formas de orientación histórica y afectiva, productos de la imaginación creadora, en las que se acepta el hecho, en absoluto banal, de que los restos del pasado o de otras civilizaciones merecen conservarse como tales, una vez constatada su alteridad con respecto a nuestro presente o a nuestras tradiciones. (Ver: Bolaños María. La memoria del mundo, p.299)

[16] Bernal Navarro Gustavo, pintor y político michoacano, creador y director del museo  “mina museo de las dos estrellas”, Atlas Cartográfico del distrito minero el Oro-Tlalpujahua, por Pedro Corona Chaves y José Alfredo Uribe Salas, COECYT  p. 39

[17]En las instalaciones del museo, se encuentra una sinopsis gráfica de lo que fue la mina “Dos Estrellas”. Allí encontramos fotografías, timbres postales, pedazos de diferentes tipos de minerales en su estado natural, fósiles, documentos oficiales, libros de contabilidad, nominas de los trabajadores, equipo de oficinas, cajas fuertes, herramientas e instrumentos de trabajo: lámparas, cascos, palas, martillos, etc. (Entrevista realizada el  23 de marzo de 2010 en la casa de Gustavo Bernal, Municipio de Tlalpujahua Michoacán.

[18] “A lo largo del tiempo, la historia minera, la minería es un fenómeno en transformación que ha alterado las relaciones entre los hombres y las mujeres del lugar por la influencia y contacto con los materiales y recursos con los que se trabajaban y trabajo la mina durante más de medio siglo. El concepto de la historia de la región y su relación con el uso y transformación del espacio económico en e espacio cultural tiene que ver con una concepción de la historia estrechamente unida a la historia política, religiosa, metalúrgica y minera de Tlalpujahua. Continuación de la entrevista 

LA RAZÓN HISTÓRICA. REVISTA HISPANOAMERICANA DE HISTORIA DE LAS IDEAS

¿Quiénes somos?. 409 AUTORES y 60.000 LECTORES

Impacto: en el Índice Google Scholar Metrics y con ICDS 7.6 en MIAR

Calidad: en el Emerging Sources Citation Index de Thomson-Reuters con JCI 0.25

Difusión: reconocida internacionalmente por DOAJ y ERIHPLUS

Búsqueda en la Revista

Números publicados [2007-2024]

Nº 60. SOBERANÍAS

Nº 59. MUTACIONES FACTIBLES

Nº 58. HISTORIA Y JUSTICIAS

Nº57. CONQUISTAS

Nº56. LECCIONES

Nº55. PALABRAS CONFLICTIVAS

Nº54. DEFINICIONES HISTÓRICAS

Nº53. ROSTROS HISTÓRICOS

Nº52. LUCES Y SOMBRAS

Nº51. MIEDOS PASADOS Y PRESENTES

Nº50. DINÁMICAS HISTÓRICAS

Nº49. CAMBIO Y CONTINUIDAD

Nº48. SENTIDO COMÚN

Nº47. PASADO PRESENTE

Nº 46. LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Nº 45. LA RESPONSABILIDAD

Nº 44. EL CONFLICTO

Nº 43. LOS VALORES

Nº 42. SER HUMANO

Edición

Garantía de Calidad

Diseño y comunicación

Colaboración

En la red

Libros de la Colección

Servicios de interactividad con el lector.

Atención: Los campos marcados con * son obligatorios.