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Vida teologal de la fe.

 

María del Carmen Gómez Gómez.

 

Doctora en Pedagogía por la Universidad Pontifica de Salamanca. Profesora en la Universidad Católica de Ávila. Valladolid (España).

 

 

 

Resumen: En este trabajo se hace un recorrido del significado de la fe desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento. Además, en la fe entra la libertad del hombre y la bondad de Dios, pero prevaleciendo esta última.

 

Abstract: In this work, we take a look at the meaning of faith from the Old Testament to the New Testament. In addition, in faith enters the freedom of man and the goodness of God, but prevailing the latter.

 

Palabras clave: Fe, hombre, escrituras, Biblia, libertad.

Keywords: Faith, man, scriptures, Bible, freedom.

 

 

Introducción

La fe es  la “virtud sobrenatural mediante la cual, impulsados y ayudados por la gracia de Dios, creemos que son verdaderas las cosas divinamente reveladas por Él, no por la verdad intrínseca de las cosas conocidas con la luz natural de la razón, sino por la autoridad del mismo Dios que se revela, que no puede ni engañarse ni engañarnos” (Hérnandez, 2012:45)

 

La fe bíblica.

En el Antiguo Testamento no encontramos solamente un término que designe la fe, existe todo un campo semántico. El vocablo que más veces aparece relacionado con la acción de creer es un verbo aman que significa mantenerse fiel, ser fiel; y de aquí procede amén palabra que constituye la respuesta incondicional de la fe.

Otra palabra es batah, esta quiere decir confianza; y el verbo heemin que significa apoyarse en alguien o en algo. Apoyarse o creer en Dios es la manera de relación del hombre con Dios. En Israel creer no el algo que suceda puntualmente, es más bien una relación del hombre con Dios de manera integral que afecta a su comportamiento. Así, se puede concluir que en Antiguo Testamento la fe expresa confianza en las palabras de Dios a la vez que obediencia a sus mandatos.

Hay algunos personajes en los que se puede ver el significado de la fe como son Abrahán o Moisés y también podemos encontrarlo en los Profetas y en los escritos de los Salmos.

Abrahán tiene una actitud que es en sí misma un modelo de fe, se le considera el padre de los creyentes incluso en el Nuevo Testamento (Rom 4,1-25 o Gal 3,6-18). Yahvé se dirige a él y le pide un cambio en su vida y le promete una tierra y una descendencia. Aquí se deja ver que Abrahán escucha, obedece y confía plenamente. Esta fe se contrapone con la actitud de Sara que se ríe (Gn 19,12). Otro hecho importante para probar la fe de este personaje es cuando se le pide que ofreciera a Isaac sacrificándolo, aquí demuestra su fe (Gn 22).

La vida de Moisés va unida a la experiencia del Éxodo (Ex 14) y pasa algo parecido a lo que sucede con Abrahán. Dios se dirige a él, le pide que le escuche, le da una misión y le hace una promesa. Moisés acepta lo que Dios le dice y confía en sus promesas.

En los profetas  se ve el anuncio  de la fe, de la necesidad de la misma “si no creéis, no tendréis una existencia sólida” (Is 7,9).

Por último en el libro de los Salmos la fe aparece como sinónimo de confianza y fidelidad a Dios. Se presenta este como el pastor lleno de bondad y misericordia y hace posible la superación del miedo (Sal 23, 4-6)

La fe del Antiguo Testamento tiene implícita la relación del hombre con Dios y una reacción del hombre a una iniciativa gratuita de Dios.

En el Nuevo Testamento la fe sigue manteniendo el significado del Antiguo Testamento, pero aquí lo nuevo es que la fe se personaliza en Jesús que va a ser el objeto de confianza por ello los cristianos serán llamados los creyentes (2Tes 1,10). Se encuentra también en el Nuevo Testamento todo un campo semántico para designar la fe que ahora tiene como centro a Jesús, sus palabras y sus hechos. Son 484 veces las que aparece el término fe. Antes Dios para entrar en la historia se servía de mediadores, ahora hay un único mediador que es Cristo. La personalización en Cristo de Dios hace también la personalización de la fe.

De esta manera creer, confiar tiene como objeto a Jesús y lo que el hombre se juega al unirse a el es la conversión. En la fe tiene lugar esta conversión y a partir de aquí se hace presente tanto la esperanza como la confianza. Así se pueden apreciar dos actos de fe, por una parte el que tiene que ver con creer en la persona que es Cristo y lleva a una relación íntima con Él y por otro es creer en una serie de verdades a cerca de esa persona, es decir el Credo.

En los evangelios sinópticos también aparece la fe en Jesús. Este pide que se acepte su mensaje más que a el mismo. Las palabras utilizadas como sinónimos de fe son términos relacionados con la confianza en Dios, en su omnipotencia y se verifica en situaciones de desesperación humana como por ejemplo en las curaciones. Aparece además un hecho que es la obra salvífica de Dios que se realiza en Cristo y que es proclamado por el kerigma cristiano: creer significa adherirse a Jesús y reconocer su medianidad. Jesús se presenta con autoridad, sus palabras llegan a ser superiores a la antigua Ley de Moisés, exige que se acepten sus palabras. “Pero yo os digo” (Mt 5,21-45). En este sentido los Evangelios sinópticos presentan una fe que implica el despojo de si mismo, el compromiso total y la aceptación del testimonio sobre Jesús crucificado y resucitado.

En el libro de Hechos a los seguidores de Jesús se les llama creyentes, son los que creen en Él y en su palabra. Creer significa aceptar el anuncio de que Jesús ha resucitado por Dios y que solamente en Él está la salvación. “en ninguna otra parte hay salvación” (Hch 4,13)

En el Evangelio de san Juan la fe va unida a la persona de Jesús y significa recibir a Jesús, aceptar su testimonio, seguirle… En estos escritos se personaliza el acto de fe ya que Cristo es en quien se cree y a quien se cree. Los verbos creer y conocer se usan de la misma manera, creer es reconocer a Jesús como enviado del Padre (Jn. 11,42), el Mesías (jn 11,27) y el Hijo de Dios (1 Jn 5,5). La fe es el camino para conseguir la salvación, al encontrarse con Jesús se da lugar a una vida nueva, una comunión que pasa de la muerte a la vida y a la salvación.

En san Pablo la fe es el tema más importante, es el tema central de los escritos. Se acepta como real y salvífico el hecho de la resurrección de Jesús (Rom 4,24-25). La fe sale al oír la palabra y se forja mediante la aceptación y la obediencia. Es una gracia de Dios que se sostiene en el Espíritu que es quien acompaña a la Palabra. Hace una crítica a las ideas que decían que el cumplimiento de la ley es lo que llevaba a la salvación, el dice que es Cristo crucificado y resucitado el que salva. (Rom 3,28)

 

El cultivo de la fe.

El hombre es creado libre y por lo tanto sus actos son el fruto de sus decisiones y de su libertad, de esta manera el acto de  fe es fruto de esa libertad, el hombre el libre de mantener o no una relación con Dios. Esta libertad del hombre  solamente puede llegar a la fe porque Dios se lo permite, la iniciativa es de Dios no del hombre, aunque este pueda escoger, es solamente el don de Dios el que permite llegar a la fe y de manera comunitaria. No puede forjarse la fe de manera solitaria, necesita de los otros, de la comunidad de creyentes. Si en esta relación no existiera el don de Dios, la fe sería cosa de los hombres, por lo tanto perdería el sentido, sería algo creado por la humanidad y no por Dios. Se necesita vivir la fe en comunidad porque si no sería un acto individual o aislado.

La fe es un don, un don de Dios que es quien lo da gratis al hombre “no viene de nosotros, es don de dios” (Ef 2,8). El hombre es el que cree y puede aceptar o no el mensaje de Dios desde la libertad; Jesús invita a creer y se lamenta si se rechaza (Mt 23,37) así solamente cree aquel hombre que quiere creer, nadie puede ser obligado a creer. Creer implica afirmar la verdad de lo revelado, es decir se necesita voluntad e inteligencia. Para entender la palabra, juzgar la credibilidad e intervenir apostando por creeer.  Además de la inteligencia en la fe interviene la voluntad, cree el que quiere, sin inteligencia el acto de fe sería irracional y sin voluntad no existiría.

Además se puede decir que la fe es oscura, porque no se ve y no se ha visto en lo que se cree, no puede alcanzarse ni por evidencia ni por demostración y una vez alcanzada la fe el hombre no tiene la capacidad para entenderla. Esta oscuridad de la fe luego desaparece “ahora vemos en un espejo y oscuramente, pero entonces veremos cara a cara” (1 Co 13). La ve también tiene certeza, pero no por la inteligencia sino por el resultado de creer, va ligada a la relación personal con Cristo “lo que os digo es lo que he visto junto al padre) (Jn 8,38).

Otra característica de la fe es que es algo personal, pero no es aislado, es de cada uno pero se vive en comunidad “Creer es un acto eclesial, la fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe”. (en Izquierdo, 2008:193). De aquí se desprende que el acto de fe tiene una doble realidad, es la persona la que cree y es la Iglesia la que cree. El hombre encuentra la revelación de dios en comunidad de creyentes, la Iglesia. La Iglesia no es una realidad mística sino histórica y es la expresión de creyentes, el creyente por la Iglesia accede a Cristo en una fe común.

 

Anuncio de la fe.

 La fe es difícil en cuanto a que no es racional y esto hace que no pueda demostrarse, aunque se necesitan razones para creer. Si no hay razones para creer el ser humano no alcanzaría la relación con Dios y sería otra cosa no fe. También la fe es algo libre y los signos de ella deben ofrecer una demostración evidente para no caer en ser una conclusión lógica. Creemos en alguien cuando éste ha demostrado que es digno de fe y de confianza dando señales y motivos.

Los primeros seguidores de Jesús no llegaron a la fe de golpe, fue algo que pasó poco a poco después de escucharlo, de ver cómo vivía, de ver signos extraordinarios… y lo más grande que fueron testigos de la resurrección. La fe no es algo evidente porque sería saber, es algo que se basa en testimonios.

 

Bibliografía.

Delgado, R. (2014). La fe profesada y anunciada en el magisterio de pablo VI Madrid. Ediciones Universidad San Dámaso.

Hernández, E.E. (2012). Bachiller teológico. Bloomington. Palibrio.

Izquierdo, C. (2008) Creo, creemos:¿qué es la fe). Madrid. Ediciones Rialp.

 

Martín, J.M (2011) Resúmenes de fe cristiana: cuarenta artículos sobre la fe cristiana. España. Opus dei.

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