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¿Aprobar o Aprender? Tú eliges.

 

Antonio Martínez Martínez.

 

Universidad de Murcia (España).

 

Vaya por delante que estas reflexiones están hechas por un estudiante de 51 años. Pretender que mis homónimos de 19 lo entiendan igual que yo, es tarea ardua, fantasiosa, complicada y que no tiene porqué ser así. Además no son valoraciones generalizadas, afortunadamente. A la vez, comprendo y respeto profundamente todo el contexto, pues yo también fui adolescente.

Alguna vez he preguntado: ¿a qué venís a la Universidad?

Una pregunta sencilla pero con una variedad de respuestas que, algunas, te hacen cuestionar ciertas cosas como por ejemplo; si la mayoría de edad está bien emplazada en los 18 años.

Cosas como “¡Vaya pregunta!”,  “No entiendo que quieres decir” o “Pues a lo que viene todo el mundo, a sacarnos una carrera”. Muy cierta esta última, quien pueda sacarla adelante, claro, porque fácil no es. Son algunas de las respuestas que me he encontrado, las cuales respeto, como no podría ser de otro modo.

¿Y que decimos cuando va a terminar el semestre o el año lectivo?

Y en este momento, sí que decimos todos: ¡¡APROBAR TODO, SALIR LIMPIO Y A POR EL SIGUIENTE!! Y eso está muy bien, faltaría más. Quien pueda salir limpio, por supuesto, porque tampoco esto es sencillo.

Pero, si nos fuésemos a un instituto de Formación Profesional (Instituto donde están, según algunos, los menos privilegiados, más torpes y menos estudiosos) y preguntásemos, ¿cuál sería la respuesta? Y en este ámbito sí que, curiosamente, existe una respuesta casi unánime: “VENIMOS A APRENDER UN OFICIO”.

Oficio: “Ocupación habitual”, según la RAE.

Y si el oficio es una “ocupación habitual”, ¿por qué no nos ocupamos y preocupamos de aprenderlo? ¿Venimos a la universidad a aprender un oficio o no? O ¿solamente aprenden oficios los que no han tenido la capacidad o posibilidad de venir a la Universidad? Es decir, los menos cualificados intelectualmente, según algunos listillos con ni puñetera idea de lo que hablan.

Me niego a pensar eso y sí que opino que a la Universidad venimos o se viene a aprender un oficio. ¡¡Por supuesto que SI!! Se llame como se llame el susodicho. Puede ser abogado, ingeniero, criminólogo, farmacéutico, médico, arquitecto y toda la retahíla de trabajos que se aprenden en esta santísima  institución. Y por ello, deberíamos venir a la Universidad a APRENDER. Aprender y mucho porque, un universitario es un aprendedor de oficio con una altísima cualificación y grandísima responsabilidad pues, probablemente, las decisiones que tome el día de mañana, afectarán a la vida y futuro de otras personas, cosa que no se puede tomar a la ligera. Por lo tanto, chicos y chicas, seriedad y responsabilidad desde el minuto 1 de partido porque lo que nos jugamos no es baladí.

Aprender, sí. Solamente aprobar, no. Porque quien venga con esa mentalidad será un fracasado el día de mañana. Eso si, un fracasado con carrera universitaria, que eso “viste” mucho. Un fracasado cualificado con un título colgado en la pared y que no le sirve para nada excepto para su exhibición. ¡Absolutamente para nada! En definitiva, un inepto total y absoluto enano mental. Y os garantizo que haberlos haylos en un sinfín de profesiones y en algunas de ellas es inimaginable que puedan estar ahí ejerciéndola y además yendo de dignos. Pero ahí están aunque, afortunadamente, es un porcentaje bajito.

Sin embargo, que placentero y gozoso es cuando te encuentras por la vida a chicos y chicas recién salidos del grado o aún en él y te saben hablar de todo un poco ni se quedan sin conversación. Hablan de la sociedad, de política, de educación, de la situación del País, de la vida, etc. De todo un poco pero lo poco, con conocimiento de lo que están diciendo y casi todos coinciden en una cosa: “en los libros está todo, cierto es, pero a quién más le agradezco mi profesión y lo poco o mucho que pueda haber aprendido es a mis profesores, porque en ellos estaba la sabiduría, la sapiencia y la experiencia”. Y en efecto, la clase magistral de un profesor bien informado, formado, apasionado e ilusionado con su trabajo, es mucho más valiosa que cualquier tema completo de cualquier compendio de cualquier especialidad que podamos imaginar. ¡Sin duda!

Y en honor a la verdad, he de decir que me causa mucha pena y vergüenza ajena ver la cara de aquellas personas que, con tanto trabajo, sacrificio y esmero han preparado y sacado para adelante una clase de dos horas y se encuentran con un aula prácticamente vacía (impensable en mis tiempos). Y no es un caso aislado, precisamente. Y, ¿por qué se da este fenómeno? ¿No es interesante la materia?, ¿el profesor o profesora no es simpático, agradable o lo suficientemente atractivo o atractiva?, ¿no va a servir para un futuro lo que están impartiendo? ¿Acaso puede ser porque no se percibe la asignatura como una amenaza? A saber lo que hay dentro de cada cabecita pensante.

Por tanto, queridos amigos que os estáis tragando este rollo, si queréis y os apetece, aquí dejo unas pequeñas recomendaciones de alguien que ya lleva más de media vida disfrutada y después ha vuelto, de nuevo, al aula:

Llenad las aulas en cualquier materia que estudiéis. No vayáis solamente a aprobar las asignaturas. Aprendedlas y disfrutadlas porque de cada una de ellas siempre sacareis algo positivo y de provecho. Prestad atención a los temarios y apuntes pero bastante más al profesor que ha creado éstos, pues en sus explicaciones encontrareis las claves para ilusionaros con la materia, poder entenderla, aprobarla e inclusive difundirla, pues en los libros, si bien hay mucho, no está todo.

 Y por último, recordaros que el estudiante mediocre trata simplemente de aprobar mientras que el buen estudiante trata de entender y aprender para en un futuro no muy lejano poder aplicar ese conocimiento. Sed los mejores para vuestro propio orgullo, el de vuestros padres, hermanos, profesores, compañeros de vida e inclusive el de vuestra universidad allá donde digáis con todo el orgullo del mundo: “Soy graduado por la Universidad de Murcia”.

¡¡Suerte a todos y todas!! Sois el futuro.

 

 

 

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