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La sociedad en el Egipto de los Faraones.

 

Benedicto Cuervo Álvarez.

 

Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo. Profesor de Historia en la FESD de Oviedo (España).

 

 

INTRODUCCIÓN

El Imperio egipcio se desarrolló a las orillas del río Nilo a lo largo de casi tres mil años. En tan prolongado periodo de tiempo los egipcios crearon una brillante civilización, cuyas características básicas se mantuvieron con escasos cambios a lo largo de los siglos.

El territorio que ocupó el Egipto antiguo está situado en torno al río Nilo. Durante la mayor parte de su recorrido el río discurre por un estrecho valle al que los egipcios llamaban Alto Egipto. Poco antes de su desembocadura, el Nilo se abre en un ancho delta, el Bajo Egipto.

En los remotos tiempos de la primera civilización, Egipto comprendía los últimos 1.400 kilómetros, es decir, la parte del gran río que deriva corriente abajo desde la primera catarata de Asuán. A lo largo de la mayor parte de tan considerable trayecto, el Nilo había excavado una profunda y amplia garganta en el desierto, en cuyo fondo se había formado una espesa capa de arcilla (limo) que, al salirse el caudal del río durante el periodo de lluvias, fertilizaba extensas zonas a ambas orillas del Nilo dando lugar a una densa concentración de población y a una importante producción agrícola (especialmen te de cereales, aunque también viñedos y ganado).

La influencia del Nilo en la civilización egipcia fue decisiva. La necesidad de regular el curso del río y sus crecidas anuales (de junio a septiembre) obligó a los egipcios a construir canalizaciones, a organizar los trabajos del ciclo agrícola mediante un poder político centralizado y a estudiar el curso de los astros para prevenir los cambios estacionales. (1)

Herodoto de Halicarnaso, considerado como el “Padre de la Historia”, visitó Egipto hacia el 450 a C, en la época de la primera dominación persa, tras el periodo saíta. El ilustre historiador griego nos dejó las impresiones de su viaje en el libro II (Euterpe) de su obra magna “Historia”. En este libro ofrece un vivido relato de la vida y costumbres de la sociedad egipcia de su tiempo, y se adentra, con frecuencia, en los terrenos de la historia, al transcribir las informaciones que al respecto le suministraban los sacerdotes de Menfis. Aunque no se pueden tomar al pie de la letra muchas de las vicisitudes que da por históricas, sí es cierto que gran cantidad de los datos que proporciona pueden tener se por auténticos, sobre todo cuando describe hechos y anécdotas de los que era testigo directo.Según este ilustre historiador griego elNilo, además de ser la fuente de la vida en medio de un territorio desértico, sirvió durante miles de años como vía de comercio y comunicación. Todo ello llevó al historiador griego Herodoto a calificar a Egipto como un «don del Nilo» y añade que: “Egipto es el país que riega el Nilo con sus inundaciones y son egipcios quienes habitan el curso debajo de la ciudad de Elefantina y beben agua en ese río”.

En este sentido Diodoro señala que: “ El Nilo da comienzo a su desbordamiento a partir del solsticio de verano hasta el equinoccio de otoño y, aportando siempre nuevo limo, empapa por igual la tierra inculta, la sembrada y la plantada, tanto tiempo cuanto los agricultores del territorio quieran. Como el agua discurre mansamente, lo desvían fácil mente con pequeños diques y de nuevo lo reconducen cómodamente cortándolos cuan  do se cree que es conveniente…Toda la agricultura que se practica entre los otros pueblos con grandes gastos y fatigas, entre los egipcios, se recolecta con pequeñísimos dispendios y trabajos”. A continuación Diodoro de Sicilia, historiador griego del s. I. a.C., se refiere a la riqueza de la pesca: “Tiene especies de peces de todas clases e increíbles por su abundancia; a los nativos no sólo les proporciona el abundante provecho de los peces recién capturados, sino también les suministra una cantidad inagotable para la salazón. En general, en beneficio de los hombres, supera a todos los ríos del mundo habita  do”. (2)

Según Heródoto, el pueblo egipcio habría alcanzado pronto grandes conocimientos de astronomía, e igualmente un alto desarrollo técnico, puesto de manifiesto en la construcción de sus magníficas pirámides. “Los egipcios fueron los primeros hombres del mundo que descubrieron el ciclo del año, dividiendo su duración, para conformarlo, en doce partes [año solar de doce meses]... Decían también que los egipcios fueron los primeros en dedicar altares, estatuas y templos a los dioses y en esculpir relieves en piedra “. Los dioses egipcios habrían sido adoptados más tarde por los griegos y en ellos estaría, según el historiador jonio, el origen de la religión griega: “Los nombres de casi todos los dioses han venido a Grecia procedentes también de Egipto”.

 

En otro apartado de su “Historia”, Herodoto habla en términos elogiosos de la sorprendente especialización que ya existía en la medicina del Antiguo Egipto. “ Asimismo, tienen especializada la medicina con arreglo al siguiente criterio: cada médico lo es de una sola enfermedad y no de varias. Así, todo el país está lleno de médicos: unos son médicos de los ojos, otros de la cabeza, otros de los dientes, otros de las enfermedades abdominales y otros de las de localización incierta”. (3)

Otro famoso griego, Tales de Mileto, viajó a Egipto al igual que parece ser, lo hizo el filósofo Platón que señala en su obra “Timeo”, entre las aportaciones de los egipcios a la cultura universal, la constitución de distintas clases en el seno de la sociedad (sacerdotes, guerreros, artesanos, agricultores, pastores y cazadores ) y el conocimiento del mundo que nos rodea, es decir, el conjunto de las ciencias, desde la astronomía a la medicina, incluídas las técnicas auxiliares de que se sirven. (4)

Aristóteles en su curiosidad sin límites y en su afán por conocer el desarrollo histórico de la cultura, tuvo en muy alta estima a la civilización egipcia. Así, en su principal obra especulativa (Metafísica) reconoce en los egipcios a los descubridores de las matemáticas y ofrece de ello una explicación sociológica: se debió a que tenían una casta sacer dotal que disponía de ocio, skholé. En otro tratado afirmará que muchos de los conocimientos astronómicos de la humanidad proceden de los egipcios.

 

Pero será la “Política”su obra más sugerente sobre el tema. En ella Aristóteles parte de esta afirmación central: “ los egipcios son, al parecer, el pueblo más antiguo”. De ahí se deriva, según él, su primacía en tantos descubrimientos, incluidos aquellos de carácter político y social. En Egipto, añade, “es donde apareció por vez primera la división en clases sociales”. (5)

Precisamente de las distintas clases sociales que ya se apreciaban claramente en la civilización antigua egipcia trata este artículo diferenciando el grupo o clase de los privilegia dos o Alta de la de los no privilegiados o clase Baja. La hoy denominada clase media en la antigüedad estaba dentro del grupo social de los no privilegiados salvo alguna excepción otorgada por el propio faraón.

 

LA CLASE ALTA EN LA CIVILIZACIÓN FARAÓNICA.

 

La clase social Alta egipcia, también denominada privilegiada, era la poseedora de todas las tierras y propiedades del país así como obstentaba los más altos cargos de la administración ( consejo, gobierno, justicia, ejército…). Todos los egipcios debían de pagar una serie de tributos anualmente tanto al faraón, a través de sus funcionarios, como a la casta sacerdotal y estaban exentos de pagar cualquier impuesto o tributo. Eran una minoría, inferior al 10% del total de la población egipcia, y en la archiconocida pirámide social ocupaban su afilada cúspide. A esta clase social Alta pertenecía, tan solo, el faraón y su familia, los nobles y sacerdotes.

 

A)El faraón: La sociedad egipcia estaba estructurada teniendo como cabeza central al faraón, dueño de las tierras de Egipto y con influencia absoluta sobre sus súbditos. A todo lo largo de la historia antigua egipcia, el faraón dispuso de autoridad absoluta en todas las esferas de la administración, aunque sus responsabilidades cotidianas quedaran necesariamente delegadas en su visir y en un número cada vez mayor de funcionarios.

 

La palabra faraón deriva del vocablo egipcio Per-aa, que, para los egipcios de aquella época, significaba Su Majestad, El, o su Señor. Posteriormente, se le conocerá con  el nombre bíblico de “faraón” con lo que comúnmente se designa a aquellos monarcas, derivada del término “gran casa” con que se denominaba a su palacio, y su empleo incluyó, más tarde (a partir de la dinastía XI), al mismo monarca. (6)

Los faraones fueron considerados seres divinos ya durante las primeras dinastías y eran identificados con el dios Horus. A partir de la dinastía V también eran “hijos del dios Ra”. Tras su muerte el faraón se fusionaba con la deidad Osiris y adquiría la inmortali dad, siendo entonces venerados como un dios más en los templos. Además, el faraón mantenía simbólicamente la unidad del país, ejerciendo su poder sobre el Alto y Bajo Egipto. Esta dualidad unitaria tenía como regia representación una corona que combina ba un doble diseño. (7)

Los egipcios creían que su faraón era un dios viviente. Sólo él podía unificar el país y mantener el orden cósmico o Maat. También creían que cuando moría, alcanzaba la vida eterna, no solamente para él, sino también para su pueblo. El poder del faraón era absoluto. Mandaba al ejército, fijaba los impuestos, juzgaba a los criminales y controlaba los templos. Se asociaba al faraón con los dioses sol y cielo, especialmente con Horus, el dios cielo con cabeza de halcón. El nombre del faraón se escribía en el interior de un cartucho: un disco ovalado, símbolo del poder del rey sobre "todo lo que envuelve el Sol".

Hapy era el dios de las inundaciones del Nilo. Era representado con un rey, ataviado con el tocado real nemes y una barba postiza. Sus pechos femeninos eran símbolo de sus aguas, que daban vida a Egipto. El faraón era el dueño de las tierras y los egipcios tení an que pagar un tributo o impuesto anual.

Solamente el faraón podía llegar a los dioses. Él era también el intermediario entre los hombres y los dioses gracias al cual los hombres tomaban contacto con el mundo espiritual. El faraón intercedía ante los dioses en favor del pueblo, cumpliendo los ritos apropiados para ello y haciendo las ofrendas requeridas, con el objeto de que los dioses se considerasen benévolos con Egipto. El faraón era, por tanto, el sumo sacerdote de cualquier templo del territorio, y era él quien designaba a otros sacerdotes para tan alto menester y quien dotaba a los templos de tierras y rentas.

Otro poder que tenía el faraón era el ser el jefe supremo de los ejércitos y el encargado de nombrar a sus generales. En muchos relieves, frescos y papiros egipcios nos encontramos con una enorme figura representando al faraón triunfante contra sus adversarios, lo cual es interpretado por los arqueólogos y egiptólogos como un signo de megalomanía, egocentrismo y despotismo. Es una propaganda ante el pueblo de su poder aglutinando los poderes divinos y, por tanto, sirve de defensa contra cualquier intento de agresión o invasión por parte extranjera.

En un himno a un faraón se describe esta simbología:

“Él puede destruir al arquero extranjero sin golpearle…Es capaz de disparar la flecha sin dirigir el arco…Su lengua representa a Nubia y con solo la pronunciación de este nombre huye el enemigo. Hele aquí como un protector cuya mano permanece firme. Hele aquí como refugio para quienes temen al enemigo. Hele aquí como sombra refres cante contra el calor estival. Hele aquí como rincón seco y cálido en el tiempo invernal. Hele aquí como montaña que detiene la tempestad cuando los cielos rugen”. (8)

El faraón era también el juez supremo en Egipto. Los dioses le habían entregado jurídicamente la creación entera. Sabemos que Ramsés III estableció, al final de su largo reinado, dos tribunales de justicia, uno compuesto por seis miembros denominado Los grandes príncipes del Tribunal de instrucción que juzgaba a los funcionarios de bajo rango y otro tribunal formado por cuatro jueces que se ocupaba de juzgar a los altos funcionarios. Además, existían juzgados provinciales y locales por todo Egipto. Se dictaron leyes para regular las relaciones sociales que trataban de la organización administrativa, la gestión y el gobierno, economía, reglamentación y división del trabajo, reglamentación de impuestos y tributos y el código de leyes. Además el faraón promulgó una serie de derechos y decretos reales como nombramientos de funcionarios, promociones, sustituciones, anuncios de recompensa, etc.

Existen algunos documentos que trasmiten las preocupaciones humanas de la justicia del faraón y de sus altos magistrados ya durante el Imperio Antiguo:

“Si un demandante desea dirigirse a ti, no te lo quites de delante con una sola palabra cuando habla. Si desestimas su demanda, hazle comprender la razón por la cual se la desestimas…No te irrites contra un hombre injustamente, irrítate más bien a propósito de lo que justifica la irritación…Mira, la gloria de un magistrado es que hace lo que es recto”. (9)

En algunos momentos de la civilización egipcia el poder del faraón quedaba en entre dicho. Se suceden asesinatos de faraones y algunos generales consiguen alzarse con el poder por encima de la sucesión hereditaria tradicional. Durante el reinado del faraón Pepi II se producen una serie de disgregaciones internas a medida que el anciano faraón daba más poder a las dinastías locales. Pocos años después de su muerte, el Imperio Egipcio quedó desintegrado por la anarquía feudal, por la lucha entre los poderosos y el debilitamiento del poder central. Todo ello produjo miseria y muerte para la sociedad egipcia como se refleja en este interesante documento:

“El país está lleno de ladrones, se va a arar con el escudo… El Nilo fluye, pero no se ara, porque todos dicen: no se sabe qué vendrá…El país da vueltas como el torno de un alfarero; el ladrón es dueño de las riquezas, ahora los nobles señores recogen los frutos y los nobles trabajan en las canteras…El río está lleno de sangre…Cualquier asiático es persona ilustre, mientras los egipcios se comportan como nómadas…Los viejos exclaman: ¡Quisiera estar muerto!. Los niños dicen: ¡Ojalá no hubiera nacido!... (10)

Entre las aficiones a las que más tiempo dedicaba el faraón estaba la caza en los desiertos de Egipto, donde podía cazar toros salvajes, gacelas, órices, antílopes y leones. El faraón Amenhotep III se ufanaba de haber matado más de 100 fieros leones en 10 años; también mató 90 toros salvajes en una cacería. Por lo general, el faraón no corría peligro en sus partidas de caza: le acorralaban los toros en un cercado y allí les azuzaban las pie zas. Luego, también utilizaron carros. Además de la caza, el río estaba rebosante de pe ces que se podían capturar con arpones, anzuelos o redes. Los macizos de papiro también ofrecía gran variedad de aves y gansos. Para cazarlos la técnica consistía en lanzar un bastón arrojadizo cuando las aves salían volando del macizo.

El faraón era todopoderoso. Los visitantes besaban el suelo que pisaba. Pero aquel que lo tocara sin su permiso podía ser condenado a muerte.(11)

 

Para el mantenimiento del orden social establecido era muy importante que el faraón se asegurara la sucesión de su poder. Por eso tenía varias esposas, de las que sólo una era considerada como reina, y recibía el nombre de Gran Esposa Real. Si ésta moría, el fara ón escogía a otra de entre sus mujeres para que la sucediera.

 

Una práctica habitual entre los soberanos era casarse con sus propias hermanas, e inclu so hijas, igual que los dioses se casaban con su propia familia. Ésto se hacía para fortale cer la pureza de la sangre real.

 

El poder del faraón es para todo la vida, es decir que gobierna hasta el día de su muerte. La tradición dictaba que, al morir el faraón, le sucediera el hijo primogénito (el nacido prime ro) que le hubiera dado su esposa, si no tenía hijos le sucedía su hermano, o pariente más cercano. Si el hijo era muy joven, su madre hacía de regente hasta que el heredero asumiera su puesto. En el caso de que el faraón no tuviera hijos ni hermanos, un consejo de sabios elegía al nuevo rey. Una mujer podía ser faraón, dentro de las más famosas encontramos a Hatshepsut, o Cleopatra, la última emperadora de Egipto. (12)

 

B) La nobleza: La nobleza estaba constituida por los parientes del faraón, altos funcionarios del gobierno egipcio (gobernadores de una provincia o “nomo”) y ricos señores terratenientes.

 

El visir es uno de los cargos más destacados durante toda la civilización egipcia y ya se conoce la importancia del visir desde la IV dinastía aunque su existencia es incluso anterior. El visir es el jefe de todo el poder ejecutivo, “el guía de los grandes del Alto y Bajo Egipto”, “juez supremo”, director de las dos tierras y de los dos graneros, y además de todos los trabajos del faraón. Es el jefe de la administración central, y se ocupa de la justicia, pero fundamentalmente del tesoro y de la agricultura. Era el máximo dirigente o “primer ministro” cuya autoridad sólo era superada por la del faraón, asumiendo varias de sus funciones por delegación. Parece seguro que el cargo de visir ( t3ty) recaía en algún príncipe de sangre real y que desplazó al canciller (sd3wty), que pasó a desempeñar un cargo meramente honorífico.

 

La función que siempre mantuvo el visir, a lo largo del tiempo fue la de “Administrador de la Justicia”, de la mAat, Maat, aspecto importantísimo y fundamental dentro de la organización egipcia. Como tal, impartía justicia y nombraba a los magistrados.

El cargo de visir era el de mayor jerarquía en el antiguo Egipto; se reunía con el rey varias veces al día para mantenerlo puntualmente informado de todo lo que acontecía en sus dominios. El faraón delegaba en él funciones de gobierno tales como la representación en cuestiones de dirección y administración civil y en todo lo concerniente a la administración de los dominios reales. Esta última función comprendía la administración de la residencia real, la elección del emplazamiento de la tumba real y la construcción de la misma. Otra de las funciones importantes del visir era la de gobernar el país durante los 70 días de luto que sucedían a la muerte del faraón; era también el que se ocupaba de supervisar el banquete funerario y el acompañamiento musical. Y, por último, era el que tenía el poder de nombrar, efectivamente, al heredero del faraón.

 En el Imperio Antiguo (2686-2173 a.C), todos los funcionarios de alto rango eran educados en la corte y vivían en la residencia real. El cargo de visir, al igual que el del faraón, podría haber sido un cargo hereditario, de padres a hijos, hecho que se deduce de los enterramientos de de la Dinastía VI hallados en Abidos y en Saqqara.

Durante el Imperio Antiguo el visir acumulaba las funciones de Alcalde de la capital Tebas, Administrador de la justicia, Supervisor de la residencia real y Supervisor de los ejércitos. El visir reside en la capital, mientras que los heraldos son los que tienen cierto poder en los distritos. (13)

Considerado el mejor cargo de Egipto, el visir se convirtió en un puesto muy lucrativo durante la Dinastía XVIII. Muchos de quienes lo ocuparon fueron favorecidos por sus señores, como Amenemopet, visir del faraón Amenhotep II, y su hermano Sennefer, alcalde de Tebas, que se convirtieron en hombres extremadamente ricos gracias a las atenciones reales.(14) 

El visir era designado para el cargo tras una larga carrera administrativa, que llegaba a superar los veintitantos años, por lo que eran mayores al llegar a este puesto. La avanza da edad transmitía sabiduría y justicia del representante de la Maat ante el pueblo. Era una figura querida por el pueblo, incluso recibía ofrendas en sus tumbas; era él quien los defendía ante los abusos de los funcionarios corruptos o abusivos. Era el defensor del pueblo. En las tumbas de Kagemmni y Ptahhotep (ambos de la Dinastía VI) han aparecido muestras de ofrendas humildes y gente enterrada a su alrededor.

Todo visir accedía al cargo en una gran ceremonia durante la cual el faraón le daba instrucciones y recomendaciones que no convenía olvidar. Es en este momento cuando empiezan a aparecer una serie de textos muy interesantes en las tumbas de los visires, entre las que destaca la de Rehmire, que extiende en su biografía todo el texto del nombramiento, con la gente aclamándole, etc., además de incorporar todas las obligaciones propias de su cargo. Dice de sí mismo que era “noble, el segundo tras el faraón”; o que era “el supervisor de los supervisores, el hombre de los secretos, que penetra en los santuarios”. Estos textos pasarían a conocerse como “La investidura del visir”. (15)

Los nomarcas eran funcionarios de alto rango que se encargaban del gobierno de una provincia o nomo. El nomarca era el jefe supremo de la administración local en el Antiguo Egipto, responsable de la irrigación, del rendimiento agrícola, y también de recau dar impuestos y fijar los límites de las propiedades después de la inundación anual del Nilo, y era responsable de la gestión de almacenes y graneros.

El nomarca realizaba sus tareas jurídicas, militares y religiosas como delegado del fara ón. Durante el Imperio Antiguo tenía el título de ady-mer «el que abre los canales», en primer periodo intermedio y principio del Imperio Medio, recibía el de Hery-tep aa sepat, «príncipe del distrito», y desde el Imperio Medio hatia, «alcalde». Estaba asistido por una asamblea (dyadyat) y rendía cuentas a la corte. (16)

Los nomarcas manejan a la provincia en todos los ámbitos civiles, administrativos, eco nómicos y religiosos del territorio que le ha sido delegado por la propia persona del faraón. La responsabilidad complementaria del faraón con los nomarcas en las áreas econó micas y religiosas le confirieron a éstos el campo orégano como para empezar a destacar se las ambiciones individuales que, aprovechando la debilidad de la Corona, se manifestaron abiertamente en el Primer Período Intermedio, constantemente reafirmadas por luchas internas y fraticidas. Las provincias, finalmente, se alzaron contra la “Administra ción Central”. (17)

Además de las funciones civiles como recaudar los impuestos debidos a la Corona (y en su nombre), los nomarcas jugaban otros papeles fundamentales para la “Administraciòn Central”, de forma tal que, con el tiempo, lo hicieron para ellos mismos. Eran, también, los directores de los cleros de la provincia que dirigían, interviniendo tanto en la administración del templo como en el ejercicio del culto efectivo a la divinidad involucrada, cargos cuya complementación se basa en la provisión regular de los altares dedicados a la deidad. Originariamente, los primeros nomarcas dirigían al personal eclesiástico del templo devoto de una deidad, en su calidad de imy-rA Hm.w-nTr, “supervisor de sirvientes del Dios”, título que duró en el tiempo tanto como el nomarcado como institución. Tal era su poder dentro del clero que incluso algunos líderes provinciales se deifican, co mo Isi de Edfú o Pepinajt de Elefantina, lo que revela con claridad, el poder y prestigio que ostentaron dentro de la clase sacerdotal y de su propia comunidad. (18)

Por otro lado, es difícil de precisar cuáles, en definitiva, eran los beneficios del nomarca al ser tal “supervisor de sirvientes del Dios”, los cuales debían variar de templo a templo, según su importancia. Seguramente no era lo mismo un templo ubicado en la zona rural desértica que uno situado en una ciudad de grandes dimensiones.

Los nomarcas también se ocupaban de la gestión de bienes que pertenecen al dominio religioso, que implican las ofrendas de alimentos y los objetos materiales destinados al culto. Este campo, que es expresamente mencionado en las autobiografías de la Sexta Dinastía está ausente de las de los primeros Hrytp aA’s, cuyas funciones se centran en las cuestiones administrativas y burocráticas del territorio adjudicado a su persona.

Entre el cúmulo variable de títulos ministeriales, el nomarca es designado como Hry sS tAo “maestro de los secretos” o “secretario” del templo local de culto divino, aparente mente en forma honoraria. Pero muchos de entre ellos denotan un papel ritualístico en las acciones cotidianas consagradas a la divinidad en el templo. Algunos títulos son particulares a un nomo determinado o al culto divino del que se trate y corresponden a peculiaridades de la religión local. El cargo de iwn Knmwt, “Pilar-de-su-madre”, usado por Isi de Edfú, a la vez revela su origen menfita: originariamente asociado a la tarea de vestuario del faraón, la función así designada, experimentada en las provincias, posiblemente, tenga que ver con la investidura de la divinidad local. Anjmin de Ajmim es Hm-nTr, “profeta”, lit. “sirviente del Dios”, y tenía a su cargo dos tareas muy específicas e impor tantes: el ser gerente del grupo sacerdotal y la adoración de la divinidad. De ese modo, las labores esperadas de un “profeta” son varias y variadas, siendo la del nomarca de turno la más dignificada de todas: adorar a la divinidad cotidianamente. En los Nomos V y IX del Alto Egipto, cuyo patrón era el dios Min, el título smA Mnw, “estolista de Min”, está muy bien registrado desde sus orígenes. Duamenu en Ajmim e Inti en Des hashe son sDH wiA, “inspectores de la barca-wiA”, cargo que muestra que los dos personajes estaban involucrados en el traslado fluvial de la imagen divina durante las ceremonias públicas y privadas. (19)

Existen abundantes y claras referencias de que entre sus obligaciones estaban las de recitar en voz alta los textos sagrados, así como el copiarlos por escrito. En sus titulaturas, frecuentemente, aparece el cargo de Xry Hbt, “sacerdote lector”, o también Xry-Hbt Hry-tp, “sacerdote lector en jefe”, quien daba directivas al momento del ritual.

Las titulaturas de los primeros nomarcas están lejos de representar el cúmulo de funciones que la “Administración Central” esperaba de dicho cargo durante la Sexta Dinastía, aunque sí indican las responsabilidades de la función oficial, al menos es lo que se ve con total claridad bajo el gobierno de Pepi II. (20)

[]Los nomos importantes crean pequeñas cortes, que se enriquecen de forma espectacular, surgiendo verdaderas dinastías de nobles provinciales; son los nomos del Egipto Medio, en concreto Asiut y Meir. (21)

Tras la guerra con los hicsos (entrando ya en el Segundo Período Intermedio, (1786-1552 a.C.), se produce una reforma de la administración que supone, en primer lugar, la creación de un ejército permanente. Con la introducción en él de soldados extranjeros mercenarios. Hasta entonces, en Egipto no había ejército, sino que se creaban una serie de “expediciones” para ir a la guerra. Con la creación de este ejército permanente, apare ce la figura del Comandante de los ejércitos, el imy-r mSa wr, “imy-er mesha wer”. (22)

En el Imperio Antiguo, el ejército se denominaba “mesha”, cuya traducción viene a ser “agrupación de fuerzas”: y efectivamente, eso era, unos grupos que se reunían en caso de necesidad para apoyar a pequeñas unidades permanentes. Este ejército tenía entre sus funciones la protección de fronteras y del comercio marítimo, pero también la realización de todo tipo de trabajos públicos. El ejército como tal no apareció hasta el Imperio Medio y se desarrolló durante el Imperio Nuevo. (23)

En este momento la unidad de soldados era el pelotón de 50 hombres, que iban manda dos por un oficial. 5 pelotones ( 250 soldados) formaban una compañía, mandada por un oficial superior y 20 compañías de 250 hombres eran una división o cuerpo (5.000 hombres), mandada por un Director de ejército. Varios cuerpos eran mandados por un “General en Jefe” o “Director de los Ejércitos”. Cada unidad, cada cuerpo, tomaba el nombre de una divinidad y se le dotaba de un estandarte con la imagen de ésta. Las unidades iban precedidas de los portaestandartes. Los oficiales llevaban una “loriga de escamas” hecha de piezas de cobre o bronce más adelante, sujetas con remaches sobre un chaleco de cuero. Este cuero podía ser, o solía ser, de piel de cocodrilo o hipopótamo Había también, para niveles altos de oficiales, corazas de malla o chapas de cobre o bronce. Los soldados llevaban faldellines o delantales y en el tórax varias capas de cuero con remaches de cobre y pintados de colores.

 

El jefe supremo era el faraón y los jefes de los distintos ejércitos egipcios estaban dirigidos por personas pertenecientes a la familia del faraón e incluso alguno de esos jefes militares era uno de sus hijos. También existían generales y oficiales intermedios que pertenecían a la nobleza egipcia. El “Supervisor de los soldados” era el general y por debajo de él existían: “Comandantes de los reclutas”, “Comandante de las tropas decho que”, etc. Los oficiales llevaban un largo bastón de mando, para distinguirse de los de más soldados. (24)

 

También se crean otros cargos, como el de alcalde de la Ciudad del Sur, Tebas, que ya no recae sobre el visir; éste se ve obligado a ceder la administración de la capital a otro funcionario. Esto hace que el visir pierda poder y ya no sea el segundo hombre, tras el faraón, porque tras el monarca estarían el propio visir, el comandante de los ejércitos y el alcalde de Tebas.

 

En definitiva, los nobles administraban el país en nombre del faraón, lo que implicaba cumplir tareas como la ejecución de las obras públicas, la supervisión de la construcción de canales y diques, la administración de los frutos guardados en los almacenes reales y el cobro de los impuestos y también ocupaban altos cargos en el ejército y la justicia.

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C) La casta sacerdotal:  El régimen de Egipto era teocrático; el soberano político era también un Dios. Como tal, detentaba la responsabilidad última en cuanto al manteni miento del orden divino en el país. Obviamente, el rey no podía estar presente en todas las ceremonias que se celebrasen en los numerosos templos de Egipto. Era preciso que delegase en unos representantes que pudiesen asumir las funciones de aquél en el lugar. Ese fue el origen de la clase sacerdotal.


El faraón, pues, contaba con un grupo de sacerdotes -algunos eran parientes- poseedores de enormes extensiones de tierras. Los sacerdotes se caracterizaban por su sabiduría, si endo su principal tarea la administración de los templos y la atención de sus divinidades para interpretar sus deseos y cumplirlos.

 

En la cúspide de la jerarquía sacerdotal figuraba el pontífice, llamado Sem. Sin duda era un hombre muy culto, uno de los ancianos del templo, dotado además de considerable capacidad administrativa y habilidad política. Estaba encargado del buen funcionamien to del templo y su patrimonio, y oficiaba todas las ceremonias solemnes. Esta autoridad normalmente se reclutaría de entre las propias filas del clero, aunque era prerrogativa del faraón el nombrar a quien prefiriese para estos cargos.

Los sacerdotes estaban asistidos por algunos ayudantes, como los purificadores, responsables de la preparación de los alimentos ofrecidos a la divinidad, pero también había músicos y cantores, que solían ser ciegos, dedicados a su distracción.

Una de las funciones, tal vez la más importante de los sacerdotes, era la custodia de las estatuas sagradas u "oráculos". De entre los sacerdotes, una minoría selecta tenía el privilegio de entrar en el "santísimo" de cada templo para atender al cuidado del oráculo. Aunque no hiciesen falta unas convicciones religiosas muy firmes para desempeñar el empleo, el sacerdote debía purificarse antes de entrar en contacto con la divinidad. Para ello era necesario que se afeitase todo el vello del cuerpo y los cabellos; los piojos eran una plaga común en Egipto y el afeitado evitaba su proliferación. Las abluciones constituían también una parte importante de la purificación. Los sacerdotes se bañaban cuatro veces al día y muchos templos poseían lagos sagrados dedicados a estos menesteres.(26)

En Egipto existía un conjunto de centros religiosos con deidades específicas que se dis tribuían a lo largo de todo el territorio de las dos tierras, así existía el clero de Heliópolis dedicado a Ra, el de Menfis a Ptah, el de Abidos a Osiris, el de Tebas a Amón, el de Aj min al dios Min y así innumerables deidades eran adoradas. Cada centro tenía un conjun to de templos, "Las Mansiones del Dios", en donde todo un cuerpo de sacerdotes, sacer dotisas y siervos se empleaban tanto para mantener el templo como para la organización del culto.

A su vez, cada templo era un centro de acumulación de conocimientos, haciendo que durante toda la historia de Egipto, el saber se compilaba en estos centros y se resguardaba para las futuras generaciones; algo así como nuestras bibliotecas actuales. La posición sacerdotal ejercía un gran poder y autonomía, ya que generalmente los templos tenían una cantidad de tierras adjudicadas que le proveían sustento, a través del cultivo y del ganado que arrendaban a los campesinos. Muchos faraones antes de iniciar el reinado habían ostentado cargos de sacerdotes en el culto, sea de Ptah o Amón.

Con el paso del tiempo los sacerdotes se constituyeron en una burocracia tremenda, que contaba con millares de hombres. Eran cientos los templos consagrados a los diferentes dioses, y cada uno de ellos gozaba de autonomía en cierta medida, con su propia jerar quía y su división del trabajo. En todos los templos, sin embargo, eran muy parecidos los oficios, con una especialización de servicios muy avanzada. (27)

Existían además prohibiciones relativas a la indumentaria. Los sacerdotes no podían vestir prendas de lana por ser esta fibra de origen animal. Usaban exclusivamente ropas finas de lino que se guardaban en un lugar especial de los templos custodiadas por otros sacerdotes y llevaban sandalias de fibras de papiro o de palmera. Además, los sacerdotes egipcios debían de observar ciertas prohibiciones alimentarias como era el no comer carne de cerdo y pescado por considerarlas como alimento de los pobres.

Otra condición de la pureza del sacerdocio era la abstinencia sexual, que sólo estaban obligados a cumplirla mientras se hallasen en servicio. Todos los templos tenían un sistema de rotación por turnos, de manera que cada sacerdote servía durante sólo un mes, tres veces al año. Los meses en los que no estaba de servicio hacia vida normal en la co munidad laica.

Las mujeres también servían en los templos siguiendo el mismo régimen rotatorio de los hombres. A menudo, estas mujeres eran esposas de los sacerdotes y sus hijos podían he redar el oficio de los padres. Las mujeres podían ser cantoras (chemait), músicas (hesit) o bailarinas (jebait). Durante el Imperio Antiguo y el Nuevo Reino, muchas mujeres de clase acomodada sirvieron a la diosa Hathor. En el culto a Amón, la posición más importante que ocupaba la mujer era la de Divina Adoratriz. Las mujeres que ocuparon este puesto fueron hijas o hermanas del faraón reinante. (28)

Los sacerdotes, en sus múltiples templos, se encargaban de la educación de los príncipes, nobles y futuros funcionarios. Para seguir una carrera profesional era de primera necesidad obtener una educación adecuada en una de las escuelas adscritas a palacio o al templo, donde se copian libros y se recibían instrucciones. En Tebas había dos escuelas importantes, una en el Templo de Mut y otra en el Rammeseum. También destacaba la escuela de Deir El-Medina y la Casa de la Vida en el Templo de Medinet Habú.

La educación que en los templos daban los sacerdotes a los pequeños eran muy complejas, ya que en la enseñanza de la escritura comprendía otras disciplinas, aparte de la habilidad precisa del dibujo a pluma, ya que se aprendía geografía, matemáticas, gramá tica, textos sagrados, idiomas extranjeros, dibujo, correspondencia comercial y diplomacia, etcétera, lo que capacitaba acceder a los más dispares empleos.

La acumulación de recursos terrenales llegó a tal nivel que comenzó a ensombrecer la posición del faraón, y por ejemplo en la Dinastía XX muchos sacerdotes terminan re emplazando al faraón en su puesto, como es el caso de Herihor.Algunos sacerdotes fue ron momificados y sus cuerpos colocados en pirámides, después de su muerte, dado que eran personajes queguardaban todo el conocimiento de la cultura milenaria de Egipto, tal era la importancia de esta clase social en el antiguo país del Nilo. (29)

LA MAYORITARIA CLASE BAJA EGIPCIA.

 

La clase social Baja egipcia, también denominada como los no privilegiados, era la más numerosa ya que suponía más del 90% del total de la población egipcia y era una clase muy heterogénea ya que en ella se incluían desde los campesinos hasta los artesanos, comerciantes, escribas, soldados y por supuesto una gran cantidad de esclavos. Todos ellos tenían en común el tener que trabajar para un señor y pagar una serie de impuestos o tributos que, muchas veces, superaba la mitad de lo que producían los campos que trabajaba lo que les abocaba a la más absoluta miseria cuando la cosecha no era abundante.

 

A) Escribas: Los nobles eran apoyados en sus tareas por funcionarios y escribas, quienes, al estar en contacto con los pueblos, lograban que la administración fuera más eficiente. Ellos se caracterizaban por saber leer, escribir y ser grandes calculistas, debiendo estudiar durante cinco años. Por tanto, eran personas muy cultas que actuaban como secretarios del faraón. Administraban el país, vigilaban las construcciones y recaudaban los impuestos.(30)  

 

Los escribas eran indispensables para el funcionamiento del aparato estatal. En Egipto, el buen funcionamiento del Estado reposaba, esencialmente, en los escribas. Su misión consistía en transcribir las órdenes, anotar y controlar, en general, las actividades económicas. Estos burócratas estaban adscritos al palacio del faraón, pero también los había dependientes de los templos y del ejército.

 

Desde el momento que los egipcios dominaron la palabra escrita, aplicaron ésta para aquellas tareas que demandaban un control minucioso, así los controles de crecida del río Nilo era una tarea sumamente importante ya que la solvencia alimenticia del reino se basaba en cuan grande era la inundación. Todo un ejército de escribas bajaba a los niló metros para medir y anotar los distintos niveles de crecida del río. Lo mismo sucedía para la ejecución de las gigantescas obras de arquitectura (como las pirámides), las cuales demandaban todo un ejército de obreros que debían ser alimentados, vestidos y provistos de herramientas. Toda esta logística se organizaba gracias a un sistema de registros que era mantenido por escribas.

 

También eran los encargados de inscribir, clasificar, contabilizar y copiar, utilizando varios tipos de escritura, como la hierática o demótica, que permitía escribir rápidamente, con la ayuda de un cálamo sobre papiros(papel hecho de fibras de la planta papiro), en las paredes de las pirámides o en placas de arcilla u ostracas y piedra.


Los elementos básicos de la escritura egipcia consistían en: papiros, una paleta, pince les, tinteros, un frasco de agua y goma y un mortero. El papiro venía en rollos que debí an cortar con una navaja según la extensión del documento. El pincel era un tallo 
de junco afilado a navaja o deshilachado por la punta. En la paleta había dos orificios,
uno para tinta negra (la más usada) y otro para la tinta roja (para destacar algún pasaje). Aunque utilizaban más colores, éstos eran los más característicos y los que usaban para documentos oficiales. De esta forma compartían también las enseñanzas con otros niños hijos de funcionarios, destinados a la carrera de escribas.


Ponían el papiro sobre sus rodillas y escribían de derecha a izquierda, en vertical, y a mano alzada. No se utilizaban las minúsculas, y no se separaban las palabras, sólo al final de cada período del texto, con una señal denominada parágrafos. El título del texto iba al final para preservarlo. Cuando el escriba terminaba el texto, procedía a su corrección, ya fuera él mismo o un corrector experimentado.

 

El escriba egipcio solía proceder de la clase baja, pero era inteligente y educado. Sus útiles eran una paleta con huecos para tintas de diferentes colores, una jarra de agua y un cálamo de papiro con su estuche. Conocía bien los documentos legales y comerciales de la época, y los preparaba al dictado o de otras maneras, un trabajo por el que recibía una remuneración.

 

Para gran parte de los puestos de su centralizada administración se requería gran número de oficiales que supieran leer y escribir. Los humildes escribas sin duda enseñarían a sus hijos o a algún hijo de un pariente como discípulos. El nivel de los ejercicios escola res sugiere que los escribas lograron discípulos aventajados y que siguieran sus vocaciones. (31)    


La personalidad del escriba era la del depositario milenario del antiguo Egipto la cual le otorgaba un popular prestigio liberado de superstición e idolatría. El escriba Jupuiu, que
vivió durante la dinastía V, desempeñó, al mismo tiempo, el cargo de ministro de asuntos del rey, escriba de los documentos reales y director de los escribas. Durante la dinas tía VI, Dyau, cuya tumba se encontró en Abydos, era escriba de rollos divinos, director de los escribas reales y sacerdote lector.

 

El número de escribas será numeroso desde el Imperio Antiguo hasta el Nuevo. Algu nos escribas del Imperio Nuevo egipcio conocidos fueron:

 

·         Amenemhet 1473 a. C.-1458 a. C. Cargo "jefe", funcionario y escriba. Dinastías XVIII.

·         Aajeperkare-Senb 1438 a. C.-Dinastías XVIII.

·         Amenofis 1430 a.C.-1350 a. C. Cargo Escriba real y sumo administrador. Dinastías XVIII.

·         Amemose 1279 a. C.-1213 a. C. Cargo Escribano real. Dinastías XIX.

·         Khaemipet 1270 a. C. Cargo Escriba del libro del Dios del Señor de las Dos Tierras. (Reino Medio). Dinastías XIX.

·         Ani 1250 a. C. Cargo Escriba de las ofrendas divinas de los dioses e inspector de los graneros de los señores de Tawer. Dinastías XIX.

·         C Hednakht 1232 a. C. Cargo Escriba del tesoro. Dinastías XIX.

·         Akhpet 1290 a. C.- Cargo Jefe de embalsamadores y escriba. Dinastías XIX.

·        Aba (Alt Ibi) Desconocida.-Cargo Escriba de caballos. Dinastías XX.

 

Los escribas eran los portaestandartes de la cultura de su país, Gracias a los escribas, se iba manteniendo el Estado egipcio sin cambios sustanciales. Ellos educaron al pueblo pa ra mantener su civilización. Tan orgullosos estaban de esto que se han encontrado frases en sus pizarras de loza, como las siguientes: “ Dirige tu corazón para ser un escriba, pa ra que puedas dominar la tierra entera”, “Se escriba, él dirige el trabajo de todo el mun do. Para él no hay impuesto, ya que paga tributos escribiendo, y tampoco hay deberes para él. Te lo ruego date cuenta.” (32)

 

B) Comerciantes y mercaderes: Era un grupo de intermediarios que se dedicaban a la compra y venta de todo tipo de productos desde los más básicos (cereales, hortalizas, fruta, vino…) hasta los objetos más finos y caros traídos desde de tierra de Punt o Pales tina y que vendían a los nobles o al propio faraón y su familia.

 

Algunos comerciantes tenían su propio establecimiento, mientras que otros negociaban en las plazas del mercado y los bazares de las ciudades. Algunos poseían flotas de naves que surcaban los mares lejanos en busca de mercancías valiosas procedentes de países distantes. Otros viajaban por las extensas rutas comerciales terrestres del mundo antiguo

 

La agricultura generó mucha de la riqueza del Antiguo Egipto. Se cultivaban granos, ver duras, fruta, se criaban vacas, cabras, cerdos y aves de corral, también se capturaban los peces del Nilo; y los excedentes eventuales, después de la deducción de las tasas e impuestos, eran vendidos en el mercado interior o se exportaba hacia sus países vecinos (Persia, Grecia y posteriormente Roma).

Gracias a las inundaciones, el suelo permanecía fértil el resto del año; pero las técnicas agrarias no eran muy eficientes. Eran raras las mejoras de las herramientas, que seguían siendo muy primitivas, lo que provocaba que la cría de ganado fuese complicada.
Parece que había piscicultura a pequeña escala, aunque casi todo el pescado que se consumía era capturado en el Nilo. La caza, una actividad de ocio para los ricos, jugó un papel muy discreto dentro de la economía egipcia, aunque puede que hubiese sido crucial para la supervivencia de los más pobres. (33)

Egipto era u mosaico de mansiones y dominios autárquicos en su mayoría que procuraba la autosuficiencia de cada explotación. Después de pagar los impuestos, los administradores del dominio y los dueños exitosos de las casas almacenaban los excedentes para su uso futuro o los intercambiaban en el mercado. El porcentaje de los productos e incluso de los bienes manufacturados que llegaba a los mercados era probablemente pequeño. Era de poca importancia para la supervivencia del productor individual, pero pro veía de la base económica para el desarrollo de la gran cultura egipcia.

La mayor parte de la producción era consumida por los propios productores. Lo que que daba después de que los dueños de las tierras y los recaudadores de impuestos se llevasen sus partes, podía ser vendido en el mercado local a sus vecinos.

 

Así pues, el mercado interior estuvo poco desarrollado por el sistema económico egipcio, dado que la gran parte de la población recibía todos los artículos de primera necesidad del Estado en pago a sus servicios. Sin embargo, no por ello se careció del mercado en pueblos y ciudades. En algunos lugares se practicaba el trueque directo, pero cuando se trataba de la compra-venta de productos de cierto valor se recurría a un instrumento de cambio que, sin ser moneda, se le parecía mucho. Es verdad admitida que el Antiguo Oriente no tuvo moneda propiamente dicha hasta los lidios, pero ya de muy antiguo habían inventado una unidad, que era el metal de oro, plata y cobre. Veamos un caso tomado de J. Yoyotte en el que se utiliza el metal como instrumento de cambio: “Vendi do a Hay por el oficial Nebsmen: un buey, es decir, 60 deben; cinco paños de tejido fi no, es decir, 15 deben; un vestido de lino del sur, es decir, 20 deben; un cuero, es decir, 15 deben”. (34)

 

Una gran parte del comercio más allá de los intercambios locales, parece que estaba en manos de un gran número de mercaderes que actuaban para la corona o el gran templo. El comercio con el extranjero y la explotación de las minas del Sinaí o de Nubia (cobre y oro), constituían casi con toda certeza un monopolio real, pues los registros contables y los diversos documentos conservados muestran que estas actividades eran de dominio exclusivo del Estado egipcio. En el caso de las extracciones mineras parece ser que to  das ellas estaban militarizadas debido a los largos desplazamientos y a las valiosas car  gas transportadas.

 

No hay duda de que la actividad comercial privada convivió con la estatal, aunque solo se poseen documentos a partir de la dinastía XVIII. Es, por ejemplo, una realidad la existencia de fletadores privados que traficaban por el río Nilo. De la dinastía XIX pro  cede una carta de alabanza dirigida al propietario de un “ barco llegado de Siria, cargado de toda suerte de mercancías de gran calidad”.

 

Los comerciantes se desplazaban dentro de Egipto en barco o en caravanas. Vendían una gran cantidad de productos, tales como incienso, esmeraldas, ébano y marfil,  que los traían desde lugares muy apartados. Las fuerzas mercantiles parece que jugaban un rol por encima de los demás durante los periodos en que la administración caía en la bancarrota


El comercio exterior egipcio siempre estuvo, casi exclusivamente, en manos estatales. Los barcos se utilizaban para el comercio y cruzando el mar Rojo se adentraban hasta las lejanas tierras de Punt. Son conocidos los viajes durante el reinado del faraón Hatshepsut que traían fundamentalmente incienso y mirra para el culto, hecho que conviene destacar para tener idea de las motivaciones que llevaban en el Antiguo Egipto a arriesgadas y costosas empresas de comercio exterior. Por el camino del mar Rojo los egipcios llegaron a contactar con el Golfo Pérsico y, por tanto, con Mesopotamia.

Las islas del Egeo suministraba plata a los egipcios. Asia Menor madera de roble, Creta exportaba manufacturas de metal, al igual que Siria que también suministraba a Egipto vino y resinas y reexportaba productos que llegaban por caravana desde Mesopotamia. A Fenicia y Siria, además del comercio marítimo, se podía llegar por tierra para traer las mercancías, pero la madera, especialmente la de cedro, era el principal producto de ex portación fenicio y se trasladaba por mar. La madera de cedro era muy apreciada por los egipcios, pues Egipto era pobre en árboles de madera de calidad y necesitaba de ellos imperiosamente para la construcción de palacios y templos. Las relaciones comerciales entre fenicios y egipcios eran tan estrechas que incluso existía una colonia egipcia en la ciudad de Biblos que disponía de su propio templo. (35)

Una fuente más lejana de riquezas se hallaba en la inhóspita zona sur del Sinaí. Expediciones egipcias con objetivos científicos y económicos localizaron en aquellas zonas canteras de cobre y piedras preciosas (turquesas). La presencia de los egipcios en aquellas tierras viene documentada por la existencia de un rústico templo en honor a la diosa Hathor, levantado en lo que debió de ser uno de los campamentos egipcios.

Durante el Imperio Nuevo se va a intensificar el tráfico con los oasis de Siwa, Bahriya, Farafra, El Kharga, El Dakhla, lugares que ahora se desarrollan en contacto con los egipcios. Además, se van a intensificar los productos foráneos en los mercados egipcios en una abundancia muy superior a otras épocas no imperialistas. Es, por ejemplo, un hecho la importación, a gran escala, de opio de Chipre transportado en envases especiales.

Como contrapartida Egipto exportaba cereales, especialmente trigo, lino, papiro y oro; algunos objetos que se encuentran en las excavaciones de todo el Próximo Oriente y el Mediterráneo, son productos del comercio estatal directo o indirecto de Egipto.

Durante el Imperio Nuevo se produce un periodo de luchas y enfrentamientos entre Egipto y sus países vecinos que, muchas veces, finalizarán con la victoria egipcia y su expansión hacia Oriente. Esto supone una indudable influencia egipcia en esa zona y el aumento de las relaciones comerciales junto con el pago de un tributo de sometimiento al faraón. Durante el reinado de Tuthmosis III, las cantidades de oro obtenidas como tributo en Asia fueron muy bajas, sumando un total de 23 Kg. Más altos fueron los tributos de Kush y de Wawat de 200 y 300 Kg. de oro respectivamente. (36)

Egipto importó de Asia una escasa cantidad de marfil en bruto y de objetos realizados en marfil, ya que lo obtenía, en cantidades importantes, del África subsahariana. Según los “Anales de Tuthmosis III”, el marfil asiático procedía de la región pantanosa del Al to Éufrates, del mar de Apamea y de Niy. En éstos, también se mencionan envíos de marfil de las “Tierras del Dios, de Retanu y de Isy (Chipre)”. (37)

C) Artesanos: Eran las personas encargadas de realizar con sus manos una serie muy diversa de objetos desde los más necesarios y utilitarios como vajillas hasta esculturas de bulto redondo, fresco o bajo relieves. Los artesanos egipcios, trabajarán dentro de dos tipos de talleres: los talleres oficiales, que están en torno a los palacios y los templos y es donde se forman los grandes artistas y obras, y los talleres privados, destinados a clientes que no estuvieran relacionados ni con la monarquía ni con la religión.

Gran parte de los artesanos trabajaban para el faraón o los grandes templos, en amplios talleres donde el trabajo era supervisado por un superintendente; este cargo era habitual mente hereditario y tenía la misión de controlar la labor de los artesanos egipcios y el uso de los materiales que tenían destinados, especialmente los metales. (38)

Carpinteros, metalúrgicos, joyeros, ceramistas, escultores, pintores, vidrieros, tejedores, albañiles nos han dejado un buen número de piezas que hacen alusión a la importancia de la artesanía en la época, realizando tanto objetos suntuosos como de primera necesidad, con jornadas laborales largas.

En los pueblos aparecieron pequeñas factorías, a menudo financiadas por los nobles ricos: panaderías, cervecerías, carpinterías…,todas con apenas una docena de empleados. En estas fábricas, en cambio, los empleados eran siempre hombres. Durante el Imperio Nuevo, se introdujeron pisos superiores en los edificios dedicados a estos menesteres

La mayor parte de los productos de minería eran de poco interés para la mayor parte de la población egipcia, con excepción de un pequeño número de ricos y nobles. Los meta les preciosos no fueron de circulación general hasta el Periodo Tardío, e incluso entonces permanecieron en las manos de unos pocos nada más. Los metales usados para herramientas -cobre, bronce y, desde el Periodo Tardío, el hierro-, eran caros y las herramientas hechas con ellos estaban más allá del alcance de la mayoría. La gente pobre continuó usando herramientas de madera y piedra para muchas tareas.

Las piedras preciosas también fueron posesión de una minoría rica, y la piedra usada pa ra construir templos y tumbas servía a la misma clase social, que se la proporcionaba a los artesanos que iban a realizar las tareas de construcción. El natrón necesario para el
proceso de momificación se obtenía en el Wadi Natrun. La momificación, como muchas otras cosas, era demasiado cara, en un principio, para la mayoría excepto para los ricos. Solo a fines del Imperio egipcio se va a generalizar para todo el pueblo. (39)

A diferencia del artesano de hoy día, que disfruta de la consideración propia de un artis ta y sus obras firmadas poseen un gran valor intrínseco, el artesano del Antiguo Egipto era un ser anónimo, objeto de mofa para la arrogante clase de los escribas. Además la mayoría de los artesanos eran empleados al servicio del faraón, del gobierno o de los templos, y trabajaban en grandes talleres perfectamente organizados o formaban parte de comunidades especializadas como, por ejemplo, las de los constructores de las tumbas reales en Dehir-el-Medina. Teniendo en cuenta que sus técnicas y útiles eran muy sencillos, la extraordinaria calidad de sus obras se debía a la habilidad y paciencia casi infinitas que dedicaban a su trabajo.

Un ejemplo de este tipo de taller al servicio de un templo se encuentra en Tebas, en las pinturas de las tumbas de dos escultores, Apuki y Nebamún. Ambos desempeñaron importantes cargos, pues fueron superintendentes de los escultores y artesanos del pala cio y de un templo innominado, así como superintendentes de las balanzas del rey. Todos estos cargos los heredaron de sus respectivos padres, que los habían desempeñado antes que ellos. La mayoría de los talleres debieron ser ruidosos, calurosos y sucios, con todos los desechos de la producción tirados por el suelo. (40)

Las técnicas de carpintería eran parecidas a las que se siguen utilizando hoy día. La madera podía ensamblarse de diversas maneras: a cola de milano, a inglete, a espiga y mortaja, y con clavijas. Para disimular la pobre calidad de la madera egipcia la decoraban, recurriendo normalmente a la taracea y al chapeado. Muy utilizados eran el ébano y el marfil, que podían ser encolados o clavados sobre la superficie del objeto, y también la pintura, que aplicaban sobre una delgada capa de escayola. En cuanto al bronce, utilizaban la técnica de la "cera perdida". Se realizaba el modelo con cera y luego se recubría con yeso. El calor endurecía el yeso y hacía fundir la cera, que iba saliendo por orificios abiertos en el yeso. El metal fundido podía ser vertido, por tanto, en el interior del molde rígido.

 

A los egipcios les gustaba la joyería de fantasía y colores brillantes, para cuya fabrica ción utilizaron variados materiales: piedras semipreciosas, materiales vidriados, e inclu so cristal, pero nunca piedras preciosas. En el Antiguo Egipto el oro era muy abundante y con este metal se hacían básicamente muchas joyas. (41)

 

Para hacer las cuentas primero rompían las piedras semipreciosas en trozos de tamaño adecuado y las desbastaban rudimentariamente, sometiéndolas a la fricción del rozamiento o restregándolas. Después las pulían mediante insistente frotamiento. La fase siguiente consistía en perforar las cuentas para ensartarlas en un hilo. Los agujeros los hacían con un taladro, cuya punta, ligada al mango, podía ser metálica o de piedra, o un trozo de junco duro. Para hacer más fácil la acción del taladro al horadar se usaba un material abrasivo como el esmeril o el cuarzo. Una vez fabricadas las cuentas, podían ser pulidas o vidriadas, según la necesidad. Concluido el proceso de elaboración de las cuentas, és tas se entregaban a otros artesanos para que hicieran sencillas sartas, complicados colla res, redes de amuletos o placas para colocar sobre las momias. (42)

 

 

D) Campesinos: Los campesinos eran el grupo más numeroso, y vivían en pequeñas chozas de adobe, junto con sus bestias, a orillas del río Nilo. Su vida estaba dedicada a las tareas agrícolas, siendo permanentemente vigilados por los funcionarios del faraón. Los frutos de las cosechas obtenidas se dividían en dos partes: una para ellos, y otra que se depositaba en los almacenes de los faraones para alimentar a los funcionarios reales.

 

Peasants comprised as much as eighty percent of the Egyptian population (David 1998, pg 91).Los campesinos constituían el ochenta por ciento de la población egipcia. The majority of peasants worked in the fields producing crops, while some worked as servants in the homes of wealthy nobles.La mayoría de los campesinos trabajaban en los campos de la producción de cultivos, mientras que otros trabajaban como sirvientes en las casas de los nobles ricos. During the flooding season, which lasted up to three months, peasants often worked on large building projects for the government..Durante la temporada de inundaciones, que duraba unos tres meses, los campesinos solían trabajar en grandes proyectos de construcción para el gobierno. (43)

El campesino egipcio tenía que, en primer lugar, preparar las tierras, marcando las lindes de los terrenos para evitar pleitos y establecer la base sobre la que pagar los impuestos. El arado de las tierras era el siguiente paso, utilizando vacas u hombres excepcionalmente. Después venía la siembra: trigo, lino y cebada eran los cultivos más habituales. El tiempo que transcurría hasta la cosecha se ocupaba en el riego de las zonas más alejadas del río, el adecuamiento de los canales, el trabajo colectivo o la lucha contra los pájaros que se comían los pequeños brotes. La cosecha solía ser vigilada por los inspectores de impuestos que valoraban la cantidad que iban a solicitar al campesino, en función de lo cosechado También los escribas del propietario de las tierras e incluso el señor solían estar presentes en el momento más importante de la labor agrícola. El grano cosechado se guardaba en los silos. Además de los cereales, en los huertos se producían todo tipo de productos de regadío como melones, pepinos, alubias, frutas, hortalizas o vides. El vino y la cerveza serán las bebidas favoritas de los egipcios.

Para los escribas el oficio más despreciable de todos era el de campesino. El “fellah” es golpeado por sus amos, explotado por los recaudadores del fisco y arruinado por plagas y malas cosechas. Envejece y se desgasta prematuramente y, por si fuera poco, su mujer y sus hijos pueden dar con los huesos en la prisión o ser tomados como rehenes. (44)

Los funcionarios del faraón estaban siempre muy pendientes del campesino: “En la administración egipcia, si se trata de medir el grano o de controlar el ganado, [ellos] siempre están presentes. Están allí, sentados sobre el suelo, teniendo en la mano un rollo de papiro o una tablilla de madera en la que escriben. Administrar y escribir las actas se confunden.” (45) 

Los campesinos estaban en la más baja escala social (si se excluye a los esclavos) ya que se encontraban en régimen de semiesclavitud, sujetos a las corvadas, es decir al trabajo para el Estado no remunerado determinados días al año. Durante la inundación, los trabajos agrícolas eran mínimos y puesto que el faraón era el señor absoluto de sus súbditos, destinaba una parte importante de la población, no sólo a la construcción de las grandes obras, sino a todas las de carácter público en general. Un decreto del faraón Amenofis IV (Akhenatón) requería la presencia de todos los trabajadores desde Elefantina a Sambehdet (prácticamente todo Egipto) a fin de suministrar piedra destinada a la construcción del gran obelisco solar de Atón, en Karnak. (46)

Por lo general, las labores del campo debían realizarse exclusivamente entre los mi embros de una misma familia y, cuando las tierras eran demasiado grandes solía recurrir se al subarriendo, lo que, por antieconómico, procuraban evitar.

 

Normalmente, y mientras no hubiese incumplimiento de contrato, las tierras heredadas por una familia eran heredadas por sus sucesores. Posiblemente tales contratos se renovaban con periodicidad y ello permitía cierta estabilidad en los precios de los productos agrícolas al igual que tampoco habría grandes cambios en las cantidades que el “fellah”   o campesino estaba obligado a entregar al arrendatario o a los agentes del fisco, con in dependencia de la cuantía y calidad de la cosecha. Se tienen noticias de algunos disturbios ocurridos en época ramsémica, debidos a la mala administración. Según nos dice Cyril Aldred: “ El ideal expresado por los sabios en sus enseñanzas era que el oficial (recau dador de impuestos) tenía que actuar con moderación hacia el débil y el indefenso “Si un campesino pobre se retrasa en el pago de los impuestos, perdónale dos tercios de ellos”, decía uno de los documentos reales. La realidad era bien distinta a las recomenda ciones de esos decretos. (47) 

 

 El utillaje utilizado por el campesino egipcio era limitado y rudimentario y evolucionó poco a lo largo de todo el Imperio faraónico. En los primeros tiempos se empleaba la azada, hasta que se impuso el arado de doble mancera, reja de madera y uncido al cuello de dos bueyes. Además de estos escasos útiles, el trabajador egipcio contaba con algunos animales, como el asno, utilizado como elemento de carga. También se valía de bue yes y vacas.

 

Como complemento de la agricultura y ganadería también el campesino se dedicaba a la caza de algunos animales en las zonas tamizadas por nenúfares, cañaverales y papiros en las orillas del Nilo: “ …Las espesuras están pobladas de una fauna bullidora: pájaros, gatos monteses, hipopótamos, cocodrilos…Los pantanos son un verdadero paraíso para el pescador y cazador y, si bien en el Sur son diversiones de nobles, en el delta una población entera vive de la caza y de la pesca…” (48) 

 

E) Esclavos:En Egipto existía la esclavitud, pero no en el sentido clásico de la palabra. Los siervos “forzosos” tenían derechos legales, percibían salario y hasta podían ser ascendidos. Los malos tratos no eran frecuentes, y cuando ocurrían, el esclavo tenía derecho a reclamar ante los tribunales, aunque únicamente si el castigo había sido injusto. Para servir en las mejores familias incluso había voluntarios. A veces, personas arruina das se vendían a sí mismas a familias de buena posición. Los esclavos adscritos al servi cio doméstico podían considerárseles afortunados. Además de alojamiento y comida, su dueño estaba obligado a suministrarles una cantidad de telas, aceites y vestidos. (49)

 

De las excavaciones hechas en los lugares donde vivían los constructores alrededor de las pirámides se desprende que estos no eran esclavos, que más bien eran trabajadores contratados por el Estado. Y es importante el tema “contratados”; uno de los motivos por los cuales se puede decir que no existió la esclavitud tal como la conocemos del Imperio romano es por lo avanzado que estaba en Egipto el derecho individual. En Egipto existió una esclavitud similar a la de Grecia, en la cual los esclavos tenían ciertos derechos. No obstante, en el Imperio Antiguo, existían en Egipto los llamados “reales”, prisioneros de guerra obligados a trabajar la tierra. De ellos se puede decir que eran personas no libre, ya que se compraban y vendían junto a la tierra. Algo similar ocurrió durante el Imperio Medio con las personas que poblaron la región de El Fayum. Formaban grupos de trabajo instalados en un lugar sin la libertad para dejar ese lugar. 

Muchos piensan que las pirámides fueron obras de esclavos, pero en realidad fueron obras de personas libres, eso sí, a contratos que les obligaba prestar servicios al Estado durante los meses de crecida del Nilo. El papel de los esclavos no fue muy relevante en la economía de Egipto, a pesar de lo que la Biblia da a entender. Es durante el Imperio Antiguo (2635-2154 a.C.) -la época en que se contribuyeron las pirámides- cuando más clara se presenta esta peculiaridad, hasta el punto de que el egiptólogo Joseph Padró Parcerisa, afirma rotundamente: “En esa época no hubo esclavos”. Sin embargo es un fenómeno que difícilmente puede desligarse de las sociedades de la antigüedad.

Pero el mismo Joseph Padró Parcerisa añade inmediatamente: “Ahora bien, el Estado, en sus campañas de guerra, podía hacer prisioneros de guerra”. Efectivamente, los soldados u oficiales del ejército enemigo (principalmente libios y nubios durante el Imperio Antiguo, y sirios y palestinos durante el Nuevo), eran considerados como botín, y deportados a Egipto siendo obligados a realizar trabajos forzados en las propiedades del Esta do: son los llamados esclavos reales”. Sobre esto existe una poderosa constancia de una expedición llevada a cabo por el primer faraón de la IV dinastía, Snofru, de la que regresó con 7.000 cautivos que acabarían convertidos en esclavos reales. (50)

Pero el faraón no era el único poseedor de trabajadores forzosos, se tiene una constancia de que en el Bajo Egipto hubo ese tipo de siervos que eran distribuidos en templos y casas particulares. La Biblia con el caso de José nos aporta más datos sobre la esclavitud en Egipto, como que el comercio de esclavos no era cosa rara, así como que los esclavos podían hacer carrera, puesto que de un simple esclavo llegó a tener un lugar preponderante en la casa de Potifar, que incluso lo elevó al grado de “mayordomo de la casa”. El caso de José quizá sea demasiado aislado como para aventurarse a hacer conclusiones generales; pero, el texto nos muestra el buen trato que “ No perjudiqué a un esclavo ante su amo”. (51)

Ahora bien, es también en el Libro de los Muertos donde puede leerse una frase que encierra una inquietante sugerencia: “...Mi nombre no llegó a las funciones de un jefe de esclavos”. (52) Más contundentes aún resultan ciertos bajorrelieves en los que aparecen prisioneros nubios de rodillas, maniatados y sujetos unos a otros en hilera por el cuello. En otro conocido relieve, la escena representa a un grupo de esclavos castigados por un guardián que enarbola una vara. Dichas escenas contrastan con las numerosas pinturas en las que sirvientas (esclavas tal vez) atienden a sus señoras durante la celebración de elegantes banquetes.

“Muertos vivos o vivos para matar”, es la traducción literal de la palabra con la que los antiguos egipcios designaban a sus esclavos. Ciertamente mejor tratados que en otras civilizaciones, su condición no era, sin embargo, envidiable, y variaba mucho de unos a otros. Los más afortunados eran los que estaban adscritos a servicios domésticos, pero muchos otros acababan en las minas de cobre del Sinaí y de oro de Nubia, lugares donde el clima y el trabajo producían gran mortandad.

Diodoro nos dicen quienes trabajaban en las minas de oro de Nubia y lo penoso de su trabajo: “En el límite entre Egipto y la vecina Etiopía y Arabia, existe un lugar donde hay muchas y grandes minas de oro, de las que se obtiene un rico beneficio, aunque hay que ganárselo de un modo muy penoso y costoso. Los reyes de Egipto envían a los criminales condenados y a los prisioneros de guerra a las minas de oro,. El número de condenados es muy elevado; todos ellos están encadenados con hierros por los pies y tienen que trabajar constantemente...”  (53)

 

A pesar de estos testimonios la esclavitud nunca fue muy importante en el Antiguo Egipto, en donde los esclavos nunca llegaron a ser más de un 5% de la población total y su empleo se limitaba en gran parte al servicio doméstico de la familia real y los grandes potentados del Estado. Contrario a lo que pasó, posteriormente en Roma, en Egipto se daban cuenta que sustituir el campesino egipcio  por esclavos, hubiera bajado mucho el rendimiento de la tierra, aparte de crear un problema social de primer orden.(54) Los esclavos no tienen el mismo estado en el Antiguo Egipto que en épocas posteriores como ocurrió durante la época de la expansión europea. For example, slaves could own land, marry freeborn people, and even employ servants.Por ejemplo, los esclavos podían poseer tierras, podían casarse con personas nacidas libres, e incluso llegan a ser funcionarios. Slavery in Egypt did not mean total ownership, which is associated with the later concept of slavery.La esclavitud en Egipto no significa propiedad total, como se asociará con el concepto posterior de la esclavitud.

Tras el fallecimiento del amo, los esclavos podían convertirse en propiedad de los beneficiarios y, en ocasiones, se los repartían, teniendo que trabajar un número mensual de “días de esclavo”, con cada uno de los amos. Alcanzar la libertad era, a veces, posible, por ejemplo si el señor los adoptaba o a través de la manutención como forma del pago a su señor. (55)

Todas las clases sociales del Antiguo Egipto tenían en común, además de la lengua y la escritura, un alto grado de religiosidad. La población egipcia era muy devota a sus dioses principales y locales e incluso domésticos aunque el papel que les tocase jugar fuera distinto dependiendo de la pertenencia a una u otra clase social fuertemente jerarquizada, procuraban todos su momificación y preparar una tumba, aunque fuera modesta para reunirse con los dioses en el más allá.

Tanto el faraón como los nobles, artesanos o simples campesinos procuraban ahorrar algo de dinero para poder pagar su propio embalsamamiento a su muerte. Son millones las momias existentes en Egipto ya que todas las clases sociales procuraban momificar  se después de muertos e incluso se momificaban también a animales (gatos, monos, ibis, halcones…) (56)

 

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

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(2)   Diodoro de Sicilia: Biblioteca histórica, L. I.

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