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Guerrilleros de Cristo Rey: El brazo armado de la extrema derecha  en los primeros años de la Transición

 

Miguel Madueño Álvarez

 


Licenciado en Historia (UNED). Especialista en Historia Militar (IUGM). Máster en la España Contemporánea en el Contexto Internacional (UNED) (España).

 

 

Resumen:

Los Guerrilleros de Cristo Rey fueron una serie de individuos y grupúsculos que protagonizaron numerosos actos violentos durante la Transición.  A pesar de no tratarse de una organización al uso con una estructura y liderazgo definidos, los Guerrilleros de Cristo Rey se convirtieron en el brazo armado de la extrema derecha y sus acciones fueron instrumentalizadas por sectores de la derecha inmovilista, por las Fuerzas de Seguridad del Estado e incluso por los medios de comunicación.

Su famoso grito de guerra “¡Viva Cristo Rey!”  y su cercanía a la violencia supusieron que pronto fueran uno de los mayores baluartes del terrorismo vigilante y uno de esos actores secundarios manipulables y manipulados  que protagonizaron la transición española.

Palabras clave:

 

Abstract:

The Guerrilleros de Cristo Rey were a special group who carried many violent acts out meanwhile the Transition. In spite of not being an official organization with its own structure and leadership, the became in the extreme right´s armed wing. Its actions were instrumentalized by the fixed asset right sectors, by the state security also by the Media.

Its famous war cry “Viva Cristo Rey” and the fact of being closed to the violent suppose that they become a bulwark of vigilant terrorism. They also constituted as a manipulable secondary actor they stayed the Spanish transition.

Key words:

Guerrilleros- Transition- Vigilant terrorism-Extreme right

 

 

 

 

Introducción   

                                                                                             

Los Guerrilleros de Cristo Rey (en adelante GCR) fueron una serie de individuos y de grupúsculos que actuaron amparados bajo las mismas siglas, con ideología de extrema derecha, presentes en buena parte de la transición española y que reivindicaron una serie de actos violentos con un doble objetivo: el de preservar el espíritu del 18 de julio y el inmovilismo político, y el de atacar cualquier síntoma de cambio democrático y signo ideológico contrario a los que ellos defendían.

Los GCR se convirtieron en un símbolo durante los años de la Transición, especialmente en aquellos primeros momentos del postfranquismo (1975-1977), donde su actividad estuvo más presente. A pesar de ello, realizar un estudio de los GCR es una tarea que debe afrontarse teniendo en cuenta la falta de información, tanto a nivel historiográfico, ya que existen pocos trabajos académicos que lo traten de forma explícita, así como a nivel documental. La mayor información sobre este grupo de extrema derecha está en la prensa de la época, pero al tratarse de prensa no puede considerarse una verdad absoluta, especialmente si se tiene en cuenta que se trataba de prensa aún sometida, en parte,  a las instituciones franquistas.

Otra importante fuente son las agencias como EFE y Cifra, que proporcionaban información sobre las diligencias policiales y judiciales y mucho más importantes serían los propios expedientes policiales de los encausados y abiertos al público transcurridos veinticinco años del fallecimiento del expedientado.

En este trabajo, se tratará de arrojar algo de luz sobre quienes fueron los GCR y que representaron en un momento como la Transición. La principal hipótesis de este trabajo es la manipulación a la que se vio sometida la actuación de este grupo violento. Si bien es cierto que los individuos que lo formaron y los actos que cometieron fueron de naturaleza violenta, cabe preguntarse en qué medida fueron manipuladas sus acciones tanto por una derecha a la que le interesaba parecer más de “centro”, a una izquierda que se legitimaba  por la existencia de los extremismos de derechas y a unos cuerpos de seguridad del Estado que se veían desbordados por la lucha contra los grupos terroristas de extrema izquierda: GRAPO y FRAP e independentistas: ETA, así como por el miedo a la movilización de células comunistas.

 

 

 

Guerrilleros de Cristo Rey                                                                  

 

Parece claro que los GCR fueron un “grupo” o varios grupúsculos de individuos que actuaron de una manera independiente y que ejercieron la violencia de forma más o menos indiscriminada contra lo que ellos consideraban el enemigo, reuniendo las características comunes al terrorismo de extrema derecha[1]. Nada parece indicar que se tratara de una organización con una estructura y unos objetivos comunes, sino más bien una serie de individuos que actuaron de manera aislada y entonaron como denominador común el grito de “¡Viva Cristo Rey!”.

La cara visible de los Guerrilleros, Mariano Sánchez Covisa, manifestó en alguna ocasión que no era líder de ninguna organización porque no existía tal organización[2].  El Delegado Nacional de la Juventud  por aquél entonces,  opinaba igualmente que no eran más que un puñado de individuos que se reunían en los bares[3], y en otra ocasión en la que fue preguntado en la publicación Hoja del Lunes, Covisa  manifestó que no tenían ni organización ni plan de acción y que simplemente actuaban dónde era necesario hacerlo [4].

Sin embargo, era algo corriente referirse a Mariano Sánchez Covisa, y siempre  añadir la coletilla: “dirigente de los guerrilleros de Cristo Rey” o “supuesto dirigente”[5]. Dirigente o líder llevaba implícito, no obstante, que existía una organización detrás a la que liderar o dirigir, algo que él había negado y que parece suficientemente demostrado. La prensa se empecinó en convertirle en el líder de los GCR, algo que él mismo, a pesar de las matizaciones que se han referido, terminó aceptando.

Es posible que la prensa obedeciera a intereses políticos y que fuera beneficioso para muchos sectores que existiera un grupo organizado y violento de extrema derecha al que poder acusar y manipular dependiendo de los intereses del momento. La prensa utilizó los testimonios de Sánchez Covisa en los que acusaba al Gobierno de responsabilidad en los sucesos violentos de la Semana Negra [6],  despertando la simpatía del ciudadano hacía el que sufrió el ataque, es decir, al Gobierno, mucho más si el ataque provenía de la extrema derecha más violenta.

Esta idea se refuerza con la denuncia que presentaron los abogados de una compañía teatral de Gijón en la que añadían que los GCR era una “organización extremista que el Gobierno toleraba”[7]. Esa tolerancia es equiparable a la que se mantuvo con la publicación y partido político Fuerza Nueva, muy molesta y crítica con el Ejecutivo, pero que al mismo tiempo daba una visión más moderada del Gobierno [8].

Los GCR tuvieron un objetivo claro: desestabilizar cualquier intento de cambio en España, que supusiera el fin del franquismo del 18 de julio. Estos objetivos fueron defendidos a través de una serie de actos violentos que en algunos casos se mezclaron con el terrorismo y que provocaron no obstante, víctimas mortales y numerosos heridos graves.

Los objetivos de los GCR fueron actuar dónde fuera necesaria su presencia y así lo manifestó Sánchez Covisa en las diferentes entrevistas que concedió a los medios. En Der Spiegel defendía sus acciones como “justas” y añadía que los GCR sólo respondían a las provocaciones de sus adversarios[9].

Covisa admitía también que los GCR eran tan sólo patriotas que ejercían la acción donde aquellos que debían hacerlo no lo hacían, en clara alusión a las fuerzas del orden público[10].

No obstante, los planes de los Guerrilleros tuvieron, dejando a un lado la violencia en sí misma, objetivos políticos y por eso en muchas ocasiones sus actos pasaron de ser meras reyertas a convertirse en terrorismo.  Pretendían defender las Leyes Fundamentales y los Principios del Movimiento de un modo directo y ejerciendo la violencia, considerada por estos como necesaria, ya que era la única forma de luchar contra las reformas políticas puestas en marcha en España[11].

Además de éste objetivo, los GCR llevaron a cabo una lucha antiterrorista contra  ETA, al igual que hicieron otros grupos de extrema derecha como el Batallón Vasco Español (BVE) o el Anti Terrorismo de ETA (ATE). La lucha no fue directa contra la banda terrorista sino destinada contra ciudadanos vascos familiares de terroristas de ETA, simpatizantes o independentistas reconocidos. Agredieron, amenazaron e incluso ametrallaron comercios vinculados a simpatizantes de ETA y se estima que hasta junio de 1975 se pudieron llevar a cabo unas 60 acciones de este tipo[12].

Esto podría responder a un terrorismo vigilante, aunque no se ha podido demostrar la vinculación directa del Estado con los GCR ni con otro grupo antiterrorista entre 1975 y 1977. Si se dieron casos de acciones directas contra terroristas en el sur de Francia o País Vasco francés, como puede verse en notas informativas  donde se declaraba que los fascistas españoles bajo la denominación de GCR estaban actuando en territorio francés. Así lo planteaba el ministro francés Poniatowski, mezclando en las acciones a policías españoles[13].

Se podría añadir a los objetivos políticos que trataban de desestabilizar las reformas políticas y a los antiterroristas contra ETA, otros de tipo moral que obedecerían a objetivos personales de los distintos guerrilleros y que parecen mostrar una mayor espontaneidad, como los ataques contra librerías opuestas a su ideología, a quioscos que vendían material pornográfico o a locales dónde según ellos se reunían individuos que no representaban lo que ellos defendían, como los intelectuales del Café Gijón.

                                                                                 

Currículo de violencia    

 

Los GCR contribuyeron a crear un ambiente violento y de crispación en los años de la Transición como uno de los  brazos armados de la extrema derecha y lo hicieron en muchos ámbitos, desde los meramente  violentos y anecdóticos hasta los criminales y terroristas.

A continuación se analizarán sólo algunos ejemplos de su actividad.

Las amenazas fueron una pieza clave en las acciones de los GCR y se pueden encontrar numerosos ejemplos de estas.

En junio de 1975 se llevaron a cabo amenazas contra un farmacéutico de Gijón mediante pintadas en las que podía leerse “morirás” y firmaban los “Guerrilleros de Cristo Rey”, amenazas que se extendieron a todo el barrio como denunciaba el mismo farmacéutico[14] . Una semana después se unía otro denunciante: el presidente de la Sociedad Cultural Gesto [15].

También el profesor Federico Corominas Beret, vicepresidente de la Academia de Ciencias Médicas de Barcelona recibía una amenaza telefónica de un grupo identificado como GCR que le anunciaba su muerte [16].

“Felices pascuas en el cementerio” fue la amenaza que José Ramón Zuazo recibió junto a una cruz gamada. La nota, textualmente decía:

 

Zuazo, has cometido el último error de tu vida. Sabíamos que eras un cerdo macarra,  pero nos has demostrado algo más al hacer de policía a través  de cierta Prensa marxista. Vamos a acabar con todos los rojos y tú vas a  ser uno más. Guerrilleros de Cristo Rey- V Comando Benito Mussolini. Prepárate a morir, hijo de p…, c… Viva Cristo Rey[17]

 

Antes de la matanza de los abogados de Atocha, algunos despachos de abogados laboralistas de Madrid, como el de Eduardo Carvajal, recibieron llamadas telefónicas en las que se decía “vais a recibir un escarmiento”, que podrían haber sido efectuadas por guerrilleros[18].

Un día recibirás un disgusto” era la nota firmada por los GCR que llegó a la redacción Hoja del Lunes[19] y estás no fueron las únicas que se cometieron  contra la prensa española. En vísperas de la concentración en Madrid por el aniversario de la muerte de Franco, los GCR y la Triple A mandaron un comunicado a varias redacciones entre las que figuraban: Posible, Cuadernos para el Dialogo, Cambio 16, Diario 16, Opinión y el diario francés Le Monde, en la que prohibían su presencia para cubrir el evento amenazando con la integridad física de los redactores y de sus equipos fotográficos[20]                                              

Los ataques a locales fueron muy diversos y en muchos casos terminaron de materializar amenazas previas. Tal fue el caso por ejemplo de la farmacia de Gijón antes mencionada, en la que hizo explosión un artefacto que causó un grave incendio y destruyó el local en la madrugada del 23 de enero de 1976[21].

En este conglomerado de locales que fueron atacados supuestamente por los GCR había iglesias, universidades, quioscos, librerías, bares, asociaciones culturales, etc.

Sirva como ejemplo de algunas de estas agresiones a locales los siguientes, demostrando que los Guerrilleros no fueron selectivos en sus objetivos y muchas veces se movieron de forma espontánea, tal y cómo indicaba Sánchez Covisa.

En la Basílica de San Miguel tuvo lugar uno de los momentos de máxima tensión cuando un grupo de fieles, al parecer simpatizantes de la izquierda, se reunió en apoyo al padre Mariano Gamo que había sido acusado de propaganda ilegal. Un grupo de personas, identificados como GCR se personó en la basílica con la intención de evitar la concentración y se produjeron algunos encontronazos.

Un grupo de GCR entró en un acto promovido por la Asociación Española de Mujeres

Universitarias e intentó crear el caos ante las palabras del padre Jesús Aguirre. Hicieron ruidos, soltaron ratones con el fin de sembrar el miedo y amenazaron al conferenciante con quemarle vivo [22].

El seguimiento del padre Gamo no terminó en los incidentes de la Basílica, sino que prosiguieron en su juicio[23].

Los GCR hicieron acto de presencia en otros locales siempre con la intención de boicotear cualquier iniciativa política o ideológica que fuera en contra de lo que ellos defendían. Fueron comunes las incursiones en las universidades, cuyo conocimiento era íntegro pues los GCR provenían de la organización Derecha Universitaria (DU) que había sido puesta en marcha para contrarrestar los movimientos universitarios izquierdistas y sobre todo comunistas[24].

Los Guerrilleros entraron también a locales de ocio: bares, cafeterías y discotecas dónde buscaban la violencia por la violencia. Uno de los más famosos incidentes fue el protagonizado en el Café Gijón. El 5 de noviembre pasaron por allí un grupo de jóvenes que se identificaron como GCR y que se limitaron a realizar pintadas y amedrentar a los clientes[25]. Unos días después, coincidiendo con el aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco, un grupo mayor y más violento entró en el local y obligó a los clientes a cantar el Cara al sol mientras proferían gritos de “Viva Blas Piñar”. Destrozaron el local y dieron palizas a alguno de los allí presentes, pero en ningún momento se oyeron alusiones a Cristo Rey [26].

Obligar a cantar el Cara al sol no fue un hecho aislado, pasó en numerosas ocasiones, como ocurrió en la cafetería California 47.  Un grupo de jóvenes se identificaron como Guerrilleros y obligaron a entonarlo hasta que entró la policía. Los propios guerrilleros explicaron a las fuerzas del orden que no ocurría nada y la policía se marchó demostrando así su pasividad. Los GCR terminaron sus actos y después se marcharon. Diario 16, de dónde parte la noticia, no dudó en aclarar que cerca de la cafetería se encontraba la sede de Fuerza Nueva, mostrando así la supuesta relación entre ambos grupos de extrema derecha[27].

La noche continuó en la discoteca Cerebro, dónde el mismo grupo de individuos entró e increpó a un conocido artista extranjero y a su mujer. Varios periodistas salieron en su defensa y fueron obligados a colocarse contra la pared del baño mientras eran apuntados con una pistola. También fue golpeado y cortado con un cuchillo otro de los presentes. La policía llegó y detuvo a cuatro guerrilleros, cuyos nombres, como era habitual a través de la prensa, son desconocidos[28].

Si estos ataques fueron comunes, también lo fueron los que se produjeron contra la cultura en sí misma y contra lo que los GCR consideraban que atentaba contra sus principios morales y culturales. Por ejemplo, fueron comunes los ataques a las librerías, registrándose una cantidad enorme de ataques que iban desde pintadas y amenazas, hasta ametrallamientos y lanzamiento de explosivos.

Llegaron a reivindicar el atentado contra la librería parisense de la CNT[29] y múltiples agresiones contra otras librerías españolas simplemente por vender libros considerados marxistas  o que no se ajustaban a sus principios ideológicos.

La librería Antonio Machado fue también objeto de un atentado en el que se rompieron cristales y se lanzó pintura roja sobre una gran cantidad de los libros. El propietario denunció a los GCR debido a que encontraron en las cercanías fotocopias  propagandísticas con las siglas “G.C.R”, aunque nadie reivindicó el ataque ni se identificó a los asaltantes[30].

También atacaron a otros medios de comunicación y de difusión de la cultura como la destrucción de Radio Loyola, acusada por los GCR de difundir el euskera[31] y a asociaciones culturales como la registrada en el Club Juvenil de Vallecas, arrasado por individuos desconocidos, pero que semanas antes habían recibido amenazas y sufrido pintadas alusivas a los GCR [32].

Contra la moralidad cerril de los GCR fue la venta de revistas de contenido pornográfico en determinados quioscos y por ello, llevaron a cabo algunas amenazas para su retirada. El gobierno había dejado libre circulación a las revistas con dichos contenidos que ya eran legales en películas de carácter artístico[33] y los quiosqueros, por tanto, se dedicaron a vender lo que era legal.

Uno de los escenarios donde los GCR se movieron más y mejor fue en la calle, tanto en ataques callejeros comunes como en el choque contra manifestaciones contrarias a su ideología.

Fueron comunes los asaltos a manifestaciones de signo contrario y su disolución de manera violenta, hechos que fueron permitidos en alguna ocasión por la policía. En Basaurí llevaron a cabo el ataque contra manifestantes que marchaban en favor de la amnistía de presos políticos al tiempo que las fuerzas del orden público disolvían a los manifestantes.

En otra manifestación de los movimientos apostólicos obreros, los GCR hicieron acto de presencia,  liderados, según los testimonios, por el propio Sánchez Covisa y por los mismos testimonios, se deduce que la autoridad de Covisa era real, pues en un momento dado ordenó no atacar al obispo y los Guerrilleros obedecieron[34].

En enero de 1976 atacaron a manifestantes de la Joven Guardia Roja (JGR) que se unían para protestar por la muerte de un joven en la jornada del pasado referéndum, elevando el grito de “¡Viva Cristo Rey!” [35].

También tuvieron su protagonismo en los sucesos de Montejurra. Aunque fue un enfrentamiento interno entre carlistas de distintas tendencias, en un momento dado se escucharon los habituales gritos a Cristo Rey y se identificó a algunos elementos allí presentes como Guerrilleros[36].

Se achacan dos actos a los GCR que no cuadran demasiado con su forma de actuar, pero que no obstante, conviene resaltar. El primero de ellos fue la violación de una niña bilbaína al término de la final de la Copa del Rey en Madrid, que viajaba con sus padres en un coche por la antigua avenida del Generalísimo y fue detenida por unos individuos a los gritos de “¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva España!” Y mientras violentaban a la niña golpearon brutalmente a los padres. Como se ha mencionado no parece obedecer a la forma de actuar de los Guerrilleros y cualquier podía haber entonado las palabras que los inculparan. Por otro lado, la familia era bilbaína y el acto parece obedecer a un estallido de odio dada la tensión originada por el partido de fútbol[37].

El otro hecho fue la violación de cinco jóvenes  en Pamplona por supuestamente, GCR, lo que no quedó demostrada. Únicamente se mencionan a los Guerrilleros en torno a un rumor que se había propagado por la zona sobre que estos habían amenazado con violaciones[38]. Es reseñable que las noticias fueran publicadas en Diario 16, un periódico conocido por no mantener una línea ideológica afín  con los GCR.

Las acciones de los GCR en la calle fueron comunes, como ya hemos indicado, tal y cómo es visible en momentos como estos: en septiembre de 1977 un grupo de Guerrilleros irrumpieron en un partido de futbol entre aficionados simplemente porque se mostraron simbologías vascas en el mismo, (concretamente, el banderín del arbitro era la ikurriña) un hecho anecdótico para los jugadores y que se convirtió en un insulto para el grupo identificado como GCR[39].

En octubre de 1977 un grupo de incontrolados al grito de “España unida jamás será vencida” provocaron una serie de daños materiales y humanos en el Rastro de Madrid, supuestamente se trató de GCR según informaban los medios aunque no fue reivindicado por estos grupos[40].

Estas peleas callejeras y agresiones violentas obedecieron a momentos espontáneos de individuos sumamente violentos, sin embargo, también se dieron enfrentamientos contra fuerzas políticas u organizaciones de izquierda y extrema izquierda que obedecerían más a ciertas motivaciones políticas.

Tal es el caso del enfrentamiento entre miembros del Partido del Trabajo de España (PTE), aún ilegal, que fueron agredidos, según el testimonio de algunos de sus miembros, por GCR, mientas portaban banderas del partido, una información que tan sólo se basa en el relato de miembros del PTE[41], o el enfrentamiento registrado por la prensa contra miembros de la Alianza Socialista Democrática cuando pegaban carteles a altas horas de la noche[42].

Hubo enfrentamientos también con Falange  Española de las JONS (auténtica), es decir con la rama hedillista de Falange, como las ocurridas en el pabellón de baloncesto Ramiro de Maeztu [43], o las registradas en noviembre de 1977 entre hedillistas y guerrilleros en la Universidad Autónoma de Madrid con motivo de las celebraciones del segundo aniversario de la muerte de Franco[44].

A pesar de que los GCR no eran una organización, sino grupos de individuos que actuaban con unos intereses comunes y que solían emplear el grito de “Cristo Rey” como seña de identidad, podrían adjudicarse tres asesinatos a estos individuos entre 1975 y 1977: el de Norma Menchaca en julio, el de Carlos González en septiembre de 1976 y el de Arturo Ruíz en enero de 1977. En ellos, los elementos en común fueron el grito previó que identificaba a los GCR, aunque las versiones, como veremos a continuación, son tan incongruentes como contradictorias, sobre todo en el caso del segundo.

Norma Menchaca falleció en Santurce el 9 de julio de 1976 como consecuencia, según la versión oficial, de un disparo que escapó accidentalmente en el choque de unos manifestantes que se dieron cita en la celebración del día de la Sardina. Algunos testigos, entre ellos su hijo, reconocieron entre los agresores a varios GCR y a algunos guardias civiles vestidos de paisano[45].

Carlos González recibió un disparo en el estómago en el curso de unas manifestaciones celebradas en la Gran Vía por asociaciones de extrema izquierda para conmemorar los últimos fusilamientos de la Dictadura. Los responsables de las Fuerzas de seguridad lo primero que hicieron fue negar que hubieran usado armas de fuego y defendieron la labor impecable de la policía[46].

Un día después, un testigo  identificó a dos jóvenes que habían disparado sobre Carlos González. Se encontraron cuatro casquillos de calibre 7,65 y parece ser que se escucharon gritos de “¡Viva Cristo Rey!” [47]. Se realizaron algunas detenciones, pero no se pudo esclarecer la autoría del asesinato. En ambos casos, los asesinatos quedaron impunes y los casos se archivaron.

La muerte de Arturo Ruíz fue mucho más mediática. A pesar de que el 25 de enero, es decir, dos días después del asesinato, el diario Informaciones recibió una nota de autoría del  supuesto grupo de extrema derecha Triple A[48], los medios siguieron esgrimiendo la posibilidad de que habían sido los GCR.

Sánchez Covisa declaró en una entrevista telefónica a la publicación Pueblo que no habían sido los Guerrilleros[49]  y el presidente de la Asociación democrática de la Juventud, que fue testigo presencial del asesinato, admitió no haber escuchado ningún grito de “¡Viva Cristo Rey!”[50].

Sin embargo, durante los días siguientes al asesinato del joven estudiante se fueron sucediendo las noticias en las  podían verse las distintas versiones y en muchas de ellas se escucharon, según algunos testigos, gritos a Cristo Rey. En una nota del Gobierno Civil publicada  por Informaciones se admitía que un hombre con pistola gritó “¡Viva Cristo Rey!”[51].

Según la nota de prensa de Cifra, emitida el 7 de marzo de 1977 se pudo esclarecer que Jorge Cesarsky, realizó un primer disparo que hizo que los manifestantes emprendieran la huida y cuando estaba a unos seis metros de distancia, otro individuo, José  Ignacio Fernández Guaza, le arrebató la pistola y disparó dos veces a la espalda de Arturo Ruíz. Cesarsky fue detenido y corroboró está versión [52].

Según la versión de otros testigos, un individuo se acercó al grupo de manifestantes y alguien le reconoció como Guerrillero, a lo que él respondió “Sí, soy un guerrillero de Cristo Rey, y además llevó pistola” lo que provocó la huida de los manifestantes momentos antes de que el supuesto guerrillero disparara[53].

En esta versión sólo se trataba de un hombre que se identificó como Guerrillero. El hecho de que Sánchez Covisa fuera llamado a declarar en relación con la muerte de Arturo Ruíz y que algunos testigos escucharan menciones y gritos a Cristo Rey llevó consigo que a pesar de que el asesinato fue reivindicado por la Triple A, en el recuerdo de los españoles quedaron para siempre relacionados los nombres de Arturo Ruíz y de los Guerrilleros de Cristo Rey.

Otra de las actividades de los GCR y en especial, por su vinculación directa en el asunto, de Mariano Sánchez Covisa, fue la fabricación de armas. En febrero de 1977 se publicaba en Ya, “Desarticulado un importante grupo de extrema derecha[54]. Un titular que llama la atención por su espectacularidad y que otorga un mérito bastante importante al Gobierno, sobre todo teniendo en cuenta que a finales de enero se había producido la Semana Negra y éste había quedado muy debilitado. Era también una buena forma de alejarse de los elementos situados en los extremos.

La realidad es que este titular, tratado por la prensa en lo sucesivos días  fue perdiendo credibilidad a medida que iban desvelándose datos, pero una vez más se manipularon los hechos y lo que le quedó a la opinión pública española fue la criminalidad de los GCR.

El caso fue que se descubrió un piso en Madrid, cuya propiedad era de Sánchez Covisa, arrendado a unos extranjeros que habían montado una fábrica de armas, entre los que destacaban Eliodoro Pomar y Elio Massagrande.

Fueron detenidas once personas que podían llevar a cabo una fabricación de unas 50 armas mensuales[55], un dato que en principio parecía exagerado, pero que repitieron otros medios de comunicación. Y parece exagerada porque en la descripción de lo requisado en el piso se hacía mención a un revólver Smith Wesson Sprigfiel Mass[56], un arma muy antigua que no debería haber llamado la atención en un local donde podían fabricarse 50 armas al mes.

El abogado de Sánchez Covisa fue aportando más datos en los sucesivos días demostrando que la capacidad de fabricar armas en un piso era nula. La maquinaria requerida así como la corriente eléctrica para ponerla en funcionamiento no se correspondían con la realidad[57] y podía tratarse más bien de un local destinado a la modificación de armas. En cualquier caso al no encontrarse ninguna y no poder demostrarse para qué iban a ser utilizadas en caso de modificarse, los detenidos fueron liberados incluido el propio Covisa.

 

Vinculaciones                                                                                               

 

Los GCR estuvieron íntimamente ligados a la extrema derecha, de la que la mayoría de sus miembros procedían.

En noviembre de 1976, se produjeron las típicas reyertas callejeras y Diario 16 se hacía eco de la supuesta cercanía de dichos actos con locales dónde se habían celebrado actos de Fuerza Nueva y FE de las JONS de Raimundo Fernández Cuesta[58].  También en los incidentes de la Cafetería California se hacía mención a la cercanía de la sede de Fuerza Nueva [59].

La agresión contra Jaime González Prócer en la Facultad de Ciencias de la Información en la que se vieron envueltos algunos supuestos Guerrilleros, trajo consigo algunas detenciones, entre ellas la de Juan Carlos García Polavieja, promotor de Unión Nacional Española, Guillermo García Polavieja, antiguo militante de Fuerza Nueva o Mario Rodríguez Correa relacionado con la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas, todos ellos miembros de organizaciones de la extrema derecha[60].

El día de la muerte de Arturo Ruíz fueron detenidos Mariano Sánchez Covisa, supuesto líder de los GCR y Fernández Villamea, redactor de la revista Fuerza Nueva, volviendo a ligarse ambos nombres en una noticia [61].

Incluso el propio Sánchez Covisa estaba afiliado a FE de las JONS[62].

            Las vinculaciones con la policía y los cuerpos de seguridad también estuvieron presentes en estos años[63]. Una de las más importantes conexiones que existió entre la policía (incluso podría decirse el Gobierno) y los GCR fue resultado de los actos cometidos en el sur de Francia contra la banda terrorista ETA.

El papel de la extrema derecha en cuanto al terrorismo se convirtió en una realidad denominada terrorismo vigilante[64], que consistía en combatir los actos de la banda ETA mediante acciones preventivas.  La presencia de GCR en el sur de Francia fue evidente en medio de una campaña clandestina de terror contra los etarras, sin embargo, el ministro francés Poniatowski ponía de manifiesto que se trataba de policías españoles y no diferenciaba entre estos y los elementos incontrolados[65].

También quedó de manifiesto la relación de la policía con los GCR en el asunto sobre la fábrica de armas de la calle Pelayo. Al menos varios medios de comunicación se hicieron eco de la noticia dando nombres y rango de algunos miembros de la policía que conocían la existencia de dicho local clandestino, en concreto: el jefe superior de la Policía de Oviedo, el comisario del Cuerpo General de Policía y el jefe del Servicio Técnico de Transmisiones, todos ellos altos cargos[66].

El diario Informaciones añadía a estos datos que las autoridades conocían la existencia del local dedicado a la modificación de armamento y que estaban interesados, tal vez por eso lo conocían y no actuaron, en un transmisor detonador que se estaba desarrollando[67].

También quedó en entredicho la relación entre policía y GCR en los sucesos de Amorebieta, cuando tres hombres que se manifestaron GCR fueron reducidos por unas cuadrillas locales y entregados a la policía. Lo más significativo fue que uno de los tres detenidos era un policía adscrito a la comisaría de Sestao[68].

No sólo pudo existir complicidad entre las autoridades y los GCR sino que también existió una cierta pasividad ante su existencia que permitió a los Guerrilleros campar a sus anchas llevando a cabo sus acciones con cierta impunidad [69].

Las vinculaciones con el fascismo extranjero, en especial  con el italiano, fueron bastante evidentes. Los detenidos en el local de la calle Pelayo, que estaban realizando actividades ilegales como la modificación de armas eran en su mayoría extranjeros.

Entre los detenidos figuraban Pietro Benvenuto, Mario Tedeschi, Maria Masetti, Salvatore  Francis, Flavio Campo, Sandra Crocco Maria, Eliodoro Pomar y Elio Massagrande, junto a tres españoles entre los que estaba Mariano Sánchez Covisa. Revisten un interés singular los dos últimos: Elio Massagrande había sido detenido en su país por actividades terroristas  y Eliodoro Pomar era ingeniero técnico de armas y electrónica y antiguo director del centro nuclear Ispra y cómo Massagrande, había sido detenido en Italia por actividades terroristas[70].

También en las jornadas que supusieron el asesinato de Arturo Ruíz, fueron detenidas 19 personas de las que catorce eran extranjeros: tres cubanos, siete argentinos (entre ellos el ya mencionado Cesarsky), un inglés, dos australianos, un colombiano y un libanés[71].

Continuando con las vinculaciones extranjeras, según publicaba Diario 16, el Ejército de Liberación Portugués formado en 1975 por antiguos policías salazaristas, tenía como contacto para la correspondencia en Madrid al propio Sánchez Covisa[72].

                                              

La cara visible: Mariano Sánchez Covisa                                               

 

No se puede entender a los GCR sin tener en cuenta a la figura de Mariano Sánchez Covisa. Nombrado varias veces en este trabajo, Covisa se convirtió en la cara visible de los Guerrilleros. Aunque se ha mencionado que negó en más de una ocasión ser el líder de organización alguna, pareció mostrar un doble juego en cuanto a su protagonismo.

No hay duda de que le gustaba salir en los medios y exponer sus ideas abiertamente en entrevistas. Lo hizo para el New York Times[73] y en Der Spiegel[74], declarándose admirador de Hitler y fascista.  Defendió que mataría por su patria si fuera necesario y justificó las actuaciones de los GCR ante lo que consideraba agresiones sufridas.

Sánchez Covisa dio varias entrevistas y momentos de protagonismo como la retirada de su pistola o las diferentes detenciones que sufrió como consecuencia de la muerte de Arturo Ruíz. Junto a su relación con el arrendamiento del local en la calle Pelayo, se convirtieron en circos mediáticos.

Negaba ser el líder o el dirigente de los GCR, pero no tenía reparos en contestar ante la prensa verdaderas barbaridades para alimentar la polémica.  Para los suyos era un héroe, falangista, miembro de la División Azul y combatiente en la Guerra Civil,  para otros sólo un fascista  sin muchos escrúpulos.

Para los medios de comunicación, a la vista de lo analizado, un personaje mediático, polémico y muy recurrente dependiendo de la noticia. Para el Gobierno, un personaje necesario para equilibrar la balanza.

 

Conclusiones                                                                                                 

 

Los GCR fueron una realidad, aunque no pudieran considerarse una organización, ni siquiera un grupo homogéneo de individuos, si un conjunto de grupúsculos independientes con las mismas motivaciones: mantener el espíritu del 18 de julio vivo y evitar cualquier cambio del Régimen hacia posiciones democráticas, es decir, evitar el cambio político. Estas motivaciones fueron resueltas por medio de la acción directa, acciones que se tradujeron en violencia y que fueron más allá del vandalismo.

En muchas ocasiones, estos Guerrilleros ejercieron una violencia parecida al terrorismo bajo el nombre de terrorismo vigilante. Es destacable añadir que los GCR no pretendieron en general,  llevar a cabo una violencia que produjera víctimas mortales, sino acciones que atemorizaran a la sociedad, que mayoritariamente apostaba por el cambio.

De lo contrario, los GCR hubieran ametrallado y quemado locales en horas laborales para causar muertos o hubieran disparado contra manifestantes más a menudo. Si hubieran hecho tales cosas probablemente hubieran pasado de ser un mal menor, incluso necesario, a ser un elemento al que eliminar y hubiera provocado su propio final.

Una de las características más importantes  y por otro lado, única, de los GCR, era la forma en la que era reconocida la autoría de sus actos. Los grupos terroristas organizados a lo largo de la historia, obedeciendo a una estrategia previa, han reivindicado sus actos por medio de comunicados  y mensajes, los GCR, probablemente porque no eran un grupo organizado, no ostentaban la autoría del acto a no ser que fuera gritado en un momento dado ¡”Viva Cristo Rey”! Esa era la seña de identidad, un grito dado en el momento y lugar oportunos, que muchas veces pudo no responder a la realidad y en otras ocasiones, si nadie escuchó el grito, pudo ser tomado por un acto de violencia común.

Esto hace pensar que cualquiera que dijera las “palabras mágicas” cometiendo un acto de violencia podía incriminar directamente a los GCR y más inquietante resulta si ese alguien era de los Cuerpos de Seguridad del Estado, como ocurrió, ya hemos visto, en alguna ocasión.

Así, en  las diferentes noticias y notas de prensa que se han analizado se ha podido extraer la conclusión de que en muchas ocasiones los medios de comunicación dieron por hecho cosas que no habían sucedido y atribuyeron a los GCR actos que no habían cometido.

Por tanto, las acciones de los GCR fueron en parte manipuladas. Se dieron dos tipos de manipulaciones, una primera fue la que realizó la policía, en el contexto del terrorismo vigilante o guerra sucia contra el terrorismo. La policía cometió actos de antiterrorismo, como se ha podido comprobar en Francia y en el País Vasco, que escondió detrás del grito a ¡Viva Cristo Rey!, haciendo parecer en un primer momento que se trataba de elementos incontrolados.

La segunda forma de manipulación fue la llevada a cabo por el Gobierno a través de la prensa y de los medios de comunicación. El Gobierno conseguía con ello varios objetivos: en primer lugar deslegitimaba a la extrema derecha. En segundo lugar la existencia de elementos violentos que podían hacer acto de presencia en manifestaciones y actos políticos era un riesgo que podía echar para atrás a todos los que pretendieran meterse en política. Esto era una ventaja  para el Gobierno especialmente cuando se trataba de limitar a la izquierda, que era, no obstante, la que solía realizar actos políticos y manifestaciones y solía ser el foco de los ataques de los “incontrolados”. Por último, el Gobierno aprovechó la existencia de estos grupos como un medio para atribuirse éxitos, como en el caso del desmantelamiento del local de la calle Pelayo, cuyos primeros titulares, como hemos visto, hablaban de una importante organización de extrema derecha desmantelada, cuando la policía y el Gobierno ya sabían de  su existencia con anterioridad.

La existencia de los GCR interesaba a muchos sectores políticos del país, debido a que la información relevante a ellos podía ser manipulada y manejada en función de la situación que se viviera en cada momento. La derecha, esto es sobre todo el Gobierno, aún pendiente de hilos franquistas, podía haber eliminado o silenciado a estos grupos en el momento en el que hubiera deseado, pero no lo hizo porque era interesante tener a su lado derecho a un grupo extremista que le hiciera parecer de “centro”.

La policía gozaba de un comodín que podía utilizar en un momento dado. Bastaba, como ya se ha indicado, gritar ¡Viva Cristo Rey! y las acciones policiales se convertían en acciones de GCR.

Incluso la izquierda, a pesar de recibir sus ataques constantes, se vio beneficiada a la larga por la presencia de grupos violentos de extrema derecha, ya que recordaban a un tiempo que la mayoría de la sociedad quería superar.

Basta decir que los GCR estuvo formado por individuos violentos que practicaron la acción directa para luchar por lo que ellos consideraban justo, pero que esa violencia fue utilizada en beneficio de muchos otros.

 

 

Bibliografía                                                                                                   

Fuentes historiográficas:

Avilés Farré, Juan: El terrorismo en España: de ETA a Al Qaeda. Vol. 109. Barcelona, Arco Libros, 2010.

Buil Sarria, Aránzazu: "Atentados contra librerías en la España de los setenta, la expresión de una violencia política" en Sucesos, guerras, atentados: La escritura de la violencia y sus representaciones. Universidad Michel de Montaigne Bordeaux-III PILAR, 2009.

González Cuevas, Pedro Carlos: Historia de las derechas españolas: de la ilustración a nuestros días.  Madrid, Biblioteca Nueva, 2000.

González Sáez, Juan Manuel: "Balance de víctimas mortales del terrorismo y la violencia política de la extrema derecha durante la Transición (1975-1982)" en Historia Actual Online  nº27, (2012), pp. 7-17.

Peñalver Casanellas, Pau: "Después de Franco, Represión. Los gobiernos de la Monarquía ante la lucha armada" en Centre d’ Estudis sobre les Époques franquista i Democrática, UAB/CEFID, (2012).

Sánchez Soler, Mariano: La transición sangrienta. Una historia violenta del proceso  democrático en España (1975-1983). Barcelona, Península,  2010.

Archivos consultados:

Archivo General de la Administración (AGA), Fondo 107. 2, sección 3, legajo 42/09132, carpeta 1 “Los Guerrilleros de Cristo Rey”, Madrid, 1975-1977.

Archivo General de la Administración (AGA), Fondo 107. 2, sección 3, legajo 42/09111, carpeta 22 y 24  “Arturo Ruíz”, Madrid, 1977.

Hemerotecas:

—ABC

—Informaciones

—Pueblo

—Diario 16

—Ya

—Arriba

—El Alcázar

—El País

 

 



[1] González Sáez, Juan Manuel: "Balance de víctimas mortales del terrorismo y la violencia política de la extrema derecha durante la Transición (1975-1982)" en Historia Actual Online  nº27, (2012), pp. 7 y 8

[2] “Sánchez Covisa ataca a gobierno y comunistas”. Diario 16, 29/01/1977.

[3], “El Delegado Nacional de la Juventud opina de los Guerrilleros de Cristo Rey”. Informaciones, 30/04/1975.

[4] Archivo General de la Administración (AGA), Fondo 107. 2, sección 3, legajo 42/09132, carpeta 1 “Los Guerrilleros de Cristo Rey”, Madrid, 1975-1977. Extraído de una entrevista realizada en el diario Hoja del Lunes de fecha 22 de noviembre de 1976.

[5] Puede verse en cualquier diario de la época de las hemerotecas consultadas.

[6] “La responsabilidad de los últimos sucesos es del Gobierno”. Informaciones,  27/01/1977.

[7] AGA, “Los Guerrilleros de Cristo Rey”. Denuncia contra los GCR hecha el 17/06/1977  y publicada por Prensa Euzkadi.

[8] González Cuevas, Pedro Carlos: Historia de las derechas españolas: de la ilustración a nuestros días.  Madrid, Biblioteca Nueva, 2000, p. 323.

[9]  “Fascista y admirador de Hitler”. Pueblo,  16/11/1976

[10] “Sánchez Covisa, partidario del fascismo y antidemócrata profundo”. Ya,  23/02/1977

[11] “La Violencia es necesaria”. Diario 16, 23/02/1977

[12] AGA, “Los Guerrilleros de Cristo Rey”. Extraído de la difusión informativa de la Dirección General de Coordinación y fechado el 21/06/1975.

[13] Ibíd., Difusión Informativa de la Dirección General de Coordinación con fecha; 21/06/1975, p. 25.

[14] Ibíd. Denuncia contra los GCR hecha el 12/06/1977 en Gijón.

[15] Ibíd, Denuncia contra los Guerrilleros de Cristo Rey en un juzgado Gijonés.

[16] “Los Guerrilleros amenazan de muerte al profesor Corominas Beret”.  Ya,  27/11/1976.

[17] “Industrial amenazado de muerte por los Guerrilleros de Cristo Rey”.  Diario 16, 30/12/1976

[18] “Múltiples amenazas contra abogados laboralistas”. Pueblo,  14/04/1977

[19] “Guerrilleros de Cristo Rey amenezan a Hoja del lunes”.  Ya,  28/01/1977

[20] AGA, “Los Guerrilleros de Cristo Rey”. Difusión informativa de la Dirección General de Coordinación fechado el 15/11/1976, p. 31.

[21] Información obtenida de la agencia Europa Press en la que relacionan la explosión de la farmacia con las anteriores amenazas llevadas a cabo por los GCR, el 23/01/1976.

[22] “Reventadores en una conferencia sobre el progresismo católico”. Informaciones, 25/12/1975.

[23] “Incidentes con motivo del juicio del padre Gamo”. ABC,  19/12/69.

[24] Buil Sarria, Aránzazu: "Atentados contra librerías en la España de los setenta, la expresión de una violencia política" en Sucesos, guerras, atentados: La escritura de la violencia y sus representaciones. Universidad Michel de Montaigne Bordeaux-III PILAR, 2009, p. 128.

[25] “Irrumpieron violentamente en el Café Gijón”. Ya,  05/11/1976

[26], “Los Guerrilleros pasaron por el Gijón”.  Diario 16, 20/11/1976

[27]  “Los Guerrilleros obligaron a cantar el Cara el sol”.  Diario 16, 26/01/77

[28] “Birkin: A los ultras no les gustan las téticas”.  Diario 16, 27/01/1977

[29] “Los Guerrilleros de Cristo Rey reivindican el atentado contra la librería parisense de la CNT “. EFE, 18/12/1975;  “Artefacto contra una librería de París”. ABC, 26/12/1975

[30] “Denuncia por el atentado contra una librería”. ABC,  07/11/1971

[31] “Se atribuyen la destrucción de Radio Loyola”.  Arriba,  07/07/1977.

[32] “Club Juvenil destruido en Vallecas”. Informaciones,  10/11/1976

[33] AGA, “Los Guerrilleros de Cristo Rey”. Difusión Informativa de la Dirección General de Coordinación, fechado el 25/06/1976, pp. 11-13.

[34] “Dos actos de movimientos apostólicos obreros, violentamente interrumpidos”.  ABC,  02/05/1973.

[35] “Guerrilleros disuelven una manifestación”. Diario 16, 03/01/1976.

[36] Peñalver Casanellas, Pau: "Después de Franco, Represión. Los gobiernos de la Monarquía ante la lucha armada" en Centre d’ Estudis sobre les Époques franquista i Democrática, UAB/CEFID, (2012), pp. 3 y 4.

[37] “Salvajada de los Guerrilleros de Cristo Rey”. Diario 16, 29/06/1976.

[38] “Cinco jóvenes, golpeadas y violadas en Pamplona”. Diario 16,03/12/1976.

[39] “Batalla campal entre futbolistas y Guerrilleros”. Diario 16, 21/09/1977.

[40] “Incontrolados arrasan el rastro madrileño”. Diario 16, 24/10/1977.

[41] “Ataque a militantes del P.T.E”. Informaciones,  26/04/1977.

[42] “Pelea entre Guerrilleros y militantes de Alianza Socialista Democrática”. ABC, 22/05/1977.

[43] “Agresión a miembros de Falange Española JONS (auténtica) “. Pueblo,  07/05/1977.

[44] “Enfrentamientos entre hedillistas y Guerrilleros de Cristo Rey”.  ABC,  16/11/1977  y “Enfrentamientos entre hedillistas y Guerrilleros de Cristo Rey”. Informaciones, 17/11/1977.

[45] Sánchez Soler, Mariano: La transición sangrienta. Una historia violenta del proceso  democrático en España (1975-1983). Barcelona, Península,  2010,  pp. 40 y 41.

[46] “Joven muerto por herida de bala”. Pueblo, 28/09/1976.

[47] “Dos jóvenes autores, de los disparos sobre Carlos González”. Ya,29/09/1976

[48] “Sánchez Covisa en libertad”. Diario 16, 25/01/1977

[49], “No fueron los Guerrilleros”.  Pueblo,  25/01/1977 y “No fueron los Guerrilleros”. El Alcázar, 24/01/1977

[50] “No oímos ningún grito de Viva Cristo Rey”. ABC, 25/01/1977

[51] “Un hombre esgrimía un arma y profería gritos de Viva Cristo Rey”. Informaciones, 24/01/1977.

[52] Archivo General de la Administración (AGA), Fondo 107. 2, sección 3, legajo 42/09111, carpeta 22 y 24  “Arturo Ruíz”, Madrid, 1977.

[53] “Detenido el presunto autor (se trata de Jorge Cesarsky, de nacionalidad argentina”. Arriba, 25/01/1977

[54] “Organización de Extrema derecha desarticulada”. Ya, 23/02/1977.

[55] “Los fascistas fabricaban armas en un piso madrileño”.  Diario 16, 23/02/1977.

[56] “Descubierto un piso franco en la calle Pelayo”. El Alcázar, 23/02/1976.

[57] “Sánchez Covisa saldrá pronto de la cárcel”. Diario 16, 17/03/1977.

[58] “Siguen las provocaciones de extrema derecha”. Diario 16, 13/11/1976.

[59] “Los Guerrilleros obligaron a cantar el Cara al sol”. Diario 16, 26/01/1977.

[60] “Libertad para diez supuestos Guerrilleros”. Diario 16, 25/02/1977.

[61] “Diecinueve detenidos, catorce extranjeros”.  Informaciones,  25/01/1977

[62] “La violencia es necesaria”, Informaciones

[63] Buil Sarria, Op. Cit., p. 127.

[64]Avilés Farré, Juan: El terrorismo en España: de ETA a Al Qaeda. Vol. 109. Barcelona, Arco Libros, 2010, p. 32.

[65]  AGA, “Los Guerrilleros de Cristo Rey”. Extraído de la difusión informativa de la Dirección General de Coordinación y fechado el 21/06/1975.

[66] “Ciertas autoridades conocía su existencia”.  Diario 16, 01/03/1977

[67] “Altos cargos policiales podían conocer el funcionamiento de la fábrica de armas”. Informaciones, 01/03/1977.

[68] “Amorebieta: Fuenteovejuna en Euskadi”.  Diario 16, 01/08/1977 y “Alguno de los presuntos Guerrilleros era policía”. Diario 16, 28/07/1977.

[69] Buil Sarria, A. Op. Cit., p. 131

[70] “Descubierto un piso franco en la calle Pelayo”.  Diario 16, 01/08/1977.

[71] “Prestaron declaración 22 detenidos”. Arriba, 26/01/1977.

[72]  “La violencia es necesaria”. Arriba, 26/01/1977.

[73] “Artículo de Sánchez-Covisa en el New York Times”. ABC, 08/01/1977.

[74] “Fascista y admirador de Hitler”. ABC,  08/01/1977.

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