La Tercera Roma. Mitos y realidades en el nacimiento histórico de Rusia como Estado.

 

Sergio Fernández Riquelme.

 

Universidad de Murcia (España).

 

Resumen. En su polémico y complejo proceso histórico de conformación estatal inicial, Rusia soñó con ser la Tercera Roma, superando el incierto origen varego, heredando el báculo imperial bizantino,  unificando al resto de pueblos eslavo-orientales, y dominando las inmensas estepas euroasiáticas. Un origen, entre el mito y la realidad, que construyó una particularidad espiritual y cultural ajena, en el fundacional periodo medieval, al Occidente europeo, y que en este artículo se intenta sintetizar: señalando las principales fases de construcción histórica, a partir de la legendaria fundación eslava bajo la presencia nórdica y la competencia ugro-finesa, con la cristianización eslava con Vladimir el grande y la creación de la disputada herencia de la Rus de Kiev, y tras el impacto de la invasión mongola, desde la controvertida unificación y expansión con Iván el Terrible hasta la llegada de la crucial dinastía Románov al Zarato de Moscú.

Palabras clave. Iván el Terrible, Románov, Rus de Kiev, Rusia, Tercera Roma, Varegos, Vladimir el Grande.

Abstract. In its controversial and complex historical process of initial state formation, Russia dreamed of being the Third Rome, overcoming the uncertain Varangian origin, inheriting the Byzantine imperial staff, unifying the rest of Slavic-oriental peoples, and dominating the immense Eurasian steppes. An origin, between myth and reality, that built a spiritual and cultural peculiarity alien, in the foundational medieval period, to Western Europe, and that this article tries to synthesize by pointing out the main phases of historical construction, from the legendary Slavic foundation under the Nordic presence and the Uro-Finnish competition, with the Slavic Christianization with Vladimir the Great and the creation of the disputed heritage of Kievan Rus, and after the impact of the Mongol invasion, since the controversial unification and expansion with Ivan the Terrible until the arrival of the crucial Romanov dynasty to the Zarato of Moscow.

Keywords. Ivan the Terrible, Romanov, Kievan Rus, Russia, Third Rome, Varegos, Vladimir the Great.

Introducción.

Reflexionad, hermanos, mientras que

brillaba el sol de la verdadera fe en

Constantinopla, la ciudad Real era invencible,

pero en cuanto se unieron el Zar y el Patriarca con

los latinos, en seguida falleció el Patriarca José y

cayó Constantinopla en manos de los turcos”.

Fyodor de Moscovia.

 

El 29 de mayo de 1453, las tropas del Sultán Otomano Mehmed II cruzaban las murallas de la milenaria Constantinopla. Bizancio había caído, y la “oikoumene” ortodoxa buscaba una Tercera Roma[1], tras el previo fracaso del reino búlgaro de establecerla en Tsarevgrad Tǎrnovo, conquistada por los turcos en 1393.

"Dos Romas han caído. La Tercera se sostiene. Y no habrá una cuarta. ¡Nadie reemplazará tu reino de zar cristiano!". Ésta era la profecía que el monje Filoféi de Pskov proclamaba para la lejana Moscovia, en una carta al gran Duque moscovita Basilio III. Una pretensión ya reclamada por el monje Fomá (Tomás) en La elegía del Grande y Pío Príncipe Borís Alexándrovich en 1453 para el Duque de Tver, y continuada por el gran Duque de Moscú Iván III (casado con Sofía Paleóloga, sobrina del último emperador bizantino Constantino XI) que asumirá el título de “Conservador del Trono Bizantino”. Moscú podría llegar a ser la nueva Roma, la Tsargrad eslava (Царьград).

Nacía la historia "Rusia y sus Imperios", como escribía Jean Meyer[2]; imperios reales y soñados, de vieja raigambre o pretensiones expansionistas, bajo la batuta divina o la secularización internacionalista. Y todos partían, como herencia o reacción de un origen medieval mítico y complejo, discutido por los tres grandes pueblos eslavos orientales: bielorrusos, rusos y ucranianos. Durante mil años diferentes discursos apelaban al protagonismo de una tierra alejada, en kilómetros y en ideas, de los centros de poder que reclamaban, unos tras otros, la primacía de un mundo cada vez más globalizado. Un origen duro y brutal, mítico y real, que configuraba la idiosincrasia sociocultural eslava y explicaba como Rusia tenía una misión histórica, un destino especial en el mundo. La dinastía ruríkida aspiró a recoger el testigo del Imperio Romano de Oriente y el Zarato medieval aspiró a ser la "Tercera Roma". Y parece, posteriormente, que el Imperio de los Románov se identificó como reserva espiritual de la civilización cristiana, desde la truncada modernización de ese “alma rusa” a la que aspiraron sus Emperadores, nacida de la soledad histórica y la inmensidad territorial[3], a partir de dos claves.

La autoridad era el referente. El Gosudarstvo, el principio de autoridad ruso, marcaba esta génesis lejana y particular, necesaria ante la pluralidad étnica, la dificultad de los elementos y la inmensidad geográfica. Porque a diferencia de los modelos occidentales, del Rechtstaat alemán a la rule of law británica, el Estado ruso presentaba, supuestamente y desde el origen citado, una esencia conceptual e histórica diferente, presente en las distintas formulaciones del “poder” del largo periodo que vamos a narrar: patrimonialidad (de dinastías y partidos), autoridad (autocrática, totalitaria, democrática) y espiritualidad: el príncipe (князя) y señor de la Rus (государь), el soberano medieval (господь) y el principado de Moscú (Княжество Московское), el Zar ruso (Русское Царство).

La comunidad por encima de todo. Un concepto dotado así, de esa esencia comunitaria propia para Nikolái Berdiáyev [1874-1948]: un camino diferente y propio capaz de iluminar a la civilización y preservando sus principales fundamentos y valores (La idea rusa, 1946): “La Idea Rusa no es otra cosa que el descubrimiento de que el hombre no está solo, de que su futuro no es esclavo de la muerte, de que forma parte única e irreemplazable de una comunidad” [4]. Un poder que domina a la comunidad (общегеографическим) como pretendida unión orgánica, material y espiritualmente. “Aquí radica la originalidad singular del destino histórico de Rusia”, proclamaba Solzhenitsyn. Ante su lejanía del humanismo latino occidental del periodo renacentista, Rusia desempeñó un papel absolutamente único y propio"[5]. Su Renacimiento vino con la etapa cultural marcada por el tardío “fenómeno Pushkin”; pero este fue un momento breve “que no llegó a ser determinante en el destino del espíritu ruso”; a su juicio “las creaciones del espíritu ruso han partido siempre del dolor y del sufrimiento; en la base de nuestra literatura hubo siempre un sentimiento  de compasión, un anhelo de redención de los pecados del mundo y un ansia de salvación” de Gógol, Dostoyevski o Tolstoi, frente al “espíritu gozoso del Renacimiento y del humanismo”. Y estas particularidades específicas del Oriente ruso configuraron también su misión singular, descubrir algo peculiar en el progreso: “el destino final de la historia[6].

Y así narró este pasado el gran historiador ruso Nikolai Karamzin [1781-1826] en su monumental Historia del estado Ruso (Истории государства Российского, 1803-1826); un poder superior que había fundado y expandido al pueblo ruso a través de los siglos, desde un origen modesto pero crucial: “las grandes naciones, al igual que los grandes hombres, tienen su infancia y no deben avergonzarse de ella: nuestra patria, nuestra área débil y dividida en pequeños núcleos hasta el año 862, cómo narraba Néstor, alcanzó la obligación de la grandeza por la afortunada introducción de las autoridades Monárquicas”[7]. Y así proclamó su “destino” Fyodor Dostoyevski en 1880, en el discurso que pronunció durante la inauguración del monumento a Pushkin en Moscú[8]. Solo el espíritu nacional ruso, nacido de “la verdad popular en nuestro suelo”, sería capaz de crear una civilización propia, verdaderamente europea y cristiana, ajena a los modelos occidentales. “Solo digo que el alma rusa, que el genio del pueblo ruso, tal vez es el más capaz de todos los pueblos”, capaz de interpretar lo mejor de Europa con una “unidad espiritual” que solo se daba en una tierra pobre pero orgullosa. Frente a una Europa decadente, “a punto de colapsar por completo para siempre”, y “que toda la riqueza acumulada no salvaría de caer”, se alzaba Rusia; una nación independiente ante un “sistema infectado con sus derechos civiles que pretendía indicar a nuestro pueblo como el ideal que debe buscar” para ser parte de Europa, para “copiar servilmente” e imitar como lacayo:

“Se oye por todas partes sobre la fe en la naturaleza rusa, en la creencia de su fuerza y su creencia espiritual; en consecuencia, la esperanza, la gran esperanza del pueblo ruso. Solo estoy diciendo la hermandad de los hombres, y que un tiempo universal, para toda la humanidad, y una fraternal unión rusa de corazón, tal vez el mejor de todos los pueblos previstos. Veo rastros de esto en nuestra historia, en nuestra gente, con el talento del genio artístico de Pushkin. Dejen a nuestra tierra pobre, a esta pobre tierra en la esclavitud que llegó como bendición de Cristo” [9].

Historia de un pretendido Imperio, de varios Imperios a lo largo de los siglos nacidos en las lejanas estepas de Oriente, al pie de los Urales. Entre las brumas del pasado se quiso situar el origen de este pueblo singular en la tierra colonizada por los nórdicos Varegos de Rúrik, uniendo en sus orígenes a los diferentes pueblos eslavos orientales. Bajo un imperio soñado, los Zares quisieron hacerlo realidad entre la autocracia y la modernización, retomando el trono de Bizancio en Moscú (Царьград) o construyendo su propio Imperio absolutista en San Petersburgo (Российская Империя).

1.      La Rus de Kiev: de los míticos varegos a la dinastía de Rurik.

Esta Tercera Roma nacía en una tierra definida como desconocida y primitiva en las crónicas del Medioevo[10]. Anales que hablaban de un inicio mítico: de una misteriosa tribu de vikingos (Varegos) que civilizó a los salvajes tribus eslavas y ugrofinesas habitantes de los "confines del mundo", y de su primer príncipe Rúrik [830-869][11].

Entre las brumas de la Historia surgieron los Varegos (Βάραγγοι, Варяги), "viajeros del mar" para Lomonósov, que según la Crónica de Néstor (1113) eran mercaderes y mercenarios escandinavos (y germanos); conocidos como los rus (posteriormente conocidos como Ruotsoi en finés) entraron en contacto con la población eslava y ugrofinesa nativa al utilizar en sus numerosos viajes comerciales el sistema fluvial de la que llamaban como región de Gardariki (la actual Rusia central), que les permitían llegar hasta las ricas costas del Mar Negro y del Mar Caspio. Para la Crónica, hacía el 859 los Varegos impusieron un tributo a la población autóctona (danegeld) y en el año 863 tres de sus caudillos, los hermanos Rúrik, Sineús y Trúvor se convirtieron en gobernantes de la región como fuerza pacificadora entre las distintas tribus, en torno a varios asentamientos cerca del lago Lágoda (Aldeigjuborg). Rus, Angliane, Gote, Normane o Svie, diferentes nombres para este un pueblo de origen nórdico que según los Annales Bertiniani llegaron a mantener contacto, como peligrosos viajeros "suecos" (rhos), con el Emperador bizantino Teófilo [12].

Nacía la dinastía ruríkida, fundadora de la Rus de Kiev (Киевская Русь). Primero bajo el supuesto y difuso asentamiento de Rúrik alrededor del señalado lago Lágoda, posteriormente con la fundación de Kiev por los soldados varegos Askold y Dir (en su avanzadilla hacia el intento de saqueo de Constantinopla en el 860), y de manera final con la expansión hacia el sur tras la conquista del valle del Dniéper. Los varegos pronto se eslavizaron, solo sobreviviendo parte de su identidad como mercenarios en la legendaria y brutal "Guardia varega" al servicio de Bizancio frente a francos y árabes hasta el siglo XI, destacando la figura del mítico y futuro rey noruego Harald Sigurdsson III "el indomable"[13]. Territorios a los que el patriarca ecuménico de Constantinopla Focio (Photios) quiso cristianizar desde el año 867, siguiendo a los recién convertidos búlgaros (como recogía en su carta encíclica); proceso que, según Constantino VII en De administrando, fructificó en amplias regiones de la Rus, tal como evidenció el Tratado ruso-bizantino de 944, en el cual numerosos nobles rusos juraban apelando a Cristo. Aunque hasta finales de siglo, la corte de la Rus siguió rindiendo culto a las deidades paganas de Perun y Veles (creencias solo accesibles a través de textos secundarios posteriores, ante la ausencia de testimonios escritos de la vieja religión eslava)[14].

Sobre zonas de las actuales Bielorrusia, Rusia y Ucrania se fue configurando la Rus como federación de pequeños principados eslavos y ugrofineses, en manos de legendarios clanes y caudillos varegos. Según la Crónica, Oleg el Profeta (el nórdico Helgi o вещий) [15] [879-912] fue elegido como líder de los guerreros varegos ante la minoría de edad de Igor supuesto hijo de Rúrik: "en su lecho de muerte, Rurik legó su reino a Oleg, que pertenecía a su familia, y confiado en las manos a Oleg a su hijo Igor', que para él era muy joven"[16]. Posible familiar del primer caudillo varego, llevó la capital de la zona norte de Nóvgorod (la citada Staraya Ladoga) a la meridional de Kiev en el año 880 tras someter a los eslavos polianos y derrotar al mítico clan varego de Askold y Dir, comenzando una rápida expansión por el rio Dniéper hasta llegar a la frontera bizantina, firmando un primer pacto comercial con el Imperio en el año 911.

"Oleg ya establecido, llevándose con él a muchos de los guerreros de los Varegos, y de las tribus de los Chudos, los Eslavos, los Merianos y todos los Krivichianos. Llegó así con los Krivichianos a Smolensk, capturando la ciudad, y estableciendo una guarnición allí. Marchó de la misma y capturó Lyubech, donde también creó una guarnición. Luego llegó a las colinas de Kiev, y contempló cómo Askold y Dir reinaban allí. Escondió sus guerreros en los barcos, a la izquierda unos detrás de otros (...) y después de ocultar sus tropas, envió mensajeros a Askold y Dir en su representación como un extraño de camino a Grecia ligado a Oleg e Igor, el príncipe y su hijo, pidiendo acercarse a saludarles como miembros de su raza. Askold y Dir salieron a su encuentro. Entonces todos los soldados saltaron de los barcos, y Oleg dijo a Askold y Dir, "No sois príncipes, ni aun príncipes de reserva; pero yo si tengo a un príncipe de nacimiento. Igor' fue llevado adelante, y Oleg anunció que él era el hijo de Rurik. Mataron a Askold y Dir, y después de llevar sus cadáveres a la colina conocida como de los húngaros y los enterraron allí (...)"[17].

Finalmente llegó al poder Igor [912-945] (el nórdico Ingvar Røriksen), el supuesto hijo de Rúrik, quién se lanzó a tomar infructuosamente Constantinopla en 941 (logrando el citado Tratado o pacto comercial de 944, en igualdad de condiciones con los bizantinos), siendo asesinado por la tribu eslava, vasalla y sureña, de los drevlianos de Iskórosten.

Tras la regencia de su viuda Olga [945-965], que según ciertas crónicas se bautizó en secreto en un viaje a Constantinopla, su  hijo Sviatoslav I (el nórdico Sveinald Ingvarsson) [942-972], profundamente pagano, llevó a la Rus entre 965 y 972 a su máxima extensión, hasta la estepa póntica y el Danubio, eliminado la oposición jázara y búlgara con apoyo pechenego y húngaro; admirado por las cálidas y ricas tierras danubianas, llevó su capital a la rumana ciudad de Pereyaslavets. Como uno de los estados más grandes de su época, convirtió a la Rus en notable foco comercial entre el mar báltico y Oriente, y logrando el reconocimiento de Kiev como principado dominante (Veliki knyaz). Bajo su principado se adoptó definitivamente la lengua y religión eslava, a excepción de la élite militar varega o druzhina, que siguió con sus prácticas escandinavas[18].

Su hijo Yaropolk I [958-980] reinó entre 972 y 980 como líder los principados eslavos orientales, tras derrotar a sus hermanos Vladímir y Oleg (al que asesinó) con el apoyo del mítico caudillo militar varego Sveneld [920-970]. Pero acusado de convertirse al cristianismo y de relaciones demasiado cercana con los católicos latinos (como recogió Lambert de Hersfeld), los caudillos varegos apoyaron la reacción de Vladímir, quién tomó Kiev y ejecutó a Yaropolk[19].

 

2.      Vladimir el Grande y la cristianización.

El punto de inflexión de esta primera etapa fue la conversión al cristianismo ortodoxo en el año 988 de la aún primitiva y guerrera Rus, por parte del príncipe Vladímir I El grande [958-1015]. Las crónicas medievales señalan como fue en la antigua colonia griega de Quersoneso, en la península de Crimea (Χερσόνησος Ταυρική), donde Vladímir (Володимир en ucraniano) recibió este bautismo histórico, tras acudir a la defensa del emperador bizantino Basilio II, y tras ser fascinado por el boato y la unidad ortodoxa[20]. Episodio trascendental para Platonov ya que:

"Aquí está todo lo indudable que se puede decir sobre la naturaleza de la actividad y el poder de los primeros los príncipes rusos. La importancia histórica de sus actividades, no es difícil de entender. Al ser la primera forma compartida de poder entre muchos mundos antes dispares, los príncipes con sus esposas fueron los primeros representantes de la unidad tribal. Moviéndose de un lugar a otro de la tierra rusa, uniendo las tribus y ciudades con sus empresas militares y comerciales, los príncipes modelaron este terreno para una integración nacional y para la identidad patria. Llegó un poder político externo que creó la posibilidad interna de la agrupación. Pero el más poderoso factor de unión para Rusia fue el cristianismo. Se dice que el Príncipe de Kiev, Vladimir Svyatoslavich adoptó el cristianismo, y al bautismo del Príncipe inmediatamente siguió la adopción del cristianismo en toda la Rus de Kiev y la solemne disolución de culto pagano en Rusia. Las creencias paganas de nuestros antepasados en general son poco conocidas. Como todos los arios, los rusos eslavos adoraban a las fuerzas visibles de la naturaleza y honraban a sus ancestros. Las fuerzas encarnadas de la naturaleza eran una deidad personal. El primer lugar entre ellos lo ocupaba la deidad del sol"[21].

La Rus de Kiev alcanzó su primera gran identidad (territorial y religiosa) bajo este mito histórico fundacional, tanto para el nacionalismo ucraniano (Володимир Святославич) como para el ruso (Владимир I Святославич, Владимир Красное Солнышко). Hijo ilegítimo de Sviatoslav I (su madre fue la mítica esclava Malusha), según la Crónica de Néstor, tras la educación recibida bajo tutoría de Dobrynia (su tío materno, conocido en el folklore ruso como Bogatyr Dobrynia Níkitich), fue nombrado por su padre como Príncipe de Novogorod (970). Tras ser expulsado de la ciudad por su hermano Yaropolk (hijo legítimo y príncipe de Kiev), desde su refugio escandinavo y con la ayuda de los vikingos noruegos de Sigurdsson recuperó Nóvgorod en el 976, tomó militarmente el rico principado de Pólostk (casándose por la fuerza con la princesa Rogneda) y en el 980 el de Kiev, tras vencer a las huestes de Yaropolk. Inmediatamente se proclamó Príncipe de la Rus (Knyaz), y comenzó su expansión hacia el occidente (en el año 981 dominó gran parte de Rutenia y en el 983 sometió a los Yatvingianos en la frontera con Lituania y Polonia) y el oriente (sofocó la rebelión de la tribu Vyatich en el rio Oka sobre el año 982, y en el 985 llegó hasta la frontera de los Búlgaros del Volga)[22].

Pagano como sus antecesores (con más de 800 concubinas y una decena de mujeres, según la Crónica) y devoto de Perun (divinidad suprema de las tribus eslavas), Vladimir persiguió con esmero al incipiente cristianismo en la región (con el primer gran mártir Fyodor). Durante los primeros años de su reinado Perun fue situado como la principal deidad del Panteón eslavo, presidiendo su estatua toda la ciudad desde la colina del Palacio real, y fueron quemadas las crecientes iglesias que proliferaban por la Rus; una reacción anticristiana similar a la de Jarl Haakon en Noruega y Svein Forkbeard en Dinamarca.

Pero la fuerza del monoteismo como religión revelada e instrumento centralizador también llegó a los lejanos eslavos orientales. Como otros pueblos de la región (los desaparecidos jázaros, por ejemplo, como relató con maestría y misterio Milorad Pavic), la enorme difusión de las prácticas monoteístas en las fronteras paganas obligó a la Rus, política y estratégicamente, a optar por alguna de ellas. Según la Crónica, en el año 986 Vladimir se reunió con representantes de varias religiones en Kiev, y como recogía una famosa y apócrifa anécdota, rechazó la fe islámica de los búlgaros del Volga por el requisito de la circuncisión y los tabúes en contra de las bebidas alcohólicas y carne de cerdo (ya que para el monarca "beber es la alegría de la Rus") y la hebrea de los judíos jázaros, ya que la pérdida de Jerusalén ante el Islam era la evidencia de que "habían sido abandonado por Dios"[23]. Y en el 987, tras una gran reunión con sus príncipes y boyardos, Vladimir envió emisarios para el estudio del resto religiones de los países vecinos; y frente a la "tristeza" de los musulmanes búlgaros y la "fealdad" de los católicos alemanes, el lujo majestuoso de la bizantina Santa Sofía impresionó a sus enviados, que transmitieron a Vladímir la belleza de un lugar donde "ya no sabían si estaban en el cielo o en la tierra"[24].

Vladímir eligió el boato y la influencia bizantina, la aún gran potencia de Oriente. En el año 988 el “bárbaro eslavo" se desposó con la hermana del Emperador Basilio II, Ana Porfirogéneta, tras bautizarse días antes en Quernoseno. Hecho favorecido además, en primer lugar, por la existencia en Bizancio de una liturgia cirílica adaptada a los pueblos eslavos, y en segundo lugar por el apoyo de más de 6.000 soldados de la Rus al Emperador para aplastar la rebelión de los generales Bardas Skleros y Bardas Phocas[25].

A su regreso a Kiev, mandó destruir todos los iconos paganos y comenzó la construcción de diferentes Iglesias, entre ellas el primer templo en piedra (la Iglesia de los Diezmos) y la legendaria Iglesia de la Dormición de la Virgen (989-996). Comenzó con el bautizo de sus doce hijos, prosiguió bautizando en masa a la población de la ciudad en el rio Dniéper (e incluso a sus aliados, los líderes pechenegos Metiga y Kuchug) y creando un nuevo Consejo de gobierno (en que participaron sus propios hijos). Como religión oficial, el cristianismo se fue imponiendo por toda la Rus, siendo inmediatamente impuesto según la Crónica de Joaquín en Nóvgorod "por el fuego" (de la mano de Dobrynya, tío de Vladímir y alcalde o посадник) y "por la espada" (por parte de Putyata, líder militar  o тысяцкий).

La influencia bizantina fue tal, que se comenzó a desarrollar un alfabeto cirílico arcaico, y bajo su influencia arquitectónica nació la ciudad de Belgorod en el 991[26] y se celebró por primera vez el Veche o asamblea de príncipes eslavos en la ciudad-castillo de Bélgorod Kíevski (997) [27]. Y este ascendiente cultural bizantino siguió siendo decisivo entre los siglos X y XII, a través de las primeras traducciones búlgaras bajos los reinados de  Borís (852-889) y su hijo Simeón el Grande (893-927), como las crónicas de Jorge el Monje (Jronika Gueorgiia Amartola) y de Juan Malalas (Jronika Ioanna Malaly), o el breviario del patriarca Nicéforo (Letopisets vskore). Un trasplante, primero, a través de la directa traducción búlgaro-bizantina, y segundo por medio de la imitación de los modelos bizantinos adaptados a la mentalidad rusa en la literatura religiosa litúrgica (Sluzhebnik, Chasoslov, Triod, Oktoij, Psaltyr, Prolog), bíblica (Sviashchennoie pisanie), hagiográfica (zhitie, paterik), patrística (patristika) y apócrifa (apokrify) y en la literatura cronística (jronika, jronografiia, letopisanie), que se unían a la tradición oral rusa del Cantar de las huestes de Igor (Slovo o polku Igoreve)[28].

A su muerte fue sucedido, según la Crónica, por el breve reinado de Sviatopolk I el maldito [980-1019]. Supuesto hijo mayor de Vladímir (y de una monja griega capturada) y Knyaz de Turau, en 1015 fue coronado en Kiev pese a la oposición de sus hermanos, asesinando a su hermano y contrincante Boris, el legítimo heredero (y a dos hermanos más, por ello su triste apodo) con la ayuda de su cuñado, el duque polaco Boleslao I.

Pero otro hermano, Yaroslav El Sabio [978-1054], Príncipe de Nóvgorod, con apoyo de mercenarios varegos derrotó a Sviatopolk, y se coronó en Kiev en 1019, aunque no logró el reconocimiento del resto de principados en manos de sus hermanos y familiares hasta el año 1036 (que aparece citado en la “Saga nórdica” como Yarisleif el Cojo)[29].  Considerado como el periodo de máximo apogeo militar y cultural de la Rus (1019-1054), su leal Nóvgorod (convertida en República) se convirtió en el centro de su reinado, celebrando en dicha ciudad varias veces el Veche. El mismo año de su coronación se casó con Ingegerd Olofsdotter (hija del rey sueco Olaf Skötkonung), a la que cedió el condado de Lagoda (donde según la leyenda se habían asentado los varegos) y que tras convertirse al cristianismo (como Irene) comenzó a fundar conventos de monjas por todo el país. Abierto a la influencia extranjera casó a tres de sus hijas con príncipes exiliados que residían en su palacio: Elizaveta con el citado Harald III, Agmunda con Andrés I de Hungría, y Ana con Enrique I de Francia.

En 1024 sufrió la rebelión de su hermano Mstislav en el sur de la Rus, perdiendo Kiev y refugiándose en Chernígov, pero en el año 1036 logró de nuevo reunificar todo el país. Para afianzar su poder se alió con varios principados escandinavos y con el rey polaco Casimiro I el Restaurador (a quién entregó en matrimonio a su hermana María) haciendo frente a la influencia bizantina, y conquistando por primera vez áreas tan occidentales como la llamada "Rutenia roja" y zonas de la actual Estonia. Y ante su poderío regional, en 1043 lanzó un ataque naval contra la propia Bizancio, finalizado rápidamente por un Tratado con Constantino IX que permitía la presencia rusa en Crimea y acordaba la boda de su vástago Vsévolod con la hija del emperador; y asimismo construyó una ambiciosa línea defensiva oriental de emplazamientos fortificados para hacer frente a las contínuas incursiones pechenegas (en torno a las ciudades de Yúriev y Kániv)[30].

Devoto cristiano, Yaroslav fundó las primeras Catedrales del país (Santa Sofía en Kiev en 1037, para celebrar su victoria contra los Pechenego), generó el primer clero autóctono y estableció un inicial sistema educativo. Llegó a proclamar la Kiev metropolitana con el apoyo de su asesor, el monje Ilarión quién proclamó la supremacía religiosa de Yaroslav en un afamado discurso (que es considerado el primer trabajo literario ruso). Y sobre todo destacó por la elaboración del primer código legal escrito o Rússkaya Pravda (Русская правда); texto de enorme importancia (rehecho siglos más tarde) que, por influencia mixta (bizantina y nórdica) sancionaba la organización feudal del país con propietarios (el príncipe o Knyaz, el Bolyar o boyardo, el burócrata o Starosta, el guerrero u Otrok) y siervos (como el smerd, el zakup o el kholop, en función de su grado de dependencia), el orden social (limitando las tan comunes penas de muerte o “venganzas de sangre”) y la normalizada sanción de los delitos (multa o vyra), estableciendo un sistema judicial perfectamente detallado, como por ejemplo:

“Y si uno es acusado de asesinato, pero no hay ninguna testigo aceptable, habrá juicio por el hierro. Así será hecho para todas las quejas o hurtos, si el acusador no puede proporcionar la prueba, y la queja es por menos de la mitad de oro de la grivna, y luego darle un juicio por el hierro en cautividad; si la queja es por menos, pero más de dos grivnas de plata, después será el juicio por agua; si es menor, entonces él tiene que hacer un juramento[31].

 

3.      El ocaso de la Rus de Kiev.

Tras más de un siglo de apogeo, a la muerte de Yaroslav la Rus comenzó un proceso paulatino de declive: el principal clan ruríkida ya no era capaz de controlar la lealtad de territorios que había crecido territorial y económicamente[32]. Entre 1054 y 1224 se sucedieron luchas entre 64 principados (muchos de ellos efímeros), incursiones fronterizas continuas de las potencias vecinas emergentes (Mancomunidad polaco-lituana, Reino de Hungría), reivindicaciones por la primacía de más de 290 príncipes y en torno a 83 conflictos civiles[33].

Yaroslav, en su testamento, dividió la Rus entre sus cinco hijos (Iziaslav, Sviatoslav, Vsevolod, Igor y Vyacheslav). Iziaslav I [1024-1078] ocupó el cargo de príncipe de Kiev entre 1054 y 1078, siendo promotor de la redacción final de la Pravda Yaroslávichey o primer gran código legislativo ruso (a  partir de la señalada Rússkaya Pravda), y fundador del legendario Monasterio de las Cuevas de Kiev (bajo la orden de los antonianos o seguidores del monje Antonio, uno de los primeros misioneros eslavos del Monte Athos). Pero fue depuesto tras la revuelta de dos de sus hermanos, Sviatoslav de Chernígov y Vsevolod de Pereyaslav, con los que formaba en ese momento un triunvirato de gobierno (triumviri) para hacer frente a las invasiones de los cumanos. En 1068 huyó a Polonia, de la que regresó en 1073 para reconquistar Kiev, siendo finalmente derrotado y asesinado por los príncipes Oleg y Boris Sviatoslávich (hijos de Sviatoslav) en el año 1076.

Los dos hermanos rebeldes se sucedieron en el poder tras el derrocamiento de Iziaslav. Entre 1073 y 1076 gobernó brevemente la Rus Sviatoslav II Iaroslavich [1027-1076], príncipe de Chernígov y Vladimir, y entre 1078 y 1093 Vsevolod I Iaroslavich [1030-1093]. Este último, el favorito de Yaroslav según la Crónica y reconciliado con el exiliado Iziaslav, se autotituló por primera vez como “Knyaz de toda la Rus" (князь всея Руси), pese a la crisis política y económica del país por las continuas derrotas ante los nómadas turcos (como los llamados polovtsianos)[34].

Su sucesor, el considerado como impopular Sviatopolk II Iziaslavich [1050-1113], hijo de Iziaslav y Príncipe de Turov, gobernó de manera inestable la Rus de Kiev entre 1093 y 1113, siempre en rivalidad con su primo Vladímir Monómaco (hijo de Vsevolod), por lo que patrocinó una nueva redacción de la Crónica de Néstor bajo su reinado como posible forma de legitimar su poder. Tuvo que hacer frente a la rebelión popular contra los beneficiados comerciantes judíos y varegos, los continuos conflictos entre los príncipes ruríkidas y la invasión de los kypchaks (que lo derrotaron en la batalla del rio Stugna en el año 1093).

Pese a los intentos de mantener la unidad bajo la primacía de Kiev en el Consejo de Liubech (1097), años más tarde se produjo la división definitiva. El bloqueo de la frontera occidental con la Cuarta Cruzada y la ruptura consecuente con Bizancio (especialmente tras el saqueo de la ciudad en 1204) y la crisis económico-política ante las imparables invasiones nómadas, consagró la escisión real (que no formal) entre varios principados independientes y áreas culturales-lingüísticas aún difusas: rusa (Nóvgorod, Vladimir-Súzdal, Smolensk), ucraniana (Chernígov, Hálych, Pereyáslavl) y bielorrusa (Pólotsk)[35].

Situación que intentó solucionar si éxito Vladimir II Monómaco [1053-1125] como Gran Príncipe de Kiev entre 1113 y 1125. Nieto del Emperador Constantino IX Monomachos, fue afamado guerrero frente a los cumanos, un reformador de la economía y el gran promotor del desarrollo de la capital Kiev (como recordaba en su famosa Instrucción o testamento); pero no logró apaciguar las luchas intestinas entre los príncipes de la Rus que llevaban a su ruptura. Fracaso también producido bajo el principado de Mstislav I Vladimirovich el Grande [1076-1132]; hijo mayor de Vladimir II y gobernante de Kiev entre 1125 y 1132, su periodo estuvo sumido en interminables conflictos armados en sus fronteras, cotras cumanos, estonios, lituanos, e incluso con los mismos príncipes de Polotsk y Chernígov; tal era el caos en el país, que para la Crónica tras su labor como último Príncipe “la tierra de Rus fue destrozada”.[36]

Tras el declive de Kiev y ante la creciente amenaza túrquica, y como pasaba en resto de Europa (como demostraba la tesis de Henri Pirenne), el eje político-territorial se situó en el norte. En primer lugar en la próspera República de Nóvgorod, que se convirtió en la fuerza regional dominante, gracias a su papel comercial entre el Volga y el Báltico. Siguiendo el modelo de la todopoderosa Hansa germana, la elite económica y política poseía el control de la Asamblea regional y elegía al príncipe como líder militar. Y en segundo lugar con el Principado de Vladimir-Súzdal (Владимиро-Суздальское княжество), potencia regional que nacía como la cuna del primer Estado considerado como étnicamente ruso. De la mano de su Príncipe Andrei Bogolyubsky el piadoso [1111-1174], y desde las ciudades de Súzdal y Rostov, intentó hacerse con la primacía de lo que quedaba de la Rus (saqueando Kiev en 1169), frente a la emergente Nóvgorod, expandiendo su control al norte del río Dvina, y situando su capital en Vladímir. Tras su asesinato por los boyardos locales, su hermano Vsevolod III Yuryevich [1154-1212] llevó al Principado a su máximo esplendor, construyendo grandes edificios en Vladímir, conquistando amplias zonas del norte del río Volga, controlando los territorios de Ryazán, e influyendo decisivamente en la política interna de Kiev y Nóvgorod[37]. Mientras Román Mstislávich, Príncipe de Galitzia-Volhynia, tomó el control de Kiev y se coronó como Gran príncipe de la Rus de Kiev bajo influencia lituano-polaca, y su hijo Daniel aceptó la legitimación romano-católica, rompiendo por primera vez con el Patriarcado ortodoxo de Constantinopla[38].

Quizás el epílogo de este periodo lo encontremos en la obra épica más importante, polémica y representativa de la Rus: el Cantar de las huestes de Ígor (Слово о полку игореве)[39]. Fue la historia legendaria del ataque sin éxito llevado a cabo por el Príncipe Ígor Sviatoslávich [1151-1202], afamado guerrero y Knyaz de Nóvgorod-Síverski (y de Chernígov), contra los polovtsianos y cumanos en el Don; texto que construía la figura de Ígor como el héroe que unía a los eslavos orientales ante la eterna amenaza de los pueblos túrquicos vecinos, y que tras su derrota en la Batalla de río Kayala mostraba la necesidad de superar las prácticas eslavas paganas y los conflictos permanentes entre los diversos principados que llevarían a la ruina de la Rus: “Comencemos esta narración, hermanos, desde los viejos tiempos de Vladimir a este tiempo presente de Igor, que fortaleció su mente con coraje, que aceleraba su corazón con valor y, por lo tanto imbuido con el espíritu marcial, llevó a sus valientes regimientos contra la tierra de los cumanos en defensa de la tierra rusa”. [40]

 

4.      La crónica de Néstor.

La principal y casi única fuente para conocer este periodo la encontramos en la mítica Primera Crónica Eslava o Crónica de Néstor, también conocida como “Los relatos de años pasados". Fuente escrita en el antiguo eslavo oriental hacia el 1113, que nos habla de esta historia de la Rus de Kiev entre los años 850 y 1100 aproximadamente, en especial del proceso de cristianización de la región y de construcción del poder político ruso o ucraniano desde la "fundación varega". Por ello, gran parte del conocimiento real y mítico de la Rus, en sus versiones generales ucranianas o rusas, parten de este texto como fuente primaria de información:

"Relato de los años pasados, de un monje del Monasterio de las Grutas de Feodosij, de dónde salió la Tierra Rusa, y quién empezó primero a gobernar en ella, y de dónde surgió la Tierra Rusa"[41].

Estudiada por primera vez por Alekséi Shajmatov, ante las dudas sobre muchos de sus nombres y fechas, fue corregida y cotejada inicialmente con la Primera Crónica Nóvgorod y las tradiciones orales recuperadas del reinado de Yaroslav I (siglo XI), y posteriormente por análisis arqueológicos (Dubov), folclórico-literarios (Froyánov) o numismáticas (Kliuchevski). Y se planteó, durante años el debate sobre este origen nórdico entre las llamadas “tradición normandista” (G.S. Bayer, G.F. Müller y Nikolái Karamzín) y “interpretación antinormandista” (M. Lomonósov)[42] sobre ese origen varego-escandinavo:

"En el año 6367 (859): Los varegos de ultramar recibieron tributo de los chudos, eslavos, merias, veses, kríviches,... En el año 6370 (862): Provocaron que los varegos volvieran del otro lado del mar, rechazaron pagarles tributo y acordaron gobernarse a sí mismos. Pero no hubo ley entre ellos, y cada tribu se levantó contra cada tribu. La discordia se cebó así entre ellos, y empezaron a guerrear entre sí. Se dijeron: «Elijamos a un príncipe que mande sobre nosotros y que juzgue de acuerdo a la costumbre». Así acudieron más allá de los mares a los varegos, a los rus. Estos varegos eran llamados rus, como otros eran llamados los suecos, normandos, anglos y godos. Los chudos, eslavos, kríviches y los ves dijeron entonces a los rus: «Nuestra tierra es grande y rica, pero no hay orden en ella. Que vengan a reinar príncipes sobre nosotros». Tres hermanos, con su parentela, se ofrecieron voluntarios. Tomaron consigo a todos los rus y vinieron"[43].

Atribuida al Monje Néstor, residente en el Monasterio de las Cuevas de Kiev, en su manuscrito recogía las crónicas eslavas perdidas, las difusas sagas nórdicas los anales bizantinos de Jorge el Monje y Juan Malalas, y las referencias orales de Yan Vyshátich. Y lo hacía subrayando el origen varego del pueblo de la Rus (al trabajar en la corte del declarado escandinavo rey Sviatóslav II); especialmente en su primera parte, donde narra las historias de aquellos vikingos y comerciantes nórdicos que llegaron a tierras eslavas y urgrofinesas, de cómo fundaron Kiev y fueron asesinados Askold y Dir, del fallecimiento de Oleg por una serpiente, de la muerte de Igor a manos de los drevlianos y la posterior venganza de su viuda Olga sobre los mismos, e incluso de la labor misionera de los santos Cirilio y Metodio en este lejano mundo. Y pondrá especial énfasis, posteriormente, en la historia de Vladimir de Kiev y su conversión al cristianismo, narrando con detalle la abolición del culto pagano a Perun y otras divinidades, y como implantó la fe cristiana entre los súbditos de la Rus[44].

Años más tarde, el clérigo monástico o “higúmeno” Silvestre se dedicó desde 1116 a realizar numerosas copias del texto de Néstor en su Monasterio de San Miguel de Výdubichi, añadiendo una parte sobre su rey y benefactor, el príncipe Vladimir II Monómaco (segunda versión preservada en el Códice Lauretiense). Y finalmente se realizó una tercera edición o revisión en griego, de carácter anónimo, por encargo del Príncipe Mstislav I, donde la presencia bizantina se convirtió en central (versión recogida en el Códice de Ipátiev) [45].

Por ello, ante la ausencia del original, tres son las copias conservadas: el Códice de Radziwiłł, el Códice Lauretiense (“Laurentian Codex”) y el Códice Ipátiev (“Hypatian Codex”). El monje Lavrenti de Nóvgorod se encargó de copiar el Códice Lauretiense para una posterior versión encargada por príncipe Dmitri Konstantínovich en 1377, utilizando un supuesto original del Gran Duque de Tver, ampliando el periodo la narración hasta el siglo XIII (aunque omite los años 898-922, 1263-83 y 1288-94). Gracias a la labor del historiador Nikolai Karamzín, en el monasterio Ipátiev de Kostromá fue descubierto el citado como Códice Ipátiev, el cual incorporaba en eslavo antiguo la “crónica de Kiev” y la “crónica de Galitzia-Volinia[46].

Lijachev señalaba que el corpus base de la Crónica de Néstor fue elaborado hacia los años 40 del siglo XI como instrumento político y religioso del nuevo estado independiente de la Rus de Kiev. Por ello, la definió como un conjunto de narraciones sobre los primeros cristianos rusos (alegóricamente desde el mismo Noé y sus hijos) a través de seis relatos: cristianización y muerte de Olga, martirio de los dos cristianos varegos, cristianización de Rus con dos partes claves: el Discurso del filósofo y la alabanza a Vladímir, martirio de Borís y Gleb, y alabanza a Yaroslav el Sabio (que conseguirá la independencia religiosa de Bizancio)[47].

5.      El antiguo eslavo oriental: idioma y cultura común.

Los idiomas son utilizados, casi siempre, para crear naciones o enfrentarlas entre sí. Este es el caso del posible idioma usado, de manera común, entre los distintos grupos humanos y regiones que fueron conformando la Rus de Kiev: el citado antiguo eslavo oriental (роусьскъ); documentado entre los siglos X y XV, posiblemente dio en su evolución a las tres grandes variedades del mismo a partir de la desaparición de la Rus y la división provocada por la invasión mongola: ruso, ucraniano y bielorruso. Aunque para historiadores y lingüistas rusos es la seña de identidad compartida entre los distintos pueblos eslavos orientales (древнерусский язык), para ciertos teóricos de Ucrania o Bielorrusia es el exclusivo origen de su idioma propio.

En todo caso parece ser la lengua común de un periodo compartido, que se componía posiblemente de diferentes dialectos regionales (surgidos del proto-eslavo) y se escribía en cirílico (pese a una pequeña fase en alfabeto glagolítico en la zona de Nóvgorod). Y cuyo nacimiento formal, a partir del protoeslavo y de dichos dialectos regionales, se debe a la primera codificación del "eslavónico eclesiástico" a partir de la influencia bizantina-búlgara[48].

Idioma atestiguado en El Códice de Nóvgorod (c. 1010), primer texto formal, y en diversas obras litúrgicas como El Evangeliario de Ostromir (c.1056-1057) o los Florilegios sobre la vida y preceptos de los Padres de la Iglesia y los Santos (c. siglo XI), obras políticas como La Loa de san Vladímiro (c. 1050) de Hilarión de Kiev, y obras profanas como las traducciones de Basilio el Grande, de Juan Malalas, de Juan Crisóstomo, de la Novela de Alejandro, fundada en la historia de Alejandro Magno, o de la Acción de Devgenis (Digenis Acritas).

A estos primeros testimonios se unieron los documentos encontrados en Nóvgorod realizados en corteza de abedul (c. siglos XI-XII); La Homilía de Vladímir II Monómaco (c. 1117) sobre el ejemplo de los principios morales del príncipe; El Viaje del higúmeno Daniíl a la Tierra Santa (Житие и хождение игумена Даниила из Русской земли, c. siglo XII) desde la Rus de Kiev a Palestina, en sus testimonios y en las leyendas religiosas aprendidas por el mismo; el señalado código legal Justicia de la Rus (Руська правда); el citado y épico Cantar de las huestes de Ígor (Слово о полку игореве); los ya analizados Crónica de Néstor o Primera Crónica Rusa (Повесть временных лет) y el Código Laurenciano (Лаврентьевский список); así como miles de textos manuscritos y anónimos que necesitaron de una nueva traducción al ruso moderno (por la evolución lógica del idioma y del mismo alfabeto cirílico)[49].

6.      La Edad media rusa: la invasión mongola y la República de Nóvgorod.

Llegaron los mongoles y la Rus de Kiev pasó a mejor vida. Pueblos lejanos procedentes de las estepas irrumpieron en las fronteras en 1223, más allá de los tradicionales y limitadas incursiones nómadas. Ahora llegaba un imperio desconocido que, bajo mando de Genghis Kan, derrotó a la primera coalición de la Rus en la Batalla del Río Kalka, y entre 1237 y 1240 impondría su dominio a los principados eslavos, que según señalaban las crónicas de la época llegaron “por nuestros pecados pueblos desconocidos” de los “que nadie sabe su origen, de donde vinieron o que religión practicaban[50].

El imperio más grande de la Historia dominado por un solo hombre llegó a las tierras rusas. Genghis Khan y sus hordas mongolas, confederación militar de tribus (sin sistema económico ni dominación étnica) cruzaron los Urales en 1206, dominando los principados medievales eslavos en 1237 cuando su nieto Batu Khan, de la mano de los tártaros, destruyó el reino de los búlgaros del Volga y la Horda de Oro se hizo con el control de toda la región, con capital en Sarai. Solo quedaron independientes, aunque vasallas, las regiones de Kiev y Novgorod; y la ciudad mítica de Kitezh[51], que según la leyenda se hizo invisible para evitar ser conquistada por los tártaros, gracias a las plegarias de Santa Fevroniya de Murom (despareciendo entre las brumas del lago Svetloyar).

La Horda de Oro, al mando de su hijo Batu Kan, tras derrotar a la coalición túrquica de los llamados polovtsianos (cumanos, búlgaros del Volga, bashkires y alanos) arrasaron la Rus. Más 35.000 temibles arqueros al mando de Subotai sembraron el pánico en las regiones del Volga y los Urales, enviando emisarios a la Corte de Yuri II de Kiev en noviembre de 1237, exigiendo su vasallaje; ante la negativa arrasaron Ryazán y Vladímir en febrero de 1239, y aplastaron la contraofensiva eslava en el Batalla del rio Tie (4 de marzo). Pequeñas unidades de la Horda asaltaron casi todas las ciudades del sur y centro de la Rus, con matanzas indiscriminadas utilizando máquinas chinas de asedio con gran éxito. Solo las norteñas Nóvgorod y Pskov escaparon a la invasión, siendo refugio de miles de desplazados.[52]

La invasión continuó con gran crudeza, y Batu Kan tomó Crimea y Mordovia hasta irrumpir en diciembre de 1240 en la misma Kiev. En su camino hacia Occidente (Hungría y Polonia) la capital de la Rus no pudo resistir el asedio pese a la resistencia feroz del Principado de Halych-Volinia y de su voivoda Dmitri. Y a diferencia de años anteriores, y tras integrar en sus filas a muchos pueblos túrquicos (conocidos genéricamente como tártaros), la Horda llegó para quedarse: construyó una capital en Sarai y sometió a vasallaje a los distintos principados, como delegada del gran Kan mongol. Comenzó así el llamado “yugo” tártaro-mongol, basado en el pago de tributos por los principados (con un censo desde 1259), el homenaje de sus gobernantes, pero sin imponer costumbres concretas a los dominados (como la religión o el idioma) ante la debilidad numérica de las tribus mongolas dominantes; chamanistas en origen y progresivamente islamizados por su creciente contingente tártaro, toleraron el cristianismo ortodoxo con un obispo en su capital, e incluso Nogai Kan contrajo matrimonio con la hija del príncipe de Smolensk Theodore Rostislavich el Negro. Mientras las tierras del sur de la Rus perdieron más de medio millón de personas y ciudades como Kiev fueron devastadas, el norte de la misma comenzó un florecimiento sin precedente, en especial Nóvgorod, Moscú y Tver; ciudades que comenzaron a combatir entre ellas por la primacía entre los rusos, buscando la protección o la alianza con la Horda (ante el fracaso de la rebelión de Tver contra los mongoles en 1327)[53].

Invasión que provocó que parece explicar la división de la Rus entre las posteriores culturas rusa, bielorrusa y ucrania (que pasaron a diferentes esferas de influencia regional), la imposición del llamado “despotismo oriental” en las estructuras políticas y mentalidades culturales de los pueblos sometidos, la aparición de los cosacos o казаки (eslavos libres en sus fronteras huidos de los envíos de esclavos a Estambul), y favoreciendo finalmente la hegemonía del Ducado de Moscovia entre los eslavos orientales (mediante el sistema feudal de boyardos terratenientes o Mestnichestvo, muchos de ellos de origen tártaro-mongol). Una resistencia transmitida oralmente por los populares juglares llamados Skomorojis (de Bizancio o de las Estepas), que narraban en las “bylinas” (cantos) las hazañas de los bogatyrí (Alyosha Popóvich, Dobrynya Nikitich o Ilya Muromets); héroes medievales que lucharon por Rusia contra esos monstruos fantásticos que parecían ser los invasores nómadas (mongoles, pechenegos o cumanos)[54].

Pero hasta el ascenso de Moscú, durante dos siglos la protagonista fue la República de Nóvgorod (Новгородская республика), ciudad-estado en el norte de la Rus, integrada como puerto de la Hansa germana, y que en su momento de máxima expansión se situó entre el Mar Báltico, los Urales y el Lago Ladoga (1136-1478). La Primera Crónica de Nóvgorod subraya su independencia de Kiev y la tradicional forma de autogobierno, siendo una de las últimas regiones de la Rus en cristianizarse. Tras años en los cuales su máximo dirigente era nombrado desde la capital (normalmente el hijo mayor del Príncipe de Kiev), sus boyardos comerciantes comenzaron a elegir a su Príncipe desde 1136, siempre bajo control del alcalde local (posadnik), el jefe de la milicia (tysyatskys) y las asambleas ciudadanas (veches)[55].

Staya Rusa, Staraya Ladoga, Oreshek y Torzhsk (y puntualmente la occidental Pskov) fueron algunas de las ciudades bajo control de una Nóvgorod con Obispo propio y amplias fronteras a defender (tras llegar al mar Blanco). Y bajo dominación real de una elite de comerciantes dedicados a las valiosas transacciones de pieles y sal, bajo su propio gremio conocido como “los cien de Iván” (Иванское сто), regulado por una Carta (Устав) y un Manuscrito (Рукописание) desde el gobierno del knyaz Vsevolod Mstislavich.

Su periodo de máximo esplendor llegó, paradójicamente, tras la invasión mongola. Aislado del sur bizantino, el comercio eslavo se desplazó hacia el Mar Báltico a través de Nóvgorod (con amplios negocios con germanos, daneses y suecos), se consolidó su independencia, y miles de refugiados de la Rus llegaron a sus tierras (creciendo su capital con más de treinta mil habitantes). Estableciendo una alianza con Lituania, que exigió su conversión al catolicismo (en varias ocasiones planteada en la Asamblea local), se convirtió en el núcleo económico ruso: extracción de hierro, recursos de caza y pesca, cultivo de lino y lúpulo, apicultura intensiva, y sobre todo, el citado y crucial comercio de pieles y sal. A ello se debió el enorme desarrollo cultural (con sus famosos Manuscritos en corteza de abedul sobre historias épicas y folclóricas locales) y arquitectónico de la República (con su bizantina Catedral de Santa Sofía, su antiguo Kremlin y sus construcciones al estilo románico europeo). Pero la concentración de las tierras en la elite comercial boyarda (así como en los principales monasterios regionales, como el de Yuriev o el de Antoniev) extendió en la región un duro sistema feudal de servidumbre (en tres categorías: давние люди, половники y поручники) que generó diversas revueltas campesinas[56].

Su riqueza llamó la atención de sus vecinos occidentales. Durante la primera Guerra sueco-novgorodiana (1142-1162) los nórdicos invadieron la República implantado tributos obligatorios, mientras la Orden teutónica tomó sus principales puestos en la costa báltica. Pero en  la segunda Guerra (1240-1242), Nóvogorod aún perdiendo Karelia pudo preservar su independencia, reconocida en 1323 con la firma del Tratado de Nöteborg. Una autonomía garantizada gracias a la labor de su príncipe Aleksander Nevski, que consiguió el reconocimiento y la paz con el Kan tártaro-mongol al aceptar el pago de los tributos impuestos desde 1259, y la labor de los piratas locales o “ushkuiniks”, que amenazaron las cuencas del Volga y del Don[57].

Los Caballeros teutones (junto con lituanos y suecos) lanzaron su cruzada contra los herejes ortodoxos en 1242; había que conquistar el independiente norte de Rusia, tras dominar y germanizar previamente a los pueblos bálticos. El legendario Aleksandr Nevki [1220-1263] logró frenar al invasor con ayuda mongola, y como vasallo fue nombrado "príncipe de todas las Rusias" por Sartak, nieto de Batu y convertido al cristianismo de rito nestoriano [58]. Príncipe de Nóvgorod desde muy joven, Nevski consiguió primero frenar el avance occidental de las tropas suecas sobre sus dominios, que en 1240 habían desembarcado en el rio Nevá al mando del yerno del rey de Suecia Birger Jarl (asumiendo la Bula papal firmada por Inocencio IV en 1237 para la conversión de los paganos fineses y los rusos ortodoxos). Frente a ellos, a los que venció el 15 de julio de ese año, Nevski arengó a sus soldados con estas palabras legendarias:

"Hermanos, somos pocos y el enemigo es fuerte, pero Dios no está en la fuerza sino en la Verdad. Recordemos las palabras del Creador de los salmos:... 'estos en carros, aquellos a caballo, y nosotros el nombre de Dios invocaremos'... No os amedrentéis por el número de los combatientes, ya que Dios está con nosotros"[59]1.

Posteriormente derrotó a los destacamentos de la Orden teutónica, que tomaron las ciudades de Pskov y Yúriev (apoyándose en la misma Bula), en la Batalla de los Hielos (Lago Peipus)[60]; ante la inesperada derrota, el Papa envió dos delegados vaticanos a Nóvgorod para intentar que el Príncipe Nevski accediese a la protección Roma, pretensión que no consiguieron. Pero sobre todo logró el reconocimiento de los mongoles y tártaros de su primacía entre los pueblos eslavos, siendo nombrado por ellos como Gran Príncipe de Kiev (1246) y como Príncipe de Vladímir (1251).

Según cuenta la leyenda, el respeto del Kan por Nevski surgió de un hecho singular: cuando los príncipes rusos eran obligados a asistir a la "invitación" de su soberano mongol desde la invasión, en una de esas ocasiones Nevski se negó a cumplir con el humillante protocolo de pasar entre las hogueras rituales y arrodillarse ante las estatuas de los antepasados, diciéndole al mismo Kan: "me inclino ante ti porque Dios te ha honrado con un reino, pero nunca me inclino ante algo creado por el hombre. ¡Únicamente a Dios es a quien sirvo, adoro, reverencio y me arrodillo!"[61]. Aleksandr falleció a la orillas del Volga en 1525, tras tomar los votos monásticos, pasando a convertirse en el prototipo del héroe en la historia rusa:

"Al volver de la Horda de Oro, el Gran Príncipe Alejandro llegó a la ciudad de Nizhny Novgorod, y allí permaneció durante varios días en buen estado de salud, pero cuando llegó a la ciudad de Gorodets cayó enfermo ... El Gran Príncipe Alejandro, que fue siempre firme en su fe en Dios, se marchó de este reino terrenal ... Y, a continuación, entregó su alma a Dios y murió en la paz el 12 de noviembre, en el día en que el Santo Apóstol Felipe es recordado ... En este entierro el Arzobispo Metropolitano Cirilo dijo: Mis hijos, ustedes deben saber que el sol de Súzdal se ha puesto. Nunca habrá otro príncipe como él en la tierra Suzdaliana. Y a los sacerdotes, a los diáconos y a los monjes, a los pobres y a los ricos, y a todo el pueblo dijo: es nuestro fin"[62].

Pero su alianza con la católica Lituania fue el principio del fin. Tras los intentos de anexión del vecino Príncipe Mijaíl Yaroslavich de Tver y de Iván Kalita de Moscú, el posadnik Isak Boretskii alcanzó un pacto con el rey polaco Casimiro y el Duque de Lituania Mijaíl Olelkovich; pero la derrota militar ante Basilio II de Moscú en 1456, obligó a la firma del Tratado de Yazhelbitsy que iniciaba el total sometimiento de Nóvgorod. Finalmente, el Duque de Moscovia Iván III, al mando de la coalición eslavo-ortodoxa, derrotó a las defensas de Nóvgorod en la Batalla del río Shelona (1471), acabando tanto con la independencia política de la República (destruyendo su simbólica “campana de la Asamblea” local o Veche) como con la denunciada “latinización” de su identidad[63].

La devastación y dominación mongola continuó durante décadas con la subsiguiente crisis política y económica que provocó el fin de toda posibilidad de reconstruir la Rus: en el este Galitzia y Volinia cayeron bajo dominio lituano-polaco (siendo Kiev conquistada por tras la batalla del Rio Irpén en 1321). El Imperio mongol (chamanista) dio lugar a la Horda de Oro (tártaro) como organización regional. Frente al mismo, con un rápido desarrollo urbano e islámico años en los principados de sur (Cáucaso y Volga), el norte de Rusia se convertirá en el centro de la resistencia. Iván I de Moscú [1288-1340] será reconocido por el khan Uzbek [1313-1340] como el Gran Duque de Moscovia, al darle por primera vez la primacía entre estas regiones eslavas. Y desde la propia Moscú, el príncipe Dmitri Donskói [1350-1389] desafió la dominación tártara en la batalla de Kulikovo, y anunció el fin de un periodo que, pese a la irrupción brutal de Tamerlán, dio lugar a tres Kanatos islámicos (Crimea, Kazán y Astraján).

7.      Moscovia.

El norte fue el refugio de los eslavos orientales ante el citado avance mongol. El pueblo ruso (considerado ya étnicamente como "tierra rusa") conseguía la primacía en la región, construyendo una identidad cultural y religiosa propia desde la expansiva Moscovia y reclamando la herencia de la Rus de Kiev[64].

Iván I Danílovich Kalitá [1288-1340] consiguió unificar Moscú y Vladímir como Príncipe del Ducado de Moscovia tras ser aceptado por los mongoles, dueños de la situación, frente a su rival Aleksandr de Tver. Reconocido por el Kan Uzbeg como vasallo, tomó y arrasó a la rebelde Tver en su nombre, defendió la frontera con la emergente Polonia-Lituania y situó la sede del Patriarcado de Kiev en la propia Moscú en 1325. A su muerte repartió las ciudades del ducado entre sus vástagos Simeón, Iván y Andréi[65].

Su hijo Simeón Ivánovich el Soberbio [1316-1353] siguió como vasallo de la Horda de Oro del Kan Uzbeg en 1340, para mantener la primacía de Moscú frente a los príncipes de Tver y Súzdal, consiguiendo además la sanción bizantina como senescal (stólnik). Ante la rebelión de Nóvgorod contra "el legítimo príncipe de toda Rusia", (con el arresto de sus recaudadores en la ciudad de Torzhok) Simeón organizó una coalición para su invasión contra la República, que finalmente se rindió a finales de 1340, respetando solo su independencia de manera temporal. Y en 1347, cuando los suecos invadieron tierras novgorodianos, el Gran Príncipe de Moscovia, su teórico protector, la dejó a su suerte. El objetivo de Simeón eran las regiones lituanas, consiguiendo el apoyo del nuevo Kan Jani Beg para su causa, llegando a casar a Uliana de Tver con el príncipe pagano lituano Algirdas (reconocido por el metropolitano Teognosto), al que en 1351–1352 declaró la guerra por la fronteriza región de Smolensk, conquistando varias de sus ciudades. Pero la peste negra llegó a Rusia en 1352, llevándose la vida de más de dos tercios de los habitantes de ciudades como Pskov o Moscú, así como la del propio Simeón y dos de sus hijos en 1353. Días antes había tomado los votos monásticos con el nombre de Sozont y realizando su testamento en papel (en vez de pergamino), siendo por primera vez usado en el país[66].

Iván II el Justo [1326-1359], segundo hijo de Iván Kalita, accedió al poder tras la muerte de su hermano por la peste en 1353. Intentó desligarse de la hegemonía mongola y aliarse a Polonia-Lituania, pero su debilidad permitió al duque lituano Algirdas conquistar Briansk y conllevó la pérdida de varias ciudades a manos de Oleg de Riazán. A su breve reinado le sucedió el trascendental gobierno de su heredero Dmitri Ivánovich Donskói [1350-1389], coronado con solo nueve años y bajo regencia del metropolitano Alejo. Pero en 1363, ya al mando del país recuperó la máxima dignidad entre los rusos tras ser reconocido por Horda de Oro, tras la muerte del Príncipe de Nóvgorod, y controló definitivamente la región de Vladímir, construyendo el primer Kremlin de Moscú en piedra (1367).

Tras repeler los asedios lituanos de la capital (1368 -1372) obligó a la retirada de Algirdas tras el Tratado de Lyubutsk, y consolidó su dominio en la región de Vladímir frente a las pretensiones del Tver. Tras conseguir la obediencia de la mayoría de Principados eslavos, en 1376 Dmitri devastó las tierras vecinas de los búlgaros del Don. Aprovechando la debilidad tártaro-mongola por los sucesivos conflictos por el poder en la Horda de Oro, Dmitri envió sus tropas hacia la sureña cuenca del río Don, venciendo al Kan Mamái en la Batalla del río Vozha en 1378. El conflicto final llegaría a su fin en la legendaria Batalla de Kulikovo (1380) con la derrota total de Mamái y sus tropas tártaro-mongolas y lituanas; al mando de una "santa alianza" de 19 principados eslavos, lanzó una gran y exitosa ofensiva, precedida por el duelo simbólico y mítico entre un guerrero de cada lado: el monje Aleksandr Peresvet y el héroe de la Horda Chelubéi (falleciendo ambos)[67].

Aunque el nuevo líder del ejército tártaro-mongol, el general Toqtamish, reaccionó años más tarde y llegó las puertas de Moscú, esta fue defendida con eficacia por Dmitri. A su muerte en 1389, con gran parte de la región sureña en su poder (por ello su apodo de Donskoi o "del Don"), legó su Principado y sus títulos al heredero Basilio sin consultar por primera vez con el Kan[68]. A Donskoi fue dedicado el famoso poema Zadonshchina (Задонщина) o “más allá de Rio Don”, donde se elogiaba su figura desde Kulikovo, como “el primer gran héroe ruso” iniciador de la unificación del país al vincular a la Rus de Kiev con el Zarato moscovita:

“Vamos, Oh hermanos, en la medianoche del país, la gran tribu de Jafet, el hijo de Noé, de quien procede lo más glorioso de Rusia; subamos las montañas de Kiev, y miremos por el suave Dnieper sobre la totalidad de la Tierra rusa, y a la parte Oriental de la tierra, de los herederos de Shem, otro hijo de Noé, de quien nacieron los Chinos, los paganos Tártaros y los Musulmanes (…) “El príncipe Vladimir Andreevich, por su valentía y celo en la defensa de la Tierra rusa y la fe Cristiana. Para esto, el Gran Príncipe Dmltri Ivanovich, y su hermano, el Príncipe Vladimir Andreevich, afilaron sus corazones en la valentía, surgieron en su fuerza, y recordaron a su antecesor, el Príncipe Vladimir de Kiev, el zar de Rusia”[69].

Basilio I Dimítrievich [1371-1425] continuó la obra expansionista de su padre en la Rusia europea, conquistando los Principados de Nizhni Nóvgorod y de Múrom, las regiones de Kaluga y Vólogda, y las tierras de la tribus komi, entre 1397 y 1398; paralelamente fue consolidando el sistema feudal ruso, delegando el poder judicial en sus señores vasallos. Se casó con Sofía de Lituania para conseguir el apoyo de este ducado frente a la aún peligrosa Horda de Oro; aunque el duque lituano Vitautas rompería la alianza para recuperar Smolensk, e irrumpiría la última y brutal invasión tártaro-mongola. En 1395 Tamerlán invadió todas las tierras eslavas, arrasando las fortalezas rusas en el Don, aunque no llegó a conquistar Moscú[70]. Basilio logró defenderla con éxito, y reaccionar al año siguiente atacando a la casi terminal Horda de Oro. Aunque no rindió homenaje al Kan Olug Mojamat (paradójicamente el más afectado por la irrupción de Tamerlán), en 1408 el nuevo Kan Edig logró reunificar fuerzas y atacar tanto Rostov como Nizhny Nóvgorod (aunque no Moscú), obligando de nuevo a Basilio al vasallaje[71].

Su hijo Basilio II el Oscuro [1415-1462] tuvo que hacer frente a la gran Guerra civil moscovita, propia ya de un Estado medieval de grandes proporciones y crecientes intereses regionales. Coronado a los diez años, su madre Sofía de Lituania ejerció de regente, asistió a como su tío Yuri de Zvenígorod (Príncipe del rico Principado de Gálich-Merski) y sus dos hijos Vasily Kosói y Dmitri Shemyaka reclamaron los derechos al trono en función del testamento de Dmitri Donskói (que declaraba a Yuri su sucesor si Basilio I no tenía hijos varones, cuando aún no los tenía). Tras la muerte de Vitautas, abuelo y gran apoyo de Basilio, Yury consiguió el apoyo de metropolitano Focio, la autorización del Kan para reclamar el poder en Moscú en 1430, y la financiación del poderoso boyardo de Moscú Iván Vsevolzhsky. En 1433 comenzó la Guerra civil, tras el famoso enfrentamiento verbal entre la madre Sofía y el tio Yuri y su familia en la misma boda de Basilio II; semanas después las tropas de Yuri, Vasily y Dmitry saquearon Yaroslav, lograron entrar en Moscú derrotando a las defensa de Basilio, y Yuri se proclamó Gran Duque de Moscovia; pero cometió el error de perdonar a su sobrino y enviarlo a gobernar la pequeña ciudad de Kolomna, desde la cual logró reunir tropas y aliados suficientes para derrotar a Yuri y a Vsevolzhsky, regresando victorioso a Moscú, pese a ser frenado temporalmente en Rostov, hacia 1434 [72].

Los hijos de Yuri prosiguieron posteriormente con su reclamación y con la Guerra desde 1434, logrando de nuevo expulsar a Basilio; Vasily Kósoi entró en el Kremlin y se proclamó Gran Duque, pero sus hermanos Dmitri Krasny y Dmitri Shemyaka, sintiéndose traicionados (pese a recibir el control personal de varias ciudades) lo traicionaron y pactaron con el expulsado Basilio para derrocar a Kósoi. Tras más de un año de resistencia desde Vólogda, Vasily fue derrotado en Kostroma y Veliky Usyug, y capturado, encarcelado y cegado en 1436.

Tras cuatro años de inestable gobierno, y tras el colapso de la Horda de Oro, Basilio II tuvo que hacer frente a la expansión de los pequeños kanatos tártaros nacientes. En 1439 el Ducado de Moscú fue invadido por las tropas del recién nacido Kanato de Kazán lideradas por Ulugh Muhammad, que en la Batalla de Súzdal (1444) destrozaron las defensas moscovitas, e hicieron prisionero durante cinco meses al mismo Basilio II en 1445 (solo liberado tras el pago de un cuantioso rescate). Con el Príncipe en prisión, Moscovia fue gobernada por su primo y antiguo aliado Dmitri Shemyaka, gracias al apoyo de Nóvgorod (donde se había refugiado ante el avance tártaro). Tras el regreso de Basilio en 1446, Dmitri lo desterró a Úglich y lo cegó, pero ante la presión de numerosos boyardos le perdonó la vida y lo envió al gobierno de la región de Vólogda, bajo un juramento de lealtad y vasallaje; pero desde allí, el ahora conocido como Basilio el Oscuro (o "el ciego"), organizó su regreso a Moscú, tras librarse del juramento por intercesión del archimandrita del importante Monasterio de Belozersky. Con el apoyo de numerosos boyardos y de los mismos tártaros de Kazán, Basilio logró un importante ejército y entró en Moscú a finales de 1446; después de una sucesión de crueles batallas, capturó los principados de Gálich-Merski y de Mozhaysk (bases del poder de Dmitri), expulsó a las fuerzas rivales hasta Nóvgorod en 1452, y consiguió envenenar mortalmente a Dmitri en 1453[73].

Tras abolir por decreto toda sucesión colateral entre las familias ruríkidas, Basilio II centralizó como nunca el poder en Moscovia ante la caída de Bizancio en manos turco-otomanas; sometiendo a las rebeldes Nóvgorod, Pskov y Vyatka, integró definitivamente en Moscovia a las regiones de Mozhayask, Serpujov y Vereya, y nombró al obispo Jonás como "metropolitano de toda Rusia" (ya no de Kiev o de Moscú) en 1448[74].

En este periodo, el misionero San Esteban de Perm [1340-1396] (Стефан Пермский) llevó el cristianismo hacia los Urales, aprendiendo el idioma y las tradiciones de los Permianos de Komi, y creando el Obispado de Perm bajo control moscovita (y no de Nóvgorod); vida recogida por Epifanio el Sabio en el Panegírico a san Esteban de Perm. A esta labor se unió la obra pictórica del monje Andréi Rubliov [1360-1430] (Андрей Рублёв), capaz de plasmar iconográficamente la espiritualidad rusa medieval en La Trinidad, o la importante reforma monástica impulsada por san Sergio de Rádonezh [1315-1392] (Сергий Радонежский)[75].

Por primera vez un duque de Moscovia su titulaba como el "Gran Príncipe de toda Rusia". Fue Iván III Vasílievich el Grande [1440-1505] o "el unificador de las tierras rusas". El poderío de la Rusia moscovita ya era incontestable entre los eslavos orientales, reclamando públicamente su papel como "la Tercera Roma" sucesora de la vieja Constantinopla[76]. Su reinado, el más largo de la historia de Rusia, asentó definitivamente la autocracia como forma de gobierno, al proseguir la política unificadora de su padre Basilio (del que fue corregente en su juventud al final de su reinado). Comenzó este asentamiento acabando para siempre con la autonomía y alternativa que suponía la próspera República de Nóvgorod; esta, aliada del católico rey de Polonia Casimiro IV (lo que suponía una herejía para los ortodoxos moscovitas), fue derrotada en 1441 tras las victorias militares en Shelona y Dviná, y finalmente ocupada en 1478 con apoyo de tropas tártaras. Iván III fue reconocido como soberano autócrata o "gosudar", incorporando a Moscovia todos sus extensos territorios novogorodianos desde Laponia a los Urales (aunque hasta 1488 se sucedieron diversas revueltas, que provocaron el destierro de sus principales familias políticas y comerciales a Moscú o Vyatka)[77].

Asimismo compró o invadió otros importantes principados como Yarolav (1463), Rostov (1474), Tver (1485) y Vyatka (1489); cerró las puertas a toda pretensión de sus hermanos (con los que no compartió el poder ni ningún territorio), aliados con el ducado lituano; y promulgó un decreto por el cual los dominios de sus parientes ruríkidas, después de su muerte, debían pasar directamente al Gran Príncipe de Moscovia en vez de a sus herederos (acabando así con la independencia formal de los principados, y siendo el punto de inflexión de la implantación de la autocracia)[78].

Y extendió la independencia de Moscovia como nunca. En primer lugar finalizó el vasallaje con la Horda de Nogai, heredera de la vieja coalición tártaro-mongola. Tras negarse a pagar tributo al Kan Ahmed, en noviembre de 1480 derrotó una invasión inicial en el "gran enfrentamiento del río Ugrá", obligando a las tropas del kan a retirarse a las estepas. En 1487 destruyó a la Horda en el campo de batalla y ejecutó al mismo Kan; así sometió a su Kanato de Kazán a vasallaje y entró en alianza con el Kanato de Crimea (incluso estableciendo relaciones diplomáticas con los otomanos en 1495). En segundo lugar, frenó las intenciones expansionistas de sus vecinos del Báltico; ante las incursiones de Dinamarca y Suecia fundó la ciudadela defensiva de Ivángorod (en Ingría) y detuvo a los comerciantes germanos de la Liga Hanseática que negociaban e influían en Nóvgorod. Y en tercer lugar consiguió el trono de Lituania para su hijo Aleksandr tras la muerte de Casimiro IV en 1492 y tras la ruptura final entre polacos y lituanos; aunque su propio hijo se rebeló contra las injerencias continuas de su padre, apoyando una rebelión local que fue derrotada en la Batalla de Vedrosha en 1500 y perdiendo ante Moscovia más de 16 ciudades (entre ellas Chernígov  y Starodub)[79].

Centralización autocrática y expansión territorial sin precedentes de Moscovia que se tradujo en las aspiraciones de un todopoderoso Iván III como legítimo e inevitable sucesor de Bizancio[80]. Tras la muerte de su primera mujer María de Tver (1467), se desposó con la griega Sofía Paleóloga (también llamada como Zoe, hija de Tomás Paleólogo, déspota de Morea y aspirante en trono imperial bizantino). Tras la conversión de Sofía a la ortodoxia para el matrimonio, los intereses papales de acercamiento de Rusia al catolicismo (como sugirieron al propio Iván) a través de Lituania se desvanecieron, asumiendo la corte de Moscovia el ceremonial bizantino (y no romano) y el propio águila bicéfala en su escudo; así reclamaron internacionalmente que Moscú fuera reconocida la sucesora de Bizancio, trayendo a grandes maestros arquitectos a la ciudad para embellecerla imperialmente a gloria de Iván III (como el famoso italiano Aristóteles Fioravanti, responsable de varias catedrales y palacios en el Kremlin). El Gran Duque se convirtió en sacrosanto, soberano e independiente del poder de los boyardos y del resto de príncipes, como se sancionó en el Subédnik o "código de la ley" (compilada por el escribano real Vladímir Gúsev), nombrando al hijo de Sofía (y no Vasily, hijo de María de Tver) como corregente y heredero el 14 de abril de 1502, pese a la oposición boyarda [81].

El heredero Basilio III [1479-1533], Gran Príncipe de Moscú entre 1505 y 1533, consolidó la unidad y primacía de Moscovia. Se anexión la importante fortaleza polaca de Smolensk (1512) con el apoyo del príncipe lituano Miguel Glinski, conquistó definitivamente los Principados de Riazán (1521) y Nóvgorod-Síverski (1522), y la entronizó en el Kanato de Kazán a su aliado Cagali. Soberanía y unidad alcanzada por su lucha a muerte con los boyardos terratenientes, y con la expulsión de todo disidente entre 1525 y 1531: el obispo metropolitano Vaarlamo, los príncipes opositores Shemiáchich y Shúiski, o el escritor y teólogo Vasián Patrikéyev. Y como su primera esposa no le podía dar un heredero, pese a la oposición religiosa, se divorció en 1526 de su esposa Solomonia Sabúrova, y se casó con la princesa Elena Glínskaya, quién en pocos años le dio un hijo, le dio al futuro Iván "el terrible"[82].

 

8.      Expansión y unificación: el legado de Iván el Terrible.

Los dos imperios romanos han desaparecido. El tercero, Moscú, se mantiene en pie”. Así pensaba el considerado como arquetipo del gobernante autocrático ruso, y así pasó a la historia el primer Zar [[83].

Hijo de Basilio III, fue coronado como Gran Príncipe de Moscú a la muerte del mismo con solo tres años, siendo regente su madre Elena Glínskaya (asesinada cinco años más tarde por las familias boyardas Shuisky y Belsky). Humillado diariamente y encerrado en el palacio del Kremlin, estos años marcaron decisivamente su carácter y sus odios. A los 13 años fue excarcelado, y su primera venganza llevó a que sus partidarios secuestraran al príncipe Andréi Shuiski y lo arrojaran a una jauría que lo despedazó. Su encierro también hizo de él un joven fuerte y corpulento, y un ávido lector y escritor, siendo formado en retórica por el Obispo Macario, que lo legitimó como descendiente del linaje de los césares romanos, como el Zar ruso[84].

Con el apoyo de Macario, Iván fue nombrado Zar y Príncipe de toda Rusia en la Catedral de la Anunciación de Moscú, y en 1547 se casó con Anastasia Románovna Zajárina (elegida tras una previa selección en el Kremlin de las jóvenes boyardas en edad de casarse). Por primera vez un monarca moscovita se titulaba como Zar (царь), derivación eslava del César romano, dado lugar al Zarato ruso (Русское царство) con los siguientes dominios[85]:

«Великий государь, Божиею милостью царь и великий князь всея Руси, Владимирский, Московский, Новгородский, Псковский, Рязанский, Тверской, Югорский, Пермский, Вятцкий, Болгарский и иных, царь Казанский, царь Астраханский, царь Сибирский, и всея Северныя страны повелитель"

"El Gran soberano, por la misericordia de Dios, Zar y Gran Príncipe (Knyaz) de todas las Rusias, de Vladimir, de Moscú, de Nóvgorod, de Pskov, de Riazán, de Tver, de Yugorski, de Perm, de Vyatka, de los Búlgaros y de otros, Zar de Kazan, Zar de Astrakhan, Zar de Siberia y Soberano de todas las tierras del norte" [86]

Tras un breve gobierno de sus tíos maternos Yuri y Mijail Glinski (que acusados de nepotismo tuvieron que exiliarse) durante su juventud, Iván tomó directamente las riendas del Poder con la colaboración estrecha de su amada mujer, iniciando uno de los más grandes y más polémicos episodios de la Historia de Rusia. “¡Ya no les temo!” proclamaba ante sus enemigos boyardos una vez al mando del país [87].

El primer gran objetivo de su mandato fue edificar, a modo europeo, un Estado centralizado que superase la tradicional división entre príncipes y boyardos. Creo un Consejo privado de Gobierno, con la presencia de mercaderes y pequeños nobles para reducir la de los boyardos terratenientes, y un primer ejército permanente y fiel, los legendarios 3.000 streltsí. A ello unió la introducción de la imprenta en Rusia, la creación del Sudébnik o compilación legal de la Rus en 1550, la elección de una Rada o Consejo real (formado por el propio Macario, el sacerdote Silvestre y el secretario Adáshev), la convocatoria en 1549 del primer Congreso ruso o Zemski Sobor (reunión de representantes de los principados), el reparto de diplomas reales (Ustavnýie grámoty) [88] para permitir la participación de representantes electivos campesinos en el procedimiento judicial y la gestión local, la celebración de un nuevo Concilio en 1551 para someter a la Iglesia al poder real y la firma de un acuerdo comercial con Inglaterra (tras la visita del canciller inglés Richard Chancelor en 1553)[89].

El segundo objetivo fue convertir al país en potencia regional. Iván IV inició la expansión sur frente a los Kanatos tártaro de Kazán (1552) y de Astracán (1553), con el objetivo de dominar el clave rio Volga (repoblando la región con colonos eslavos y sustituyendo las mezquitas por Iglesias). Dirigiendo a través de sus lugartenientes a más de 100.000 hombres, se acabó con el dominio túrquico en la frontera sur del Principado de Moscú, se erradicaron las tradicionales y mortíferas incursiones de los pueblos orientales, y se abrieron las puertas de la inmensa Siberia[90]. Tras la gloria de la conquista, Iván IV inició la construcción de la Catedral de San Basilio, y comenzó a ser identificado por la cultura popular como el único sucesor del legendario Rus de Kiev, siendo reconocido por el Patriarcado de Constantinopla, tras el fin del Imperio bizantino, como “zar y soberano ortodoxo de toda la comunidad cristiana desde el este al oeste, hasta el océano”. En el norte, y tras verse bloqueada en el Báltico su salida marítima, comenzó la guerra contra Livonia y la [91]).

Pero en 1560 cambió todo. Fallecía su querida esposa Anastasia Románovna; pese a casarse al menos siete veces, ella fue su verdadero amor y su confidente. Tras su fallecimiento, su soledad y una grave enfermedad cambiaron profundamente a Iván (o hicieron florecer sus miedos y odios de juventud). Esta segunda etapa de su mandato se centró en la feroz lucha contra los boyardos, quienes negaron la futura sucesión de su hijo (frente al candidato Vladímir de Stáritsa), a los que acusaba de envenenar a su mujer, y que comenzaban a organizarse para conspirar contra él de la mano de nuevo metropolitano de Moscú. La represión fue durísima; cientos de boyardos, como el mismo general [92]

Acompañado de miles de seguidores, a su vuelta a la corte comenzó la represión de los boyardos, a los que acusaba de ser los verdaderos enemigos del pueblo, tal como explicaba al príncipe desertor [93].

Eso sí, culminaba la gran expansión oriental. Tras la conquista de Kazán, la Tercera Roma parecía real. Comenzaba su propia expansión hacia el Oriente, hacia la conquista del Kanato de Siberia (que se extendía por la cuenca del río Obi y llegaba hasta el río Yeniséi), con los cosacos del atamán Yermak Timoféyevich [1532-1585] a la cabeza. Aparecían en primera plana los казаки (palabra de origen kirguís) grupo étnico eslavo surgido en las estepas fronterizas del Principado integrando colonos rusos y colonizados túrquicos, legendarios por su estilo de vida libertario y tradicionalista (cuya primera referencia escrita aparece en 1395). A diferencia del exterminio norteamericano o de los emergentes imperios coloniales, Rusia respetó en gran medida la identidad cultural de los pueblos conquistados, colonizando las áreas deshabitadas. La expansión por Siberia comenzó en julio de 1580. Medio millar de cosacos liderados por Yermak y financiados por la familia de comerciantes Stroganov, atacaron el kanato siberiano (regido por el kan Kuchum) [94].

El primer objetivo fue la región de los mansi, después la capital Kashlik (sin éxito, ante el apoyo de los tártaros), y finalmente la derrota de Kuchum, que se produjo en la batalla de Urmín. Tras controlar todo el kanato se abría el extenso y frio frente oriental, y en menos de 70 años los rusos se abrieron paso hasta el Océano Pacífico. En 1630 llegaron a Yakutsk, en las orillas del río Lena, al océano Pacífico en 1639, y en 1647 alcanzaron el mar de Ojotsk, hasta la misma frontera de Manchuria. Nacía un Zarato imperial que dominaba como los viejos pueblos orientales, pero no asimilaba como los nuevos pueblos occidentales, y como señalaba el filósofo Vladímir Solóviev [1853-1900] portaba un ideal cristiano profundamente propio: “reconstruir en la tierra esta fiel imagen de la divina Trinidad: en esto consiste la idea rusa [95].

Iván el terrible sufrió la enfermedad mental en sus últimos años de vida[96], supuestamente dejándose llevar por una vida licenciosa, y llegando a asesinar no solo a médicos y amigos, sino a matar con un bastón en un momento de cólera a su propio hijo mayor, el [97]. Nacía el Zarato ruso como potencia regional, denominado de la siguiente manera para Platonov:

"En los siglos XVI y XVII nuestros Estados antepasados fueron aquellas unidades políticas que antes fueron autosuficientes y, a continuación, entraron a formar parte del Principado de Moscú. Desde este punto de vista, en ese momento, el Estado de Nóvgorod, el Estado de Kazán y el Estado de Moscú significaban, generalmente, la realidad del dominio de Moscú. Si querían expresar el concepto de todo el Estado en nuestro sentido se decía: todo el Gran Reino ruso, o simplemente el Zarato ruso" [98].

9.      El periodo tumultuoso.

[99].

Coronado dos semanas después del entierro de su padre, Teodoro I [1557-1598] ejerció el poder bajo el control de un "Consejo de regentes" creado por su padre Iván y dominado por su cuñado Godunov. Dedicado a temas religiosos (apodado el "camparero", por la afición a que se tocaran continuamente las campanas de la ciudad), erigió el Patriarcado de Moscú en 1589. Mientras, el poder político recayó en el regente Godunov, beneficiado de la muerte de su hermano y posible sucesor, el zarévich Dmitri, hijo ilegitimo de Iván IV, en su supuesto accidente con un cuchillo[100]

Después de la muerte del ruríkida Teodoro (último representante de una dinastía que había gobernado durante siete siglos), el 7 de enero de 1598, al no haber sido concebido un heredero varón (y con la muerte de su hermano), Godunov fue elegido como nuevo Zar. Recibió la corona del Patriarca Job (aliado suyo), que a su vez la había recibido de la viuda Irene (hermana de Godunov), siendo legitimado por una votación controlada en el Zemski Sobor, ante las denuncias de no ser descendiente de Rúrik y de haber participado en el asesinato de sucesor Dmitri.

Como nuevo Zar, Borís Godunov buscó mantener la grandeza política y territorial de Iván IV, haciendo frente a las conspiraciones de Vasili Shuiski y Fiódor Románov (al que obligó a tomar los votos monásticos), a una dura hambruna desatada en 1601 (tras las nefastas últimas cosechas) y a una enorme oleada de refugiados campesinos en Moscú (donde estaba asegurada la subsistencia económica)[101]. Un reinado polémico entre intrigas y asesinatos, grandezas y bajezas, ejemplo histórico de las luchas por el poder de los boyardos, y perpetuado como leyenda en la famosa Ópera de Músorgski:

                                Escena Segunda
                                (Una plaza dentro del Kremlin. La
                                multitud ocupa el espacio entre las
                                catedrales de la Asunción y de los
                                Arcángeles. Las campanas tocan. El
                                príncipe Shuisky venta de la catedral)
                                PRÍNCIPE SHUISKY
                                (desde la escalinata de La Asunción)
                                ¡Viva el zar Boris Feodorovich!
                                (La multitud se arrodilla)
                                PUEBLO
                                ¡Viva el zar, nuestro padre!
                                PRÍNCIPE SHUISKY
                                ¡Gloria al zar!
                                PUEBLO
                                Radiante como el sol ¡Gloria! ¡Gloria!
                                ¡Gloria a Boris, zar de todas las Rusias!
                                (el zar y los boyardos salen de la catedral.
                                Los guardias contienen a la muchedumbre.)
                                ¡Viva nuestro padre el zar, nuestro zar!
                                ¡Nuestro padre el zar, viva!
                                ¡Regocíjate y alégrate, pueblo!
                                Compatriotas, los fieles de la fe ortodoxa:
                                ¡Gloria y alabanza al zar Boris!
                                BOYARDOS
                                ¡Viva el zar Boris Feodorovich
                                PUEBLO
                                (alternándose)
                                ¡Viva! ¡viva! ¡viva!
                                ¡Padre nuestro, zar!
                                ¡Padre nuestro, zar!
                                ¡Tú eres nuestro zar!
                                BOYARDOS
                                ¡Viva el zar Boris Feodorovich!
                                PUEBLO
                                ¡Gloria, gloria!
                                Como al rojo sal en los cielos, ¡gloria!
                                ¡Padre nuestro, zar, tú eres nuestro zar!
                                ¡Gloria, gloria! ¡Gloria, gloria!
                                BORIS
                                Me duele el corazón.
                                El miedo de un presagio ominoso
                                encadena mi corazón.
                                ¡Oh, santísimo,
                                oh, Padre soberano!
                                Vuelve desde el cielo de tu mirada
                                a tu fiel servidor
                                y bendice mi reinado.
                                Yo seré bueno y justo como Tú,
                                y gobernare a mi pueblo con gloria...
                                Rindamos homenaje ahora
                                a los difuntos soberanos de Rusia
                                y luego invitemos al pueblo a la fiesta.
                                ¡Todos, desde el boyardo al mendigo ciego,
                                todos encontrarán en mí
                                a un padre!
                                (contempla a la multitud reunida)
                                PUEBLO
                                ¡Gloria, gloria, gloria!
                                ¡Viva y florezca
                                nuestro padre el zar!
                                (la procesión continua su camino
                                hacia la catedral de los Arcángeles)
                                BOYARDOS
                                ¡Viva el zar Boris Feodorovich!
                                PUEBLO
                                Radiante como el sol ¡Gloria! ¡Gloria!
                                Así es el zar Boris en Rusia, ¡gloria!
                                ¡Gloria y larga vida!
                                (El pueblo se arrodilla)
                                ¡Gloria! ¡Gloria! ¡Gloria!
                                (Boris y su séquito entran en la

catedral de los Arcángeles)[102]

A este clima de caos económico se unió la crisis política. Los boyardos de cuna, como facción dirigida por la familia románov, negaron su apoyo a Godunov, al exponente supremo de los nuevos boyardos creados tras los servicios militares de pequeños propietarios y antiguos tártaros en la enorme expansión militar. Y a ellos se unió la rebelión de los poderosos Cosacos del Don, de enorme importancia en la colonización de tierras conquistas y la defensa de las fronteras[103].

Ambos grupos dieron pábulo a los rumores sobre el hecho de que el zarévich Dmitri estaba todavía vivo, escondido o exiliado. Y un supuesto Dmitri fue reconocido por la Mancomunidad lituano-polaca en 1604 como el legítimo heredero del trono de Rusia; y apoyando su reclamación, la nobleza polaca financió un ejército de 4.000 soldados, bendecido por los Estado pontificios frente a la Iglesia ortodoxa (y con mercenarios polacos, lituanos, alemanes  cosacos) que cruzó la frontera moscovita en 1605. Ante la situación de desconcierto, grupos de cosacos y campesinos se sublevaron en las zonas rurales, y Godunov falleció inesperadamente el 23 de abril de 1605. Su hijo Fiódor asumió el trono bajo regencia de su madre (ambos posteriormente ejecutados), pero ante la oposición boyarda renunció el 10 de junio. Y el falso Dmitri, al frente del ejército polaco, ocupó Moscú el 20 de junio de 1605. Tras entrar triunfalmente en la capital, Dmitri visitó la tumba de su supuesto padre y se reencontró con su supuesta madre quién, de manera extraña, proclamó públicamente el reconocimiento de su hijo muerto y ahora resucitado. Después de un año de gobierno, la conspiración encabezada por el Knyaz ruríkida Vasili Shuiski acabó con el gobierno de Dmitri, asesinando al monarca, aniquilando a más de 2.000 soldados polacos, y autoproclamándose Zar.

Pero la mayoría de los boyardos no le apoyaron, presentando a otro falso Dmitri como su pretendiente al trono, y de nuevo con el respaldo militar lituano-polaco (Segismundo II Vasa) ante la firma de un acuerdo entre la Rusia de Shuiski y su tradicional rival norteño, el emergente Imperio de Suecia. Pese a crear una corte paralela en la ciudad de Túshino, Dmitri II "El Falso" fue apartado de toda aspiración por el hijo del rey polaco-lituano Vladislao; tras invadir Rusia tomando Smolenk, los polacos derrotaron a las tropas ruso-suecas en la batalla de Klúshino, soñando Vladislao con coronarse en el Kremlin. Tras ocupar Moscú en 1611, Shuiski fue encarcelado en Polonia (muriendo al año siguiente) y un grupo de siete notables boyardos que tomaron provisionalmente el poder, juraron fidelidad a Vladislao y permitir una pacífica entrada en el Kremlin (bajo pacto prometiendo respetar a la Iglesia Ortodoxa y los privilegios personales de los boyardos)[104].

Y apareció un tercer Dmitri con el apoyo de la Suecia de Carlos IX. Tras invadir Rusia y tomar la ciudad de Pskov, coronaron al Dmitri III "el falso" en Ivángorod.  Pero tras ser asesinado por los propios suecos, éstos tomaron su parte de Rusia: la zona de Nóvgorod. Así el Principado de Moscovia, el Zarato ruso se encontraba con el trono vacante, con cientos de grupos de bandoleros campando por sus anchas en las zonas rurales, con el Patriarca Hermógenes entre rejas, con las facciones boyardas enfrentadas, con sucesivas "resurrecciones" de Dmitri, y con el territorio repartido entre los católicos polacos y los protestantes suecos. Y todo culminó con la dura represión de la rebelde población  moscovita (alrededor de 7.000 habitantes) por los ocupantes polacos y sus mercenarios germanos entre el 17 y el 19 de marzo de 1611.

Pero la resistencia liderada desde Nizhni Nóvgorod por el príncipe Dmitri Pozharski [1578-1642] y el mercader Kuzma Minin [-1616] inició la reacción. Considerados por la historiografía rusa como “héroes nacionales” (con su famosa estatua ante el mismo Kremlin), alentando los sentimientos patrióticos y religiosos de la población, consiguieron contener la desintegración de Rusia. El 1 de noviembre de 1612, el enorme ejército de voluntarios que lograron formar meses antes, la llamada segunda “milicia nacional” (Второе народное ополчение), logró tomar Moscú, y el 4 del mismo mes lograron rendir a la guarnición polaco-alemana del Kremlin (actual día de la Unidad popular)[105].

10.   Los Románov toman el poder.

Los viejos boyardos de cuna, de nuevo con el control de la Gran Asamblea Nacional (Zemsky Sobor), eligieron a uno de los suyos, a Mijaíl I Fiódorovich Románov [1596-1645] como nuevo Zar el 11 de febrero de 1613. Comenzaba la era Románov, segunda dinastía real del país. Una familia boyarda del Gran Ducado de Moscú (Рома́нов) que comenzó a destacar en el país con la figura de Fiódor Nikítich Románov [1553-1633], tutor de su primo Teodoro I y finalmente Patriarca de Moscú y de toda Rusia en 1609. Opuesto tanto a Godunov como a los invasores polacos de Segismundo III, sobrevivió a las luchas internas del "periodo tumultuoso" y logró coronar a su hijo menor Mijaíl como nuevo Zar el 22 de julio, compartiendo el poder con él hasta su muerte en 1633[106].

Mijaíl fue elegido por unanimidad con dieciséis años, frente a los candidatos polacos y suecos; elección realizada en su confinamiento en el Monasterio Ipátiev, junto a su madre Ksenia, que se negó en repetidas ocasiones a que su hijo aceptase el trono. Tras su coronación en la Catedral de la Dormición del Kremlin de Moscú, la primera acción del joven zar fue la de expulsar a las diferentes fuerzas extranjeras que ocupaban aún regiones rusas. Se firmó con Suecia el Tratado de Stolbovo en 1617, recuperando Nóvgorod pese a perder la zona costera de Ingría[107], y con la Mancomunidad de Polonia-Lituania la Paz de Deúlino en 1618, perdiendo los voivodatos de Smolensk y Chernígov aunque logró el retorno del exilio de su padre, quién ejercería de gobernante de facto. Posteriormente intentó recuperar, sin éxito, las zonas bajo control polaco-lituano en la Guerra de Smolensk (1632), pero consiguió que el monarca polaco Vladislao IV Vasa renunciara definitivamente a sus aspiraciones al trono ruso (devolviendo los emblemas reales a Moscú)

Durante el reinado de Mijail se completó la legislación sobre la servidumbre campesina, devolviendo el favor recibido de los boyardos electores, elevando en 1641 la pena de prisión a los campesinos fugitivos a 10 años. Y se inició un periodo de influencia germana, tan destacada en sus sucesores, con nuevos comerciantes y mercaderes prusianos en Moscú (naciendo el Barrio alemán de la capital o Неме́цкая слобода́), con un nuevo impuesto real uniforme en todo el país, con la implantación de modernas armerías y fundiciones en Tula, con la creación de la nuevo unidad militar del Cuerpo de Dragones, con la publicación del primer periódico ruso (Вести-Куранты), o con el intento frustrado de casar a su hija Irene con el conde Valdemar Cristián de Schleswig-Holstein[108].

Época donde se realizó gran parte de la expansión y colonización de la inmensa Siberia, de nuevo desde la movilización comercial de los Cosacos de sur de los Urales en busca de pieles y marfil, y desde los Colonos árticos Pomors (Поморы) fundadores de la ciudad siberiana de Mangazeya. En 1607 fue fundado el pionero pueblo de Turukhansk en el norte del río Yenisey, y en 1619 se erigió la fortaleza de Yeniseysk. Pero será entre 1620 y 1624 cuando un grupo de los cazadores de pieles, dirigido por el mítico explorador Demid Pyanda, realizó un legendario y popular viaje desde Turukhansk, atravesando 7,970 km, hasta los desconocidos grandes ríos de Siberia (Tunguska, Lena), llegando a Yakutia en el norte y a Buriatia en el sur. En el nuevo territorio conquistado, Piotr Beketov fue nombrado como el nuevo voivoda de Yenisey en 1627, creando el primer asentamiento en la tierra de los Buriatos, Rybinsky Ostrog (para organizar la región y cobrar impuesto a las tribus locales); y en 1663 fundó Yakutsk en el norte, enviando a los Cosacos a explorar la zona limítrofe del río Aldan.

Otros exploradores continuaron la expansión. Maksim Perfilyev, uno de los fundadores de Yeniseysk, se convirtió en el primer ruso en entrar en la región del Transbaikal en 1638; Ivan Moskvitin logró llegar al Océano Pacífico, descubriendo el Mar de Okhotsk, construyendo un campamento de invierno el rio Ulya, y acercándose al río Amur y a las islas Shantar; Kurbat Ivanov realizó el primer mapa ruso del Lejano Oriente, y al frente de su grupo de Cosacos descubrió el Lago Baikal en 1643 ; Vasily Poyarkov cruzó la cordillera de Stanovoy Gama cerca de Manchuria, y llegó al rio Amur ese mismo año; en 1644 Mikhail Stadukhin descubrió el río Kolyma, fundando Srednekolymsk, y con el apoyo del comerciante Fedot Alekseyev Popov, marchó hacia el Ártico superando por primera vez el Estrecho de Bering, descubriendo Chukotka y explorando las costas occidentales de Kamchatka en 1650 (hasta Alaska); Yerofey Khabarov exploró el curso del Río Amur, conquistando su cuenca en 1653 y construyendo los fuertes de Albazin y de Achansk (siendo realizados los mapas de toda esta región, de Chukotka a Alaska por Ivanov en 1660)[109].

El sucesor de Míjail, el zar Alejo I [1629-1676], elegido en 1645, fundó la moderna autocracia rusa (Алексей Михайлович Романов), desde el inicio de la primera occidentalización “al estilo ruso” siguiendo el exitoso modelo prusiano. Educado por el boyardo Borís Morózov, nada más acceder al poder desplegó una política pacifista, firmando acuerdos fronterizos con Polonia y el Imperio Otomano; aunque tuvo que permitir el destierro temporal de Morózov ante la rebelión popular conocida como el Disturbio de la Sal (1648) por sus acusaciones de brujería y nepotismo. En estos primeros años, para evitar regresar a la “época de los disturbios”, tuvo que llegar a equilibrios internos, en primer lugar satisfaciendo a la élite terrateniente al reconocer el derecho de servidumbre del campesinado en el Código de 1649 (Собо́рное уложе́ние), estableciendo una doble ligazón de los trabajadores agrarios a los terratenientes y al Estado, declarando que era hereditario e inmutable ser miembro de esa clase servil, e introduciendo un pasaporte interno sin el cual viajar por el interior del país resultaba ilegal. En segundo lugar, buscando el apoyo de la nueva y levantisca elite comercial de Pskov y Nóvgorod, restringiendo el poder de esos mismos boyardos terratenientes representados en el Zemski Sobor, y desarrollando el sistema de Decretos reales obligatorios (указ). Y en tercer lugar consiguiendo la colaboración del Patriarca de Moscú Nikita Nikon [1605-1681], convertido desde 1651 en el ministro principal del Zar[110].

Sobre estas bases comenzó su expansionismo regional hacia las viejas regiones de la Rus ahora independientes. Al considerarse legítimo heredero del trono de Kiev, debía reunir de nuevo a los "gran-rusos" de Moscú, los "rusos blancos" bielorrusos, y los "pequeño-rusos" ucranianos. Fortificó la línea defensiva de Bélgorod frente a los tártaros sureños, y sometió a los diferentes grupos fronterizos: aplacó la rebelión de los cosacos zaporogos ucranianos, venciendo en 1638 a las fuerzas comandadas por Pavlo Pavliouk, Yakiv Ostrianytsia y Dmytro Hounia; controló a la comunidad cosaco-ucraniano de Slobodá, nacida en 1659 sobre la cuenca del Donetsk como zona fronteriza (permitiéndoles ser dueños de la región y autoorganizarse comunitariamente, pero siempre bajo soberanía rusa); y apoyó la rebelión cosaca y ortodoxa de 1648 en el área controlada por Polonia. Tras el Tratado de Pereyáslav de 1654, nacía un Hetmanato cosaco de Ucrania, con capital en Chyhyryn, con el dominio de amplias zonas de las provincias de Cherníhiv, Kiev, Bratslav y Zaporozhia, y bajo el liderazgo del atamán Bohdán Jmelnytsky. Este acuerdo garantizaba la autonomía cosaco-ucraniana (en especial la posesión inviolable de las tierras y la propia elección de su líder) y sometía al Hetmanato a un juramento de fidelidad al Zar (apoyando su política exterior con 60.000 soldados, y defendiendo las fronteras)[111]. Gran parte de la actual Ucrania pasaba a formar parte del Zarato, comenzando una campaña de eliminación de los restos polacos y católicos existentes: se premió a la nobleza local ortodoxa, y el Obispo metropolitano de Kiev, Petró Mohila, quedaba bajo control de Moscú “en plena comunión”. Alejo I añadió, así, a los títulos de los Románov el de “Zar de todas las Rusia, Grande y pequeña”, convirtiendo a su país en la definitiva potencia regional[112].

Pero pronto comenzó a perfilarse el final absolutismo regio de Alejo I. Incumplió partes de los acuerdos de Pereyáslav, interviniendo directamente en la vida política del Hetmanato; e invadió Polonia ocupando amplias regiones ucranianas y bielorrusas, repartiéndose el Gran-ducado de Lituania con la Suecia de Carlos X (que cerraban su ansiada salida al Mar Báltico) y aspirando a coronarse rey polaco en 1656. Dos años después, los cosacos zaporogos se unieron a los polacos por el Tratado de Hadiach, venciendo a las tropas zaristas en la Batalla de Konotop de 8 de julio de 1659, impidiendo a Alejo controlar la corona polaca. Tras años de conflictos de baja intensidad, Alejo consiguió romper la unidad cosaca y firmar el Tratado de Andrúsovo en 1667 con Polonia, repartiéndose Ucrania en dos Hetmanatos separados por el río Dniéper, uno bajo control de Polonia y otro bajo control ruso (Hetmanato de Kiev)[113]. Se desvelaba su absolutismo y centralismo, desde cierta influencia occidental, que puso las bases de la gran reforma implantada por su hijo Pedro. Introdujo reformas económicas y educativas con el apoyo de la elite cultural ucraniana emigrada a Moscú, especialmente a los jesuitas católicos, y de numerosos comerciantes alemanes instalados en la capital. Pero dos serán los hechos que marcarán el destino autocrático de Rusia en los años venideros.

En primer lugar consagró la servidumbre aplastando la primera gran revuelta cosaca interna, encabezada por el atamán Stepán Timofiéyevich Rázin [1630-1671] en la región del rió Don. Conocido como Stenka (Стенька), este líder cosaco y héroe popular durante años fue bandolero en las tierras del Volga (cobrando peaje a todas la embarcaciones) hasta que asaltó la real "gran caravana del río" en 1667 en plena época de crisis económica por la Guerra contra Polonia, derrotando a las fuerzas del enviado zarista Yakov Bezobrazov, y comenzando a saquear el norte de Persia desde el Mar Caspio. Con miles de seguidores campesinos y cosacos, y con una creciente leyenda de aventurero intrépido y libre, aceptó el perdón real en 1669, pero un año después estableció una especie de República cosaca en las zonas fronterizas bajo su control tras tomar Astrakán. Declaró la abolición de la servidumbre y el fin de los privilegios nobiliarios, y comenzó a organizar un ejército cosaco con el que tomó las cuencas del Don y del Volga, enviando emisarios al norte del país proclamando la "libertad cosaca". Su imparable expansión por el sur de Rusia fue frenada en Simbirsk por las tropas zaristas y boyardas, sucediéndose continuos enfrentamientos en la región hasta que en 1671, con sus unidades cosacas desorganizadas o en retirada (en especial tras la excomunión del Patriarcado) fue hecho prisionero y descuartizado en plena Plaza Roja de Moscú. Final cruel para un personaje mítico, como recogió la canción popular rusa "Volga, Volga, madre querida" de Dmitri Sadóvñikov[114].

Y en segundo lugar sometió la independencia de la todopoderosa IOS al dominio estatal, culminando el proceso centralista y modernizador de los primeros románov [115]. Inicialmente de la mano del Patriarca Nikón, quién comenzó una reforma total de la IOR suprimiendo viejas tradiciones ortodoxas, al considerar que en Rusia se practicaba un rito propio y diferente al de Grecia y el resto de tierras eslavo-orientales, en plena época de expansión por Ucrania y Bielorrusia (y soñando Nikón con convertirse en el nuevo Patriarca de Constantinopla desde la “Tercera roma” moscovita).

Apoyado por el grupo eclesiástico de los llamados como “Zelotes de la Piedad” (Кружок ревнителей благочестия) y del confesor del Zar, Stefan Vonifatiyev, Nikon revisó, desde 1653, la lectura de los textos litúrgicos Typikon y Euchologion[116], implantando una nueva liturgia eslavo-griega moderna, obligando a  todos los sacerdotes a adaptarse a ella (con cambios tan simbólicos como rasurarse la barba o persignarse ahora con tres dedos y no con dos) y a someterse directamente a la jerarquía del Patriarcado, desde una revisión completa de los textos sagrados (traducidos y adaptados directamente por el propio Nikón desde el griego). Aquellos que se opusieron a este proceso reformista, encabezados por el protopope Avvakum Petrov [1621-1682] y simbolizados por la boyarda Feodosia Morózova [1632-1675][117], fueron denominados como los “viejos creyentes” (старообрядцы), moralmente muy estrictos (partidarios de prohibir todo vicio) y defensores de la “verdadera fe” y de la sabiduría real y tradicional frente a los considerados errores de los “nikonistas”[118]. Fueron duramente perseguidos desde 1654, exiliándose a zonas remotas de Rusia[119] o suicidándose con toda su familia, siendo posteriormente excomulgados y anatemizados desde el Gran Sínodo de Moscú de 1667 como “cismáticos” (раскольники) [120].

Pero tras esta labor inicial, Alejo apartó al propio Nikón del poder eclesiástico, haciendo cumplir el nuevo Código legal de Alejo de 1649 sobre la preeminencia real en los asuntos religiosos. El mismo Gran Sínodo, bajo influencia de los Patriarcas Paisio de Alejandría y Macarios III Zaim, y del teólogo Simeón de Polotsk, condenó a Nikón por injurias al Zar y desobediencia al estado, siendo desterrado al Monasterio de la Resurrección de la Nueva Jerusalén como simple monje, al quitarle todas sus funciones y símbolos eclesiásticos [121]. Los románov se hacían con todo el poder.

 

 



[1] Pedro Bádenas de la Peña, “La idea imperial rusa y la imagen de Bizancio tras la conquista de Constantinopla”. Erytheia: Revista de estudios bizantinos y neogriegos, nº 29, 2008, pp. 37-49.

[2] Jean Meyer, Rusia y sus imperios (1894-2005). Barcelona: Círculo de Lectores/Tusquets. 2009.

[3] Miguel Vázquez Liñán, "El uso propagandístico de la historia en la Rusia de Putin". En Kepa Sodupe Corcuera y Leire Moure Peñín (coords.), Rusia en la era postsoviética. 2011, pp. 201-241.

[4] P. Chaadaev, V. Solóviev y N. Berdiaev, La Idea Rusa. Granada: Editorial Nuevo Inicio, 2009.

[5] Así señalaba que “no hemos vivido el Renacimiento mismo. A nosotros no nos fue dado experimentar la alegría del Renacimiento, entre nosotros nunca existió un verdadero pathos por el humanismo, ni hemos sentido jamás aquel goce ante el libre despliegue de las desbordantes energías creadoras. La gran literatura rusa, que es la creación más importante de que podemos enorgullecemos frente a Occidente, no tiene nada de renacentista en su inspiración”. Alexandr Solzhenitsyn, El problema ruso: al final del siglo XX. Barcelona, Tusquets Editores, 1995, pp. 10 sq.

[6] Ídem.

[7] Н. М. Карамзин, История государства Российского (ссылка). в 12 т.,СПб, 1816−1829.

[8] Obras completas, Vol. 26. Leningrado, Nauka, 1984, págs. 129-149. Ф.М.Достоевский. Полное собрание сочинений, т. 26. Ленинград, Наука, 1984, pp. 129-149.

[9] Ídem, pp. 131 sq.

[10] La Crónica de Néstor o “relato de los años pasados” fue la primera historia rusa, escrita cerca del año 1113. En ella se narra la fundación del Rus de Kiev y su evolución desde el año 850 con la figura del citado Rúrik. Vid. Relato de los Años pasados. Madrid: Miraguano Ediciones, 2004. Edición, traducción, prólogo y notas de Ángel Luis Encinas Moral. Colección "Libros de los Malos Tiempos".

[11] Ezequiel Adamovsky, "Civilizar un pueblo bárbaro: las imágenes de Rusia en el debate de la Ilustración francesa acerca del concepto de civilización". Anales de historia antigua, medieval y moderna, Nº 34, 2001, pp. 163-192.

[12] Juan Pedro Yániz Ruiz, "Los varegos. El pueblo vikingo que fundó Rusia". Clío: Revista de historia, Nº. 53, 2006, pp. 36-41.

[13] Raffaele D'Amato, "La Guardia Varega. Los hombres del norte del Emperador de los romanos". Desperta Ferro: Antigua y medieval, Nº 3, 2010, pp. 14-19.

[14] David Christian, A History of Russia, Central Asia and Mongolia, Vol. 1. Blackwell, 1988.

[15] Posiblemente identificado con el nórdico "Helgú" de la jázara Carta de Schechter (940).

[16] Relato de los Años pasados, op.cit. (6378-6387/870-879).

[17] Relato de los Años pasados, op.cit. (6388-6390/880-882).

[18] David Christian, op.cit., pp. 45-60.

[19] S.H. Cross and O. P. Sherbowitz-Wetzor, The Russian Primary Chronicle: Laurentian Text. Cambridge: Medieval Academy of America, 1953.

[20] Pedro García Marín, La formación de Rusia desde el Gran Ducado de Moscú hasta el Imperio zarista. Madrid: Universidad de Alcalá, 2013.

[21] С. Ф. Платонов, Полный курс лекций по русской истории. 1917.

[22] Е. В. Пчёлов, Рюриковичи. История династии. М.: ОЛМА-ПРЕСС, 2002.

[23] Relato de los Años pasados, op.cit. (año 6494/986).

[24] Relato de los Años pasados, op.cit. (año 6495/987).

[25] Александр Назаренкo, Древняя Русь на международных путях. M., 2001.

[26] Nicholas V. Riasanovsky & Mark D. Steinberg. A History of Russia. (7th ed.). Oxford University Press, 2004.

[27] Ídem, pp. 30-60.

[28] Patricia Varona Codeso, "Las crónicas Griegas y la entrada de los Rusos en la historia". Minerva: Revista de filología clásica, Nº 20, 2007, pp. 93-109.

[29] Janet Martin, Medieval Russia, 980–1584. Cambridge University Press, 1995, pp. 20-30.

[30] Ídem, pp. 22-33.

[31] Se conocen tres grandes versiones: la edición Corta (Kratkaya), Amplia (Prostrannaya) y Abreviada (Sokrashchyonnaya), a las que responden las más de 110 copias existentes. Vid. Правда Русская / Под общ. ред. акад. Б.Д. Грекова. - М.; Л.: Изд-во АН СССР. Т. III: Факсимильное воспроизведение текстов, 1963.

[32] Charles J. Halperin, "A Comparative Approach to Kievan Rus'". Russian History, Vol. 42, Nº 2, 2015, pp. 149-157.

[33] Pedro García Martín, "De Moscovia a Rusia: los orígenes medievales de un imperio moderno". En José Ignacio Ruiz Rodríguez & Igor Sosa Mayor (coord.), Identidades confesionales y construcciones nacionales en Europa (ss. XV-XIX), 2012, pp. 41-54.

[34] D. S. Lijachov, История русской литературы X-XVII веков. Moscú, 1980, pp. 22-35.

[35] John Channon & Robert Hudson, Penguin Historical Atlas of Russia. Penguin, 1995.

[36] Janet Martin, op.cit. pp. 20-30.

[37] Janet Martin, op.cit. pp. 45-60.

[38] Inés García de la Puente, "La cristianización de la Rus kievita según El relato de los años pasados" . Ilu. Revista de Ciencias de las Religiones, XIII, pp. 63-73, 2004.

[39] Su único manuscrito encontrado, redactado en el siglo XV, fue descubierto en el año 1795 en el Monasterio de Yaroslavl, siendo su origen motivo de controversia por sus similitudes con el posterior poema Zadonshchina, dedicado al legendario Donskoi.

[40] Martin Dimnik, La Dinastía de Chernigov - 1146-1246. Cambridge University Press, 2003.

[41] Relato de los Años pasados. op.cit.

[42] The Russian Primary Chronicle, Laurentian Text. Translated and edited by Samuel Hazzard Cross and Olgerd P. Sherbowitz-Wetzor. Cambridge, MA: The Mediaeval Academy of America, 1953.

[43] Ídem.

[44] Dimitri Obolensky, Byzantium and the Slavs. St Vladimir's Seminary Press, 1994.

[45]José Antonio Hita Jiménez, "Sobre los orígenes de Rusia y la Crónica de Néstor". Studia historica. Historia medieval, Nº 18-19, 2000-2001, pp. 165-186.

[46] Serhii Plokhy, The Origins of the Slavic Nations: Premodern Identities in Russia, Ukraine, and Belarus. Cambridge University Press, 2006

[47] Inés García de la Puente, op.cit.

[48] H. G. Lunt, Old Church Slavonic Grammar. Walter de Gruyter ed., 2001.

[49] Roland Sussex and Paul Cubberley, The Slavic languages. Cambridge: Cambridge University Press, 2006.

[50] David Christian, A History of Russia, Central Asia and Mongolia Vol. 1: Inner Eurasia from Prehistory to the Mongol Empire. Blackwell, 1998.

[51] Popularizada en la Ópera de cuatro actos La leyenda de la ciudad invisible de Kítezh y la doncella Fevróniya (Сказание о невидимом граде Китеже и деве Февронии), con música de Nikolái Rimski-Kórsakov, estrenada en 1907.

[52] Dmitry Vladímirovich Liséytsev, "Zemsky Sobors of the late 16th – early 17th century in Russia: historiographical stereotypes in the reflection of historical sources". Studia historica. Historia moderna, Nº 37, 2015, pp. 71-91

[53] Charles J. Halperin, Russia and the golden horde: the Mongol impact on medieval Russian history. Indiana University Press, 1985.

[54] Cantos y cuentos recopilados en el siglo XIX por el afamado folclorista Aleksandr Afanásiev [1826-1871] en su compilación de ocho volúmenes.

[55] Mijail Nikolaevich Pokrovskii, Historia de Rusia. Akal, 1977.

[56] Russell Bova, Russia and Western Civilization: Cultural and Historical Encounters. M.E. Sharpe, 2003.

[57] Janet Martin, op.cit. pp. 40-60.

[58] D.V. Gerbhardt, La Rusia antigua y moderna. Madrid: Librería de San Martín, 1858, pp. 122-123.

[59] Vid. Mari Isoaho, The Image of Aleksandr Nevskiy in Medieval Russia: Warrior and Saint. Leiden: Brill Academic Publishers, 2006

[60] Recreada por Serguéi Eisenstein en su célebre película.

[61] Janet Martin, op.cit. pp. 50 sq.

[62] K. Begunov, Second Pskovian Chronicle. Isbornik: Moscow, 1955, pp.11–15.

[63] Ídem.

[64] Damián Pretel, La civilización de los pasos perdidos: apuntes para una historia de la civilización rusa. Madrid: Ediciones de la Torre, 2005, pp. 16-17.

[65] Pedro García Martín, "De Moscovia a Rusia: los orígenes medievales de un imperio moderno". En José Ignacio Ruiz Rodríguez & Igor Sosa Mayor (coord.), Identidades confesionales y construcciones nacionales en Europa (ss. XV-XIX), 2012, pp. 41-54.

[66] Ídem, pp. 41-54.

[67] А. Г. Мерников, А. А. Спектор, Всемирная история войн. — Минск., 2005.

[68] Janet Martin, op.cit. pp. 50 sq.

[69] С. Н. Азбелев., Куликовская победа в народной памяти: Литературные памятники Куликовского цикла и фольклорная традиция. — СПб.: Дмитрий Буланин, 2011.

[70] John Channon & Robert Hudson, op.cit.

[71] Walter G. Moss, History of Russia-Volume 1. Anthem Press, 2005, pp. 55-70.

[72] Marshall Poe, Foreign Descriptions of Muscovy: An Analytic Bibliography of Primary and Secondary Sources. Slavica Publishers, 1995.

[73] Walter G. Moss, op.cit.

[74] Pedro García Martín, op.cit.

[75] А. Л. Хорошкевич, "Россия и Московия: Из истории политико-географической терминологии". Acta Baltico-slavica X, 1976, pp. 47–57.

[76] Idem.

[77] D.V. Gerbhardt, op.cit, pp. 125 sq.

[78] Chester S.L. Dunning, op.cit.

[79] Janet Martin, op.cit. pp. 50 sq.

[80] Ídem.

[81] Chester S.L. Dunning, A Short History of Russia's First Civil War. The Time of Troubles and the Founding of the Romanov Dynasty. PennState, 2003.

[82] Tatiana Aleksándrovna Lápteva, "The representative bodies in Russia in the first half of the seventeenth century". Studia historica. Historia moderna, Nº 37, 2015, pp. 93-119

[83] Geoffrey A. Hosking, Una muy breve Historia de Rusia. Madrid: Alianza ed., 2014.

[84] Francis Carr, Iván el Terrible. Madrid: Edesco, D.L. 1997.

[85] Gonzalo Fernández Hernández, “Tres problemas de la historia eclesiástica de Rusia: la asunción oficial del título de zar en 1546 por Iván IV el terrible (1533-1584), el mito de Moscú como tercera Roma en el cisma de los Viejos Creyentes”. Carthaginensia: Revista de estudios e investigación, Vol. 21, Nº 40, 2005, pp. 477-487.

[86] Los dominios desde Kazán fueron añadidos posteriormente, tras su conquista.

[87] Benson Bobrick, Iván el Terrible. Ediciones Martínez Roca, 1990.

[88] Isabel de Madariaga, Ivan the Terrible. First Tsar of Russia. London: Yale University Press, 2005.

[89] Jay Goodale, "Ivan the Terrible". Sixteenth century journal: the journal of Early Modern Studies, Nº 2, 2005, pp. 600-601.

[90] Charles J. Halperin, "In the eye of the beholder: two views of seventeenth-century muscovy". Russian History, Vol. 24, Nº 4, 1997, pp. 409-424.

[91] Henri Troyat, Iván el Terrible: zar y gran príncipe de toda Rusia. Ediciones B, 2003.

[92] Priscilla Hunt, "Ivan the Terrible: Profiles in Power". English historical review, Vol. 120, Nº 485, 2005, pp. 209-211.

[93] Fernando Martínez Laínez, "Iván el Terrible: primer Zar de todas las Rusias". Historia y vida, Nº. 435, 2004, pp. 60-69

[94] Jean Marie Chopin, Historia de la Rusia. Imprenta del Guardia Nacional, 1839.

[95] P. Chaadaev, V. Solóviev & N. Berdiaev, op.cit, pp. 181-182.

[96] Charles J. Halperin, "Ivan IV's Insanity". Russian History, Vol. 34, Nº 1-4, 2007, pp. 207-218.

[97] Alexander Yanov, The Origins of Autocracy. Los Angeles: University of California Press, 1981.

[98] С. Ф. Платонов, op.cit.

[99] Jean Marie Chopin, op.cit.

[100] Geoffrey A. Hosking, op.cit.

[101] Adrian Mitchell, Pushkin's Boris Godunov. Oberon, 2013.

[102] Extraído del Libreto de la Ópera Boris Godunov (1874), publicado por Kareol y traducido por Paco Almagro en 2001.

[103] Davies B. Warfare, State and Society on the Black Sea Steppe, 1500–1700. Routledge, 2014.

[104] Ídem.

[105] Chester S.L. Dunning. A Short History of Russia's First Civil War. The Time of Troubles and the Founding of the Romanov Dynasty. PennState, 2003.

[106] Casa real que situaba su origen en el boyardo Andrei Kobyla, al servicio del rey Simeón I. Una de sus ramas de descendientes, los nietos de la Romana Yurievich Zakharyin-Yuriev, cambiaría su  nombre por el Románov. La hija de Romana, Anastasia Zakharyina, se casó con Iván IV, reclamando su familia derechos dinásticos, aunque la represión de Godunov fue terrible con ellos. Ídem, pp. 20-40.

[107] Alexander Yanov, op.cit.

[108] Walter Moss, A History of Russia: To 1917. Anthem Press, 2002, pp. 208-220.

[109] James Forsyth, A history of the peoples of Siberia: Russia's North Asian colony 1581-1990. Cambridge University Press, 1994.

[110] Ídem, pp. 216-230.

[111] Boris Antonov, op.cit.

[112] Ídem.

[113] Kees Boterbloem A History of Russia and Its Empire: From Mikhail Romanov to Vladimir Putin. Rowman & Littlefield, 2013.

[114] Cecil Field, The great Cossack; the rebellion of Stenka Razin against Alexis Michaelovitch, Tsar of all the Russias. London: H. Jenkins, 1947.

[115] Robert O. Crummey, The Old Believers & The World Of Antichrist. The Vyg Community & The Russian State. Wisconsin U.P., 1970.

[116] Ídem.

[117] Que tras sus continuos pasos por prisión fue quemado en la hoguera en la región polar de Pustozyorsk. Vid. В. И. Малышев, “История первого издания Жития протопопа Аввакума”. Рус лит, № 2, 1962.

[118] Priscila H. Hunt, “The Theology in Avvakum’s “Life” and His Polemic with the Nikonians”. In M. Flier, V. Kivelson, N.S. Kollman, K. Petrone (eds), The New Muscovite Cultural History. Bloomington: Slavica, 2008, 125-140.

[119] Llegando hasta zonas como el Danubio. Vid. Igor Grekov, “Los viejos creyentes rusos del delta del Danubio”. Rusia Hoy, 30/01/2013.

[120] Georg Bernhard Michels and Robert Lewis Nichols (eds.), Russia's Dissident Old Believers, 1650-1950. Modern Greek Studies, University of Minnesota, 2009.

[121] Gonzalo Fernández, “La iglesia ortodoxa rusa: el cisma de los viejos creyentes hasta el decreto de tolerancia de Nicolás II (28 de abril de 1905)”. Revista de arqueología, Año 30, Nº 342, 2009, pp. 52-63.

LA RAZÓN HISTÓRICA. REVISTA HISPANOAMERICANA DE HISTORIA DE LAS IDEAS

¿Quiénes somos?. 416 AUTORES y 65.000 LECTORES

-Impacto: en el Índice Google Scholar Metrics y con ICDS 7.6 en MIAR

-Calidad: en el Emerging Sources Citation Index de Thomson-Reuters con JCI 0.25

-Difusión: reconocida internacionalmente por DOAJ y ERIHPLUS

Búsqueda en la Revista

Números publicados [2007-2024]

Nº61. ENSAYOS HISTÓRICOS

Nº 60. SOBERANÍAS

Nº 59. MUTACIONES FACTIBLES

Nº 58. HISTORIA Y JUSTICIAS

Nº57. CONQUISTAS

Nº56. LECCIONES

Nº55. PALABRAS CONFLICTIVAS

Nº54. DEFINICIONES HISTÓRICAS

Nº53. ROSTROS HISTÓRICOS

Nº52. LUCES Y SOMBRAS

Nº51. MIEDOS PASADOS Y PRESENTES

Nº50. DINÁMICAS HISTÓRICAS

Nº49. CAMBIO Y CONTINUIDAD

Nº48. SENTIDO COMÚN

Nº47. PASADO PRESENTE

Nº 46. LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Nº 45. LA RESPONSABILIDAD

Edición

Garantía de Calidad

Diseño y comunicación

Colaboración

En la red

Libros de la Colección

Servicios de interactividad con el lector.

Atención: Los campos marcados con * son obligatorios.