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La dominación cartesiana de las sociedades.

 

 

Joaquín Arnau Revuelta

 

Escritor y ensayista (España).

 

Imaginemos que podemos representar las ideologías políticas en un eje cartesiano. En el eje horizontal o de abscisas representaremos, con respecto al eje vertical o de ordenadas que le corta en el origen, las ideologías jacobinas o de izquierdas a la izquierda del origen, y las ideologías girondinas o liberal-conservadoras a la derecha de ese mismo origen. A continuación segmentemos el eje horizontal en tres partes a cada lado del origen, de forma que podamos llamar a los segmentos más próximos al origen centro-izquierda y centro-derecha o partidos moderados, a los segmentos exteriores siguientes izquierda y derecha propiamente dichas, y a los segmentos extremos más alejados del origen llamarlos extrema izquierda y extrema derecha respectivamente o partidos ultras.

En el eje vertical de nuestra representación cartesiana de la política podemos representar el número de votos que recibe cada partido político, de manera que podemos llegar a representar una gráfica que nos muestre la distribución social del voto, dada una sociedad concreta, que puede ser la de un municipio, una comunidad autónoma, una nación o un conjunto de naciones, como podrían ser la UE, Europa entera, el G-8 o cualquier otro conjunto de personas y territorios.

Con estas herramientas podemos analizar, y de hecho es lo que hacen los sociólogos que se dedican a ello, distintos aspectos sociales, políticos e ideológicos de un conjunto de personas o territorios para sacar conclusiones sobre el presente y el pasado o diseñar estrategias para el futuro.

Lo que tenemos en nuestra gráfica es una línea de puntos unidos entre sí que forman un espacio euclídeo de dimensión UNO. Sin embargo, junto con los ejes vertical y horizontal ya tenemos una superficie o espacio euclídeo de dimensión DOS. A esta superficie la vamos a denominar "Plano Social" (PS), que es en donde se producen los movimientos sociales, el día a día político de los individuos de una sociedad.

Hasta aquí hemos ido viendo cómo construirnos una representación geométrica que nos habla de muchas cosas, porque muchas son las cosas que podemos deducir de las distintas gráficas que vayamos obteniendo, así como también son muchas las cosas que podemos proyectar para modificar sus resultados en el futuro. En principio, esa gráfica la podemos construir y estudiar en una superficie o pantalla horizontal o vertical, tanto da una posición como la otra, pero aquí es donde empiezan a tener relevancia otras fuerzas que no vemos y que van a tener una influencia definitiva sobre la sociedad descrita en ese plano PS. Esas fuerzas no han llamado nuestra atención nunca hasta ahora, porque nunca hemos creído que estuviéramos olvidándonos de ningún aspecto fundamental a la hora de analizar en nuestra gráfica las sociedades y las ideologías que las mueven y condicionan. Nada más lejos de la realidad.

Aquí ocurre como cuando estamos en un espectáculo de ilusionismo, que el mago nos distrae con una mano para que no veamos lo que está haciendo con la otra, y que es la que lleva a cabo realmente el truco o efecto de ilusionismo. Nos hacen el truco justo delante de nuestras narices y, aún así, somos incapaces de descubrirlo, por muchas veces que nos lo repitan, gracias a la pericia del mago. De eso se trata en realidad, para eso hemos le hemos contratado. Obsérvese que digo "hemos" y no "han" contratado.

Volviendo a nuestros ejes de coordenadas cartesianas introduzcamos con claridad ese aspecto que ya ha sido mencionado, pero que no ha llamado nuestra atención, pasándonos desapercibido, como si estuviéramos ante el mago. Ese aspecto es el que se refiere a la posición horizontal o vertical de nuestros ejes y, por tanto, de nuestra figura geométrica de dimensión DOS o plano PS. Por las leyes de la geometría euclídea sabemos que un plano tiene dos dimensiones, pero carece de grosor, siendo éste el de una línea, que es lo que veríamos sí observáramos un plano desde su perfil. Pero ahora imaginemos que podemos trasladar este efecto a nuestros ejes de coordenadas: estaríamos viendo el eje vertical o de ordenadas y el eje horizontal o de abscisas, que sustentan nuestro PS, pero también hemos de considerar la posibilidad de que ese eje horizontal sea, en realidad, un plano visto desde su perfil, y eso es exactamente lo que es, lo que ha estado construyéndose sin que nos percatásemos. Ahora, en un juego geométrico, abatimos hacia adelante ese plano que vemos de perfil para que, girando sobre el eje horizontal o de las "X", se levante ante nosotros de manera sorprendente, ya que estaba ahí todo el tiempo y no lo veíamos, porque precisamente de eso es de lo que se trataba.

Pero, además, ese plano puede deslizarse en paralelo al eje de las "X" y a lo largo del eje de las "Y", desarrollando así un volumen sobre la gráfica primigenia, ahora en un plano horizontal sin importancia real, que sirve de sustento o base al Sistema así creado. Recordemos que en este plano PS, ahora horizontal y en la base inferior del Sistema, es en el que se hayan todas las etiquetas políticas y todos los grupos sociales que participaban de una gráfica cuyos componentes, los individuos de la sociedad, creían dominar completamente en libertad. Al nuevo plano que se ha levantado sobre el PS le llamaremos "Plano de Dominación" (PD).

¿Qué ha cambiado para nosotros en este proceso? Aparentemente nada, o mejor dicho, nada aún. Nuestro punto de vista, nuestra posición de observadores, es la misma desde siempre, pero hemos pasado de estar ante una representación teórica de nuestra realidad, de dimensión DOS, a una representación real, de dimensión TRES. Y es que la realidad es tridimensional.

¿Y qué importancia tiene esto, qué significa, para qué sirve todo este análisis o teoría? Pues tiene una importancia fundamental, absoluta, clave, para entender la realidad bajo la que vivimos, que es muy diferente de la realidad virtual bajo la que creemos vivir, o mejor, bajo la que nos han hecho creer que vivimos.

Mientras aceptábamos tácitamente ser seres políticos veíamos solamente dos ejes, el vertical y el horizontal, aceptábamos ingenuamente etiquetas políticas, de manera que éramos de derechas o de izquierdas, de centro-izquierda o de centro-derecha, incluso de extremas, tanto izquierda como derecha. Creíamos vivir libremente en el PS mientras nos mantenían divididos y enfrentados entre nosotros, consiguiendo que viviéramos pendientes de problemas virtuales y de diferencias accesorias mientras dejábamos de atender a la verdadera realidad del grupo en cuestión, grupo del que todos los individuos de la sociedad analizada formamos parte. Pero ahora hemos modificado nuestra percepción de la situación, introduciendo la tercera dimensión y abatiendo un plano, el PD, que nos estaba pasando inadvertido. Con ello han cambiado las circunstancias y las leyes físicas, porque ahora, la gráfica que se levantaba desde el eje horizontal hacia el vertical ha pasado a extenderse sobre un plano que ya es horizontal, perdiendo todo el sentido que antes tenía para nosotros, pues en la horizontalidad del plano PS la gráfica ideológica no existe, mientras que el plano PD que permanecía oculto para nosotros ahora se yergue vertical sobre el eje horizontal, aquel que representaba las distintas posiciones ideológicas bajo las que en nuestra sociedad hemos aceptado vivir ingenuamente, y puede deslizarse sobre el eje de las "Y" formando un volumen sobre la superficie de la gráfica primigenia. El resultado es que ahora todos, lo que llamamos Sociedad, estamos debajo de ese volumen, con nuestras inútiles etiquetas. Pero, entonces, ¿quién o quiénes están arriba? ¿Desde cuándo han estado ahí? ¿Cómo han podido erguirse sobre nosotros?

La respuesta no es fácil de aceptar y asumir, pues supone aceptar nuestro fracaso en la concepción del mundo. Supone asumir que hemos estado siendo utilizados por alguien más hábil que nosotros, alguien más prevenido, que ha sabido adoptar la posición útil y real para beneficio propio a costa del nuestro. Hoy podemos darnos cuenta de que ya no existen izquierdas ni derechas (no hay grandes diferencias entre los que pueden hacer los diferentes partidos políticos), sino que sólo existe el arriba y el abajo (unos pocos dominan desde arriba a los muchos de abajo). El nuevo eje, el de las "Z" que sustenta ese nuevo plano PD, oculto hasta hace poco, que se desliza sobre nosotros en el plano PS, es el eje de los que manejan los hilos de verdad, sustentando el plano sobre el que se han aupado los poderosos y quienes pululan a su alrededor para someter a las sociedades de las que viven, pero que viven una realidad virtual que pocos son capaces de advertir.

Y ¿qué fuerza ha sido capaz de abatir ese plano PD, antes oculto, sobre el eje horizontal para erguirse sobre el plano PS de las sociedades? Si observamos a nuestro alrededor obtendremos la respuesta.

Como en toda actuación de opresión o abuso podemos hablar de culpabilidad y de responsabilidad como categorías distintas entre sí. Culpable es el que hace o comete el acto malo o injusto, pero responsable es el que ha permitido al culpable actuar cuando su responsabilidad era impedírselo o, al menos, tratar de impedírselo.

Pero vayamos poniendo nombres a los culpables y a los responsables. Preguntémonos si en todo este juego geométrico unas veces ganan unos y otras veces otros, de manera aleatoria o alternativa, o más bien parece que siempre hay algunos que nunca pierden. Ésta es la respuesta que más personas perciben como real, aunque no sepan muy bien por qué es cierta.

Las sociedades modernas occidentales creen haber llegado a autogobernarse en libertad mediante lo que llaman Democracias, creyendo que el plano PS es un gran logro social. Pero una cosa es lo que esas sociedades ingenuamente creen, y no dudan en defender como mejor modelo de convivencia, y otra la realidad, la tozuda realidad, la que considera la existencia real del plano PD y su posición con respecto al plano PS.

La teoría política de la democracia actual se basa en el sufragio universal y en la división de poderes. Sin embargo la realidad es bien diferente. Precisamente el sufragio universal es el argumento con el que se consigue que las sociedades asuman de buen agrado y, en apariencia libremente, que alguien hará rotar el eje de las "X" para levantar el plano dependiente del eje de las "Z" y subyugarlas, anulando los efectos esperados de la ideología política, que pasa de tener su importancia teórica (mientras aceptamos llevar las etiquetas políticas y vemos solamente los dos ejes de las "X" y de las "Y") a su inanidad real (cuando estamos en el mundo tridimensional, basado en el dominio del eje de las "Z").

La división de poderes se configura como un argumento viciado de origen, pero que es interiorizado con gran facilidad por una sociedad predispuesta a creer lo que quiere oír, siempre que se lo digan en la manera adecuada a la idiosincrasia de la sociedad en cuestión. Los individuos que viven en el plano PS quieren creer que son libres y que su sociedad se basa en la justicia y en la ley. Sin embargo, una sólida democracia actual que sea capaz de ejercer un poder real sobre la sociedad se basa, contrariamente a lo que dice la teoría, en la garantía efectiva de que esos tres poderes no sean independientes, sino que estén al servicio de los realmente poderosos, y cuyo control ha de resultar difícil de imaginar por los miembros de la sociedad, que deben creer a pies juntillas en la limpieza y transparencia del Sistema. Ésta es la clave que permite a los verdaderamente poderosos crear el eje de las "Z" y levantar el plano PD, haciéndolo virtualmente invisible para los individuos, entretenidos en discusiones y problemas accesorios y sin solución que tienen lugar en el plano PS, mediante los oportunos cambios de perspectiva en la observación de la realidad. Es la llamada ingeniería social al servicio del poder y en contra, o a costa, de las sociedades.

Las democráticas sociedades occidentales basadas en la pugna entre liberalismo y socialismo, enfrascadas en enfrentamientos políticos e ideológicos estériles en el plano PS, defendiendo etiquetas políticas inútiles en realidad, son alimentadas como los peces de un acuario mediante la propaganda y la información dirigida. Son los diferentes programas políticos incumplibles, con la extensión ilimitada de derechos materiales y la supresión de obligaciones morales, con la implantación de la pobreza controlada y la difusión de falsos ideales ecológicos, con la creación de imaginarios derechos a costa de la vida de otros que no votan, se van convirtiendo en sociedades depravadas, sin criterio, sin sentido del deber ni de la culpa, que aspiran a una vida jerarquizada según la capacidad de consumo de los individuos y en la que éstos se contentan con satisfacer sus instintos animales y necesidades fisiológicas, porque ya no recuerdan sus necesidades morales y espirituales.

La espiritualidad que proviene de la Fe Católica, creadora de la Civilización Occidental, es así desarraigada de la sociedad en beneficio de la implantación del materialismo, porque los poderosos que la dominan desde el plano PD sólo pueden satisfacer las aspiraciones materiales de quienes viven en el plano PS. De ahí que traten permanentemente de crear potenciales demandantes de lo único que pueden ofrecer mediante la ingeniería social, apoyada en los medios de difusión e información. Si sólo se demandan bienes materiales quienes sean sus suministradores serán los amos de la sociedad.

Pero más importante que el suministro de esos bienes, o anterior a él. es el suministro del dinero con que se adquieren. La función de la gran banca privada en la configuración del plano PD es el verdadero factor clave que permite ese giro cartesiano que subyuga a quienes viven en el plano PS, el motor de todo. El dinero es el medio con el que la banca moviliza a quienes producen el giro de los planos: las grandes empresas, los partidos políticos y los medios de comunicación. Todos ellos a su servicio a cambio de permanecer en el plano PD, el de los privilegios, a costa de impedir que quienes viven el el plano PS puedan salir de él, pues éste es el invernadero que suministra la cosecha, el alimento de los poderosos, y no puede malograrse.

En este juego de dominación, opresión y abuso, de ilusionismo con planos y giros, ya podemos poner nombres a los culpables y a los responsables:

El culpable, el que hace el mal, es el mago que hemos contratado para que nos entretenga, que vive en el plano PD y que nos cobra un altísimo precio por someter a nuestras sociedades evadiendo su atención de lo verdaderamente importante: la gran banca y sus servidores (las grandes corporaciones, los partidos políticos y los medios de comunicación). El precio que pagamos es nuestra propia condenación.

Pero los responsables, los que debiendo impedir el mal no lo hacemos, somos los miembros de la sociedad que, absortos en nuestro plano PS, hemos decidido vivir inmoralmente en un mundo virtual, huyendo de nuestra responsabilidad y queriendo vivir en un mundo irreal sin asumir las consecuencias de nuestros actos, de nuestro libre albedrío, culpando a otros de nuestros males.

Es la dominación cartesiana de las sociedades, de la que deberíamos sacar algunas conclusiones para el futuro, para cambiar el rumbo de nuestra civilización.

Quienes que viven para sí mismos necesitan servirse de los demás, no sirviendo a la sociedad más que de manera interesada, egoísta y virtual. Ellos son los que han abatido el plano PD y se han colocado arriba, sobre nosotros, sobre el plano PS de las sociedades, porque se lo hemos permitido.

La concepción del poder que tengamos y a la que sirvamos determinará la calidad de nuestras sociedades. El poder, concebido como una responsabilidad y ejercido como un acto de servicio a los demás, será la clave del progreso y del bienestar material y espiritual de una sociedad. Mientras que el poder concebido como un privilegio y ejercido como una forma de dominación de la sociedad la condenará a la división interna, al enfrentamiento y a la ruina material y espiritual.

Ya nos lo advirtió Jesucristo en los Evangelios:

«Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro» (Mt 6, 24).

Tenemos que elegir a quién servir en nuestra vida terrenal: Quien vive para servir a los demás vive en el espíritu, pero quien vive para sí mismo vive en la materia.

 

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