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Esoterismo y ciencia en los hombres del siglo XVI: el caso de Sarmiento de Gamboa.

 

Raul A. Zavala.

Profesor titular de Historia, Educación Cívica y Problemática Social Contemporánea en Lanús, Buenos Aires (Argentina).

 

Resumen

En este artículo se investiga la doble y contradictoria (para nuestro actual punto de vista) personalidad de una importante figura de la conquista y colonización española de tierras americanas durante el siglo XVI, Pedro Sarmiento de Gamboa (1532-1592), en su doble faceta de precursor de los modernos métodos de la navegación basados en la astronomía y cultor de actividades esotéricas tales como la adivinación y la magia. La metodología empleada será la historia socio-cultural, la cual nos permitirá ubicar el pensamiento de Sarmiento dentro de su contexto histórico e ideológico correspondiente. Por otra parte, ciertos documentos escritos por Gamboa durante su vida serán utilizados como fuentes primarias sobre las que se basará toda la investigación. Finalmente, el objetivo principal de esta última será establecer como este navegante pudo haberse convertido en una especie de adelantado de la posterior cultura latinoamericana, debido a sus incursiones en la historia prehispánica incaica de la misma.

 

Abstract

This article investigates the double and contradictory (for our current point of view) personality of an important figure of the Spanish conquest and colonization of American lands during the sixteenth century, Pedro Sarmiento de Gamboa (1532-1592), in its double facet of precursor of the modern methods of navigation based on astronomy and cultor of esoteric activities such as divination and magic. The methodology used will be the socio-cultural history, which will allow us to locate the thought of Sarmiento within its corresponding historical and ideological context. On the other hand, certain documents written by Gamboa during his life will be used as primary sources on which all the research will be based. Finally, the main objective of the latter will be to establish how this navigator could have become a kind of advance of the later Latin American culture, due to his incursions into the Inca prehispanic history of it.

 

Palabras claves: magia, alquimia, adivinación, astronomía, historia, navegación, cultura, sincretismo.

 

Keywords: magic, alchemy, divination, astronomy, history, navigation, culture, syncretism.

 

Introducción

Para los que vivimos inmersos en una cultura que separa nítidamente los conocimientos racionales, que son dominio exclusivo de la ciencia y su aplicación tecnológica, de todo otro tipo de saber que escapa a la comprobación experimental, nos resulta en un principio difícil aceptar la idea de que, en los inicios de la Modernidad, ambas formas de pensamiento se hallaban íntimamente unidas. Esto se daba no solo en los sectores populares, sino en la misma elite de gobernantes e intelectuales, que a la par que estimulaban todo cambio, invento o hallazgo, se aferraban a ancestrales creencias esotéricas que hundían sus raíces en un remoto pasado. Un mismo estudioso de los siglos XV, XVI o XVII, podía al mismo tiempo, dedicarse a descubrir nuevos caminos para la ciencia experimental o contribuir a mejorar las técnicas por entonces en uso, sin que ello fuera obstáculo para que también se abocara a la práctica de ciertas tradiciones herméticas, que muchas veces lindaban con la magia, y aún con la brujería más antigua.

Naturalmente, todas estas actividades de los sabios debían efectuarse rigurosamente en el mayor de los secretos, debido a la constante vigilancia, persecución y represión de toda disidencia ideológica que ejercía la institución más poderosa de aquella época: la Iglesia. Por parte del Catolicismo, esta tarea estuvo a cargo de su brazo más militante, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, el que se encargó de investigar en las sombras hasta los detalles más ínfimos del quehacer de los sospechosos intelectuales de los comienzos de la Edad Moderna europea. Muy probablemente, el justificado temor a ser descubiertos en algún presunto trato con fuerzas ocultas y demoníacas para obtener algún tipo de saber nuevo y revelador, haya contribuido a que muchos de los pensadores extremasen el sigilo para realizar sus experimentos y prácticas, donde la bases de la ciencia actual se entremezclaban con la magia de la antigüedad más remota. Es por esta causa que mucho de lo que hoy sabemos de sus actividades herméticas haya salido a la luz gracias a que, trágicamente, sus autores fueron detenidos o juzgados en ausencia por el Tribunal del Santo Oficio. Este fue el caso puntual que vamos a estudiar en el presente trabajo, referido a un hombre que supo reunir dentro de sí una cantidad de múltiples, y aparentemente contradictorias, facetas personales: Pedro Sarmiento de Gamboa (1532-1592)[1].

Este más que notable marino, conquistador y erudito español de la segunda mitad del siglo XVI fue además, durante algunos momentos de su vida, un practicante de la magia y de otras variantes del ocultismo[2]. Esta cara oscura de su temperamento se reveló durante los dos procesos que le entabló la Inquisición de Lima, en 1564 y 1575. En ambas ocasiones Sarmiento pudo escapar de una terrible sentencia gracias a las buenas relaciones que mantenía con las autoridades virreinales [3]. Pero también Gamboa había sido un notable precursor de la ciencia moderna de la astronomía y sus aplicaciones para mejorar las técnicas de navegación por entonces en uso, algo que todos sus biógrafos e historiadores que investigaron sobre su vida no han dejado de destacar[4]. Y si a esto le unimos el hecho de que además conocía las antiguas tradiciones (incluidas la taumaturgia y las leyendas) de algunos pueblos aborígenes americanos, como los quechuas, obtendremos una mentalidad compleja y contradictoria, según nuestros parámetros actuales[5].

Este es precisamente el objetivo principal de nuestro trabajo: el demostrar cómo en una misma persona, que por lo demás compartía con sus contemporáneos de su mismo u otros sectores sociales una cierta cantidad de ideas que componían un imaginario colectivo distintivo de la sociedad colonial establecida por los europeos en América tras la conquista del siglo XVI, convivían, aparentemente sin grandes conflictos, la religiosidad católica con la creencia y la práctica de ancestrales rituales mágicos, y el estudio de los fundamentos de las ciencias actuales[6]. Para esto analizaremos las actas de los juicios que el Santo Oficio de la Inquisición de Lima entabló contra Sarmiento, que son, además
de ciertos escritos producidos por Gamboa con posterioridad a estos sucesos, los documentos históricos de mayor peso en nuestra investigación.

Otra fuente primaria, redactada por el mismo Sarmiento  al término de su primera expedición al estrecho de Magallanes en 1579 / 80 como un informe al mismo Felipe II acerca de su periplo por el extremo sur de América[7], es la que nos permitirá comprender los importantes aportes que el explorador español realizó a la astronomía y las técnicas de la navegación de su época[8].

Por último, dedicaremos una sección especial de nuestro trabajo al análisis de la taumaturgia, el hermetismo y la astrología que Sarmiento empleó durante una importante etapa de su vida. Asimismo, nos adentraremos en la cuestión del conocimiento que el navegante español tuvo sobre la cultura de los antiguos quechuas, y de allí en más nos plantearemos la siguiente pregunta cómo una fascinante posibilidad ¿Pudo Gamboa, a través de la información que poseía sobre las tradiciones incaicas, haber intentado realizar una síntesis entre las prácticas mágicas del Viejo y el Nuevo Mundo, una aproximación entre la alquimia y el chamanismo? La respuesta a este interrogante tan interesante será uno de los objetivos más importantes para alcanzar en el final de éste artículo[9]. Para llegar a esta conclusión, será necesario ubicar a Sarmiento dentro de su marco histórico y relacionar sus acciones con la mentalidad propia de su época, por lo cual debemos precisar la metodología a emplear.

Para este último punto, acudiremos a los trabajos de Robert .Darnton y Roger Chartier los más recientes investigadores que han abordado el estudio de la historia de las ideas[10]. Según el primero de éstos dos autores, para comprender un texto que se nos presenta oscuro, debemos ir desde la lectura de éste a la de su contexto, en un proceso continuo que nos permitirá descifrar el significado oculto de los numerosos símbolos presentes en el escrito. Darnton se basa en el concepto de entramado de relaciones simbólicas como base de lo que es una cultura en particular, elaborado por el antropólogo Cliford Geertz. Pero su análisis presenta un importante punto débil, que Chartier criticó acertadamente desde nuestro punto de vista: los textos constituyen los acontecimientos como consecuencia del acto de escritura. Para el estudioso francés, no todos los aspectos de la realidad pueden ser inscriptos, y no siempre los escritos reflejan en forma objetiva los hechos sucedidos.

Según la metodología de Chartier, los diferentes textos que abordan un mismo tema nos ofrecen un abanico de distintas “representaciones” sobre el mismo, lo mismo que las diversas lecturas que hacen los múltiples lectores acerca de un escrito en particular, con independencia del objetivo que le haya querido dar el autor del mismo. Solo mediante los apartamientos (o “écarts”) que nos ofrecen entre sí la totalidad de estos disímiles enfoques, podemos vislumbrar el núcleo de la realidad social: las relaciones de poder y dominación, que yacen escondidas bajo un sinnúmero de representaciones. Por lo que la función de éstas últimas no sería otra que la de ocultar y enmascarar las formas de dominio que mantienen la estructura de las sociedades[11].

Otros aportes bibliográficos que emplearemos para encuadrar el marco teórico de nuestro artículo serán las obras de Peter Burke[12] y Carlo Ginzburg[13]. El primero de estos libros nos explica  cómo se produjo, durante la época en la que vivió Sarmiento, una constante interacción cultural que se basaba en ciertos valores, creencias y significados comunes a todos los individuos integrantes de los diferentes sectores que componían la sociedad europea de la Modernidad.

Por su parte, Ginzburg resalta el hecho de que, a pesar de la dicotomía existente entre una cultura de elite y otra propia del pueblo, se produjo una circulación de ideas con influencias recíprocas entre ambas, durante, precisamente, el siglo en el que Gamboa debió enfrentar, al igual que el molinero protagonista de El queso y los gusanos..., dos procesos entablados en su contra por el Santo Oficio de la Inquisición. Este, justamente, es el siguiente tema que pasaremos a estudiar en nuestro trabajo.

 

Sarmiento de Gamboa ante la Inquisición de Lima

Las circunstancias por las cuales nos es conocido en la actualidad las bien secretas actividades que Sarmiento realizó en torno a la magia, no fueron del menor agrado para el navegante español. En efecto, Gamboa tuvo que soportar dos procesos librados en su contra por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Lima, en los que debió defenderse de los graves cargos que la todopoderosa institución eclesiástica había levantado contra él.

Gracias a los trabajos de recopilación hechos por el historiador José Toribio Medina, hoy día podemos leer los textos originales de las actas de ambos juicios[14].  El más lejano antecedente de las malas relaciones que Sarmiento tuvo con la Inquisición ocurrió varios años antes de su llegada al Perú en 1557. Parece ser que en la anterior estancia de Gamboa en Nueva España, él y unos compañeros de armas habían hecho una mordaz sátira de un vecino y encomendero de la ciudad de Puebla. Pero al burlarse ferozmente de ese tal Diego Rodríguez, cuya efigie Sarmiento y los suyos habían quemado vestida con un sambenito, los bromistas habían cometido el peligroso error de parodiar también un proceso inquisitorial. Enterado a la brevedad el Santo Oficio, dispuso que Gamboa y sus camaradas fuesen apaleados, como castigo, en la plaza pública [15].

Sin embargo, este incidente no sería nada en comparación con lo que le sucedería a Sarmiento tiempo después en Lima. Al parecer, Gamboa se convirtió en amigo y confidente del por entonces virrey del Perú, Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva (1561 / 1564). En la madrugada del 20 de febrero de 1564, el más alto magistrado colonial apareció muerto en una calle limeña, en circunstancias por lo demás oscuras. Su sucesor, Lope García de Castro, trató sin mucho esfuerzo por aclarar las causas de aquel suceso, pero al poco tiempo olvidó todo para no dañar demasiado la reputación de su desafortunado antecesor. Se dijo entonces que Nieva habría recibido, a su arribo al Perú y de un astrólogo desconocido, la predicción exacta de la fecha y hora de su muerte. Y el mismo día de su deceso, éste mismo adivino le habría asegurado al virrey que la constelación peligrosa aún no había pasado, por lo que todavía no corría ningún peligro inmediato. Más nunca se pudo establecer a ciencia cierta la identidad de ese misterioso vidente, por lo que algunos biógrafos de Sarmiento especularon con la posibilidad de que aquel fuera nada menos que Gamboa[16].

Haya sido o no Sarmiento un adivino del porvenir mediante la observación de las estrellas, lo cierto es que la Inquisición se enteró de aquellos rumores, y mando detener al navegante a fines de 1564. En su primer interrogatorio, el 2 de diciembre de aquel año, Gamboa fue acusado formalmente de un cargo que el Santo Oficio consideraba incompatible con la Iglesia: poseer tres anillos con signos "caldeanos" y astronómicos, mandados a forjar por él mismo de acuerdo a un cuadernillo de pergamino escrito en "quinque linguae ", y cuya finalidad era obtener suerte tanto en la guerra como con las mujeres y los poderosos[17].  Por lo que respecta a los recetarios, uno de ellos tenía en su tapa una inscripción que comenzaba con "hic anullus" y terminaba con "explici consecrata", en tanto que el otro decía en su encabezamiento "benedicante "y al final "secuiorum secula, amén".

Además declararon contra él varios testigos, de los cuales el testimonio más
importante fue el de la criada del conde de Nieva, una mujer llamada la “Payba", quien  habría solicitado los servicios de Sarmiento para solucionarle, mediante una tinta maravillosa que enamoraba a todo aquel que la leyese de quien la escribiese, sus problemas sentimentales. Pero Gamboa rebatió aquellos dichos cuando aseguró haberle dicho a la “Payba” que él nunca habría experimentado fabricar tal tinte, y solo lo había escuchado decir de parte de terceros que aquel se hacía en España, tratando de dar a entender así a sus acusadores que toda esa conversación con la sirvienta no había sido nada más que una broma inocente[18].

Sarmiento continuó con su defensa, alegando que tanto los anillos grabados como los cuadernos de pergamino, por aquellas días en poder del hijo del fallecido y ex virrey Nieva, habían sido vistos por el monje dominico Francisco de la Cruz, quien estaba a cargo de una cátedra de teología en Lima y era el confesor de Gamboa. El fraile declaró que no había nada malo en tener los aros y los recetarios para fabricarlos, ya que en ellos solo se hablaba de cosas de la naturaleza poco conocidas, sin ninguna mención a superstición o pactos con el demonio[19].

Sin embargo, los inquisidores continuaron presentando testimonios contra Sarmiento. Francisco de Lima, que había secretario y empleado del conde de Nieva, confesó haber recibido de parte de Gamboa unos manuscritos en un ignoto idioma, para copiarlos. Ante las dudas que Lima mostró de inmediato frente a tales documentos, Sarmiento se los habría quitado, supuestamente para quemarlos por sugerencia de fray Cruz.

Otro testigo, Gaspar de Losada, dijo que Gamboa le habría comentado acerca de los misteriosos poderes de un espejo, que después de ser enterrado dentro de un cerco abierto hacia el oriente, se podía ver en él todo lo que se quisiera saber.

Por último, Juan de Velasco, hijo del difunto ex virrey Nieva, declaró que Sarmiento le habría entregado los dos anillos de oro y un tercero de plata, que presumiblemente atraían la buena voluntad de las mujeres y los hombres poderosos además del éxito en las guerras, en tanto que a los cuadernos de pergaminos para fabricarlos los habría incinerado el mismo Gamboa[20].

El proceso se prolongó durante cinco meses, y se caracterizó por la defensa enérgica de Sarmiento ante el tribunal del Santo Oficio. En efecto, en más de una ocasión, el juez principal, fray Jerónimo de Loaisa, sostuvo con el acusado una violenta discusión cuando éste defendió a los gritos su inocencia mediante sólidos argumentos que rebatían los ataques de sus fiscales. Pero todo esto no pudo impedir que finalmente, el 8 de mayo de 1565, se le dictase la sentencia. Gamboa fue condenado a oír una misa en la Iglesia mayor de Lima, como un penitente desnudo de la cintura para arriba y portando una candela. Además, se le imponía el destierro perpetuo de las Indias Españolas, luego de cumplir una reclusión forzada en un monasterio donde debía ayunar los miércoles y viernes de cada semana, absteniéndose de poseer nuevamente objetos supuestamente mágicos, y que abjurase "de levi"[21].

Sarmiento no se quedó de brazos cruzados ante un fallo que consideraba injusto, y poco después de notificado, apeló ante el mismo Papa. Sin embargo, el 24 de mayo debió cumplir con la misa y la abjuración, pero consiguió a cambio, presumiblemente gracias a sus importantes contactos con el poder político y sus reconocidos méritos como navegante, que se le conmutase el exilio y se le permitiese cambiar su prisión del convento de Santo Domingo de Lima por toda la capital peruana, dándosele inclusive el permiso para visitar brevemente algunos sitios cercanos como Cuzco.

Con el aval del virrey García de Castro, Sarmiento se embarcó finalmente, en el año de 1567, en la expedición que el sobrino del alto funcionario colonial, Álvaro de Mendaña, dirigió para descubrir lo que había más allá de las inmensidades del océano Pacífico. Como el objetivo de nuestro trabajo no es profundizar en los viajes y exploraciones de Gamboa, solo diremos que el navegante volvió muy decepcionado de aquel periplo, puesto que aunque se alcanzaron a descubrir nuevas tierras, las bautizadas por ellos como Islas Salomón, las rencillas y discusiones entre el jefe de la expedición y Sarmiento estuvieron a punto de malograr toda la empresa [22]. Particularmente, el regreso al continente americano fue muy accidentado, volviendo las naves de Gamboa y Mendaña en forma separada a las costas de Nueva España. Allí se produjo un amargo pleito entre ambos marinos, que culminó con la incautación y destrucción de todos los registros de Sarmiento por parte de su rival. Gamboa reaccionó tratando de llevar su causa ante el mismo rey de España, pero, estando por entonces en Nicaragua, se enteró del oportuno relevo del virrey del Perú, García de Castro, tío del odiado Mendaña, por Francisco de Toledo, por lo que se decidió a retornar a Lima para ofrecer sus servicios al nuevo funcionario en 1569.

Muy pronto, Sarmiento se convirtió en uno de los hombres más cercanos y de mayor confianza de Toledo, acompañándolo en varias de las acciones que emprendió aquel alto magistrado. Entre éstas podemos hablar de la campaña militar que terminó con la resistencia de los últimos descendientes de los incas, y que implicó la toma de su fortaleza de Vilcabamba y la discutida (aún entre los españoles) ejecución de Túpac Amaru, el postrer soberano descendiente de Manco Capac. Y paralela a ella, la Visita General, que Toledo emprendió por una extensa región del Perú y sus aledaños, en la que merced a una encuesta realizada entre distintas comunidades aborígenes, el virrey reformista recogió preciosos datos para tratar de justificar la conquista europea, mediante la posterior redacción y publicación de las Informaciones. Inspirándose en ese documento oficial y en su contenido, Sarmiento escribió en 1572 un texto polémico, la Historia de los incas, en el que, por estar basado en datos malinterpretados de los informantes indígenas, su autor llegó a conclusiones tendenciosas y arbitrarias. En efecto, esta obra de Gamboa no hacía más que presentar al imperio de los herederos de Manco Cápac como una sucesión de invasores tiránicos que sometieron por la fuerza y esclavizaron a un gran número de americanos nativos. Dentro de éste burdo esquema, los españoles aparecerían al final como los "libertadores", por lo que es evidente su fin propagandístico a favor de la conquista y su justificación ante la historia[23]. En palabras del mismo Sarmiento:

Y se certificara del hecho de la verdad de la pesima y más que inhumana tirania de estos ingas y de los curacas particulares, los cuales no son, ni nunca fueron, senores naturales, sino puestos por Topa Inga Yupangui, el mayor y más atroz y danoso tirano de todos. Y los curacas fueron y agora son grandisimos tiranos, puestos por otros grandes y violentos tiranos, como en la historia parecera claro y cierto, de suerte que probada la tirania, asi de ser extranjeros del Cuzco y haber violentado a los naturales del mismo valle del Cuzco y a todos los demas desde Quito hasta Chile por fuerza de armas, y haberse hecho ingas sin consentimiento ni eleccion de los naturales. Y demas de esto, de sus tiranicas leyes y costumbres se entendera el verdadero y santo título que Vuestra Majestad tiene, especialmente a este reino y reinos del Peru ,porque Vuestra Majestad y sus antepasados reyes santisimos impidieron sacrificar los hombres inocentes y comer carne humana, el maldito pecado nefando, y los concúbitos indiferentes con hermanas y madres, abominable uso de bestias, y las nefarias y malditas costumbres suyas; porque a cada uno mando Dios de su projimo, y esto principalmente pertenece a los principes, y entre todos a Vuestra Majestad. Unicamente por lo cual se les pudo hacer y dar guerra y proseguir por el derecho de ella contra los tiranos, y aunque fueran naturales y verdaderos senores de la tierra y se pudieron mudar senores e introducir nuevo principado, porque por estos pecados contra natura pueden ser castigados y punidos, aunque la comunidad de los naturales de la tierra no contradijesen a tal costumbre ni quieran ser por esto los inocentes vengados por los espanoles, porque en este caso no son de su derecho, de tal manera que a sí mismos o a sus hijos puedan entregar a la muerte, porque pueden ser forzados a que guarden ley de naturaleza, como lo ensena el arzobispo de Florencia e Inocencio y lo confirma fray Francisco de Vitoria en la relacion que hizo de los titulos de las India[24].

Tras la redacción de tan polémico documento, Gamboa se hallaba participando en una campaña militar contra los indios chiriguanos, durante 1572, cuando recibió una citación de la Inquisición para volver a comparecer frente a ella. Pero ésta vez, intervino el virrey Toledo para retener a Sarmiento todo el tiempo posible, y solo permitió que el navegante se presentase en Lima ante el Santo Oficio una vez que hubieron concluido las acciones bélicas. Recién el 18 de noviembre de 1575, el inquisidor Cerezuela le tomó declaración. Esta vez las acusaciones contra Gamboa eran, principalmente, sobre sus pretendidos poderes quirománticos, tal lo que se desprendía del testimonio de una mujer a quien Sarmiento le habría leído en las líneas de sus manos, los futuros asesinatos de dos personas a causa de ella. A esto se agregaba una supuesta afirmación del navegante a ciertos individuos de letras, según la cual, el Evangelio no se hallaba lo suficientemente promulgado en el imperio español[25].

La situación de Gamboa se agravaba, no solo porque era la segunda vez que la Inquisición lo acusaba, bajo nuevos cargos a los que se sumaban los del anterior proceso, sino también porque su juicio iba como complemento del que el Santo Oficio llevaba adelante contra un antiguo protector y testigo favorable para su causa: fray Francisco de la Cruz, quien sería condenado y quemado como hereje en 1578. Los jueces mostraron a Gamboa una declaración suya en la que el navegante hacía una mención clara de fray Cruz como una de aquellas personalidades que autorizaban su posesión de los tres anillos y los cuadernos de pergamino, porque se trataba de cosas naturales, sin ninguna conexión con atributos o fuerzas mágicas y demoníacas.

Nuevamente Sarmiento se defendió enérgicamente y como pudo de sus implacables acusadores, para tratar de evadir una sentencia que podía ser más grave, puesto que él se había convertido en un reincidente[26]. Mencionó Gamboa a otras autoridades que lo habían avalado en el anterior juicio, en particular a un tal doctor Cola María, asesor y consultor del arzobispo de Lima, y, según el navegante, un experto en astrología. Pero las cartas que esas gentes le habrían dado a Sarmiento, se perdieron en su viaje de retorno de la expedición a las islas Salomón, durante una fuerte tormenta[27]. Sin embargo, en esta ocasión tampoco el tribunal del Santo Oficio pudo probar las pretendidas afirmaciones de Gamboa acerca de la insuficiente promulgación del Evangelio en España.

El nuevo veredicto de la Inquisición recién se dio a conocer en 1578, confirmándosele el destierro de las Indias españolas, que oyese misa como penitente un día por semana, que abjurase "de levi ", y que fuese sacado "a la vergüenza”. Gamboa apeló el fallo, sin mucho éxito, y solo consiguió que se le anulase la última pena antes mencionada.

Sin embargo, Francisco de Toledo no había abandonado a su hombre de confianza, y ante la súbita emergencia que supuso para el virreinato del Perú la imprevista incursión en sus aguas y puertos de Francis Drake, con su consecuente serie de robos y saqueos, Sarmiento fue al final liberado de las garras del Santo Oficio por su influyente protector. Gamboa participó en la infructuosa persecución del corsario inglés desde El Callao hasta Panamá, luego de que la Inquisición le hubiese conmutado definitivamente el exilio. Poco tiempo más tarde, el 7 de agosto de 1579, el navegante era elegido por Toledo y la Audiencia de Lima como jefe de una expedición destinada a buscar al esquivo Drake en las aguas casi desconocidas del Estrecho de Magallanes. Pero éste es un tema que ya hemos investigado con detalle en un trabajo anterior [28].

 

Los aportes de Sarmiento de Gamboa a la navegación, la astronomía y la historia.

La compleja mente de Sarmiento no cesó de buscar nuevas actividades para ejercitarse, ni aún en los dramáticos sucesos que formaron parte de sus dos procesos ante el tribunal del Santo Oficio. En efecto, mientras se hallaba cumpliendo la primera de sus dos condenas, su confinamiento en Lima, consiguió que se le permitiese viajar a sitios relativamente cercanos, como Cuzco. Esto, según el estudioso Armando Braun Menéndez, habría favorecido las investigaciones históricas y arqueológicas de Gamboa sobre la antigua capital incaica, que más adelante le habrían de ser muy útiles a la hora de componer su Historia de los Incas [29].

Casi una década después, tras su segunda sentencia, Sarmiento aprovechó su encierro en Lima para estudiar astronomía. Su logro más notable en ésta ciencia fue el cálculo de la diferencia casi exacta, en horas y luego en grados de longitud, entre la capital del Perú y Sevilla, mediante la observación del eclipse de sol de 1578 desde el cerro de Quipaniurco, lo que constituyó todo un mérito para su época[30].

Sin embargo, la sed de conocimientos de Gamboa se había manifestado desde mucho tiempo atrás, con respecto a los años de sus problemas con la Inquisición. Ernesto Morales transcribe unas líneas de la obra de Sarmiento dedicada al pasado de la América precolombina, la Historia de los incas, en la que el navegante se refería a unas extrañas coincidencias entre palabras de idiomas tan alejados como el griego y el nahua: " Y llaman a Dios Teos, que es griego, y aún en toda Nueva España usan deste termino Teos por Dios. Oí también decir pasando yo por allí "...”[31]

Sin lugar a dudas, las inquietudes de Sarmiento por el pasado prehispánico americano, le permitieron al navegante poder realizar su trabajo más importante por encargo de Francisco de Toledo: La historia de los incas. Para ello, Gamboa se basó en los datos suministrados directamente por los numerosos informantes indígenas que fueron entrevistados durante la famosa Visita general, que el virrey del Perú había efectuado entre 1569 y 1572. Pero la tesis central de la obra de Gamboa, la justificación de la conquista como un acto de " liberación " frente a una supuesta tiranía que los incas habrían impuesto a las demás comunidades aborígenes, había sido obtenida mediante la adulteración de las declaraciones hechas por los caciques nativos. A pesar de éste grave defecto, algunos biógrafos de Sarmiento, como Ernesto Morales, rescataron algunos datos de valor del polémico libro, entre los que destaca la legendaria conquista de dos misteriosas islas situadas en el interior del océano Pacífico por parte de Túpac Inca Yupanqui[32]. Ambas tierras, denominadas en la tradición oral de los quechuas como “Ninachumbi” y “Avachumbi”, serían reales y no fruto de la imaginación, para Gamboa, y más tarde el navegante las identificaría con otras islas, ubicadas aproximadamente a unas doscientas leguas al oeste de Lima, descubiertas por él durante la anterior expedición realizada bajo el mando de Álvaro de Mendaña. Según el autor de la Historia de los incas, Túpac Yupanqui habría embarcado a más de veinte mil soldados, dirigidos por un selecto número de oficiales, en unas grandes balsas, cuando supo de parte de unos mercaderes de la existencia de “Avachumbi” y “Ninachumbi”. Tras una ausencia de casi un año, habría retornado a las costas de Tumbez cargado con un rico botín de esclavos negros, oro, una silla de latón y restos de un supuesto caballo. Todos esos trofeos se habrían guardado en la fortaleza de Cuzco hasta la llegada de los españoles, bajo el cuidado de los nobles quechuas.

Más allá de todas las incursiones de Sarmiento en lo que hoy denominaríamos como etnohistoria y las controvertidas conclusiones a las que llegó en éste campo, nos queda su notable pericia como navegante. Durante la primera de sus grandes expediciones, bajo las órdenes de Álvaro de Mendaña, no solo avistó las islas Galápagos, y descubrió el archipiélago de las Salomón, sino que también intuyó, según algunos autores, otras tierras desconocidas al sur de éstas últimas [33].  La negativa de su capitán a seguir sus consejos motivo, como vimos en la sección anterior de nuestro trabajo, serias desavenencias de Gamboa con Mendaña, que provocaron un retorno accidentado a las costas americanas en 1569, por la ruta del Pacífico norte que recientemente había abierto Urdaneta en 1565. Es muy probable que la insistencia de Sarmiento en navegar hacia latitudes más meridionales estuviese motivada por el deseo de hallar la mítica “Terra Australis Incógnita”, que la cartografía de su época ubicaba, casi sin excepción, en una vasta área que englobaba no solo a la Australia real, sino también al continente Antártico y los mares que lo rodean, Nueva Zelanda y otras islas menores adyacentes[34].

Pero no fue sino hasta su segunda empresa de exploración marítima, realizada entre los años 1579 y 1580, que Gamboa habría de demostrar su incuestionable capacidad como líder, al sortear la intrincada red de canales y tierras que rodeaban el extremo sur de América. En éste viaje, en el que redescubrió el paso desde el Pacífico hasta el Atlántico a través del estrecho de Magallanes, unió los puertos de El Callao en Perú y San Vicente en la península Ibérica. Durante ese extenso trayecto se sucedieron múltiples incidentes, que complicaron en mayor o menor grado los objetivos que originalmente le habría encomendado el virrey Toledo a Sarmiento, pero que no pudieron doblegar la inquebrantable decisión de Gamboa para cumplir con su misión. Sin embargo, todos estos pormenores ya los hemos analizado en un anterior trabajo, por lo que no nos extenderemos sobre los mismos, sino es para destacar los conocimientos técnicos y científicos de nuestro navegante[35].

Sarmiento tendría en éste periplo por el confín sur de América varias oportunidades para aplicar todo lo que sabía acerca de astronomía, cosmografía y matemáticas. Cerca de las islas “Desventuradas” (hoy Juan Fernández) se percató de que los problemas que afectaban a distintos instrumentos náuticos, como las "agujas de marear" (o brújulas), se debían a errores de fabricación, puesto que estaban calibradas de acuerdo a las latitudes europeas. Más adelante, cuando se hallaban finalizando su cruce del estrecho de Magallanes, Gamboa destacó la importancia que tenía, aunque esto fuera válido solo para algunos meses, la constelación de la Cruz del Sur para fijar el polo Antártico[36].

Con todo, el logro más notable de Sarmiento fue el que le permitió corregir un serio error en el cálculo de la longitud, que lo ubicaba navegando originalmente sobre Brasil, aunque en la realidad se encontraban tan al este de su posición que no podían siquiera ver la línea costera. Para medir mejor su posición con respecto a Sevilla, Gamboa improvisó una “ballestilla”, con la que tomó como puntos de referencia: “(…) los grados de longitud por la llena de la luna  y el nacimiento del sol, y halló que estábamos  18 grados al Occidente  que el Meridiano de Sevilla”[37]. La desviación a la que los habrían empujado las corrientes marinas que iban hacia el oriente era de unas doscientas veinte leguas Sarmiento complementó éstas observaciones con la corrección de la longitud de los mapas que llevaba, durante su breve estancia en la isla de Ascensión, antes de concluir exitosamente su expedición en el puerto de San Vicente, ya en la península Ibérica.

No es necesario extenderse en una larga explicación sobre las precarias condiciones para la navegación que existían en la época de Gamboa para comprender en toda su dimensión el valor de su novedosa manera de calcular la longitud. Esta última cuestión se había transformado en un problema casi irresoluble a fines del siglo XVI. Los procedimientos náuticos más usuales por aquel tiempo, como el llamado “punto estimado”, eran muy poco confiables, puesto que los errores de pocos minutos y grados en los mapas se traducían en la realidad a cientos de millas y conducían muy a menudo a los buques a un desastroso destino.

Otra consecuencia fatal de la imposibilidad de medir la longitud con precisión era el congestionamiento de gran número de naves de todo tipo en las escasas rutas que seguían un limitado número de paralelos, provocando con ello encuentros no deseados entre los barcos mercantes y sus depredadores piratas o corsarios. Un ejemplo de esto último ocurrió en 1592, cuando una flotilla inglesa de seis navíos de guerra emboscó y apresó cerca de las Azores a unos galeones que regresaban del Caribe, capturando además al enorme y bien armado carguero portugués, el “Madre de Deus”, que volvía a su patria repleto con las riquezas de la India.

Finalmente, hay que destacar que el dilema de calcular sin grandes errores la longitud en alta mar no sería resuelto sino hasta dos siglos después de que Sarmiento hubiese improvisado su “ballestilla” o “báculo”, cuando fueron inventados y probados los primeros cronómetros del relojero inglés John Harrison[38].Visto desde nuestros días, el procedimiento ideado por Gamboa es una demostración más de sus vastos conocimientos y de su capacidad de inventiva para hacer frente a las grandes dificultades que acechaban a los marinos de su tiempo.

 

Magia del Viejo y el Nuevo Mundo: ¿Un encuentro de dos culturas?

Después de haber expuesto y analizado los dos procesos que la Inquisición le impuso en menos de una década a Sarmiento, surge la conclusión de que nuestro navegante conocía y practicaba las artes ocultas de la taumaturgia, una tradición que se remontaba a varios milenios en la historia europea. De los cargos y pruebas que el tribunal del Santo Oficio presentó contra Gamboa, podemos decir que el acusado se dedicaba a la quiromancia, a la posesión de ciertos amuletos que permitían atraer la suerte, y también a la adivinación del futuro mediante espejos.

Todas esas actividades que se le adjudicaban a Sarmiento, eran distintas modalidades esotéricas que en el Viejo Mundo eran ejercidas secretamente para tratar de escapar a la implacable vigilancia de la Iglesia, que desde fines de la Edad Media asociaba a la magia con la brujería y el satanismo[39]. La elite religiosa y política ejercía, a través de la Inquisición, un férreo control de conciencias sobre los campesinos y otros sectores sociales como las mujeres del pueblo, por lo que el supuesto pacto de los hechiceros con el demonio fue para ellos una excusa perfecta para suprimir cualquier disidencia frente a su ortodoxia. El procedimiento, habitualmente empleado por el Santo Oficio, de la tortura para extraer la confesión de culpabilidad era un excelente medio para obtener de los reos la admisión de todo aquello que querían escuchar sus jueces eclesiásticos [40]. Pero de ésta forma se perderían los verdaderos detalles de un conjunto de creencias que sobrevivían entre las masas rurales y urbanas, tales como ciertas formas de chamanisrno, aplastadas por las declaraciones delirantes, inducidas en los acusados por el insoportable dolor del tormento, acerca de "misas negras" y aquelarres presididos por el diablo.

Sin embargo, las investigaciones de los estudiosos de la antropología y la historia sociocultural han permitido que podamos ver las diferentes variantes de la magia y el ocultismo sin la máscara de satanismo puesta por la Iglesia y el estado de los primeros siglos de la modernidad. En particular, se destacan en ésta labor intelectual muchos de los trabajos de Mircea Eliade, quien no dejó de examinar ningún aspecto de ésta problemática tan compleja [41].

La obra de este último autor se extiende no solo a la brujería y el chamanismo adoptados por distintas culturas de todo el mundo en diversas épocas de su desarrollo, sino que se extiende a otras prácticas herméticas como la alquimia. En uno de sus libros más conocidos, Eliade analiza la relación que existía entre el arte de la herrería y las practicas alquímicas[42].  Ambas actividades operaban sobre el profundo misterio, que significaba para las sociedades preindustriales, de la transformación de sustancias tales como los metales mediante el calor. En particular, éste punto nos interesa para nuestra investigación, ya que (recordemos las actas que el Santo Oficio levantó contra Sarmiento durante el primero de los juicios que le fueron entablados por el tribunal eclesiástico) Gamboa poseía tres anillos, dos de oro y uno de plata, grabados con caracteres astronómicos, entre los que estaba el que correspondía al planeta Marte, y con "nombres santos " en lenguaje caldeo. Estos aros posibilitarían ganarse el favor de los poderosos y las mujeres, así como también ser afortunado en las guerras. Y también nuestro navegante se hallaba en poder de ciertos cuadernos hechos en pergamino y escritos en “quinque linguae”, en los que se explicaba cómo fundir los supuestos amuletos encargados por el mismo Sarmiento a un tal maestro Duarte[43].

Según Eliade, uno de los primeros pueblos que pudieron desarrollar la alquimia habrían sido precisamente los caldeos, quienes asociaban las tareas metalúrgicas con un simbólico parto. Según una complicada liturgia, los minerales puestos en una matriz "procreaban" mediante la acción del calor, siendo ayudados en el proceso por otras ceremonias tales como sacrificios de víctimas vivas (incluso, a veces, de seres humanos nonatos ) en el horno, purificación de los herreros y libaciones diversas. Todo esto tenía como objeto la idea primordial de la "opus alchymicu": la transmutación de la materia por medio de la acción humana usando la "piedra filosofal", que alteraba los tiempos por los cuales la naturaleza realizaba los mismos fines[44].  Recordemos también que los productos obtenidos mediante los procedimientos alquímicos poseían una serie de cualidades mágicas o extraordinarias, con lo que los anillos mandados a hacer por Sarmiento, de acuerdo a unos pergaminos que no dejaban de ser enigmáticos, muy bien podrían encuadrarse como la obra de un artífice conocedor de la alquimia.

Otro de los cargos levantados por la Inquisición contra Gamboa era el de ser un adivino, que empleaba los espejos enterrados dentro de un recinto orientado hacia el sol naciente para visualizar el futuro y otras cosas que podían interesar al que lo consultase. Desde tiempos muy antiguos, las superficies pulidas que reflejaban la luz eran asociadas a las divinidades y sus poderes, y quien poseyera esos objetos mágicos podía vislumbrar en ellos el porvenir y saciar sus apetitos de conocimiento sobre cualquier tema[45]. Y si éstos iban asociados a la potencia transformadora de la tierra, su poder se incrementaba todavía más, puesto que el suelo cultivable era desde la Prehistoria la principal diosa que aseguraba al hombre la continuación del ciclo de fertilidad y reproducción[46].

La práctica de la adivinación por medio de espejos que se le achacaba a Sarmiento remontaba sus orígenes a las primeras civilizaciones conocidas por los contemporáneos de nuestro navegante. Por un lado, los judíos, que la empleaban, según la Biblia, para vaticinar el futuro: así lo habría hecho José, con una copa cuyas paredes eran muy transparentes y diáfanas, y que le habría servido al funcionario israelita del faraón para retener en Egipto a sus hermanos. Por otra parte, también estaban los autores clásicos grecorromanos, que mencionaban en repetidas oportunidades el uso de esa actividad mágica para poder predecir el porvenir. Por ejemplo, Zósimo de Alejandría, un alquimista griego nacido en Egipto, escribió sobre la creación del "electrum ", un espejo hecho de la combinación de plata y oro para tener el máximo poder de reflexión, por parte de Alejandro de Macedonia, con el objetivo de servir de talismán para proteger a la raza humana de los mortales rayos y centellas que caían del cielo [47].

Detalle interesante, éste rito adivinatorio helenístico mediante superficies pulidas empleaba como médium siempre a personas muy jóvenes, o a veces hasta a niños, porque se consideraba que su visión estaba mucho menos empañada que la de los adultos y ancianos. Este punto estaría en concordancia con lo que afirma San Pablo en su "Epístola a los corintios", del Nuevo Testamento. Sin embargo, ciertas interpretaciones de la tradición judeocristiana, en especial aquellas como la de los gnósticos que la combinaban con las creencias anteriores del paganismo, señalaban al sol como un espejo en el que se reflejaría nada menos que el verdadero rostro de Dios, invisible a los ojos de todos los mortales[48].

No nos extenderemos demasiado en el análisis de la astrología y la quiromancia, otras de las variantes de la taumaturgia a las que se dedicaba Gamboa, según los testimonios que la Inquisición presentó durante los dos juicios celebrados en su contra. Solo podemos decir que, al igual que hoy, a fines del siglo XVI ambas modalidades gozaban de una gran difusión entre los sectores sociales populares (recordemos que en la actualidad las mujeres gitanas continúan con la milenaria tradición de leer el destino en las palmas de las manos). También estas dos variedades de la adivinación hundían sus raíces en las observaciones de los astros y del cuerpo humano que habían realizado culturas tan antiguas como los egipcios y los sumerios, en su afán por conocer el futuro. Pero en nuestros días, la actitud de las elites dirigentes y de buena parte de las clases medias si ha cambiado considerablemente hacia la astrología y la quiromancia, sobre todo en las sociedades occidentales más desarrolladas, puesto que el racionalismo y la difusión de los logros de la ciencia y de la técnica han destruido todo el valor de sus predicciones.

En nuestra breve indagación sobre las presuntas actividades de Sarmiento como taumaturgo, podemos decir que todas ellas se podrían clasificar como pertenecientes a la "magia blanca", concordando con ello en la opinión que se formaron de las mismas los jueces del tribunal del Santo Oficio y los más destacados estudiosos actuales del fenómeno histórico de la hechicería[49]. Esto explicaría, junto con la influencia de las poderosas amistades que tenía nuestro navegante, porque Gamboa siempre resultó condenado "de levi", esto es, que los castigos que se le aplicaron asumieron una forma leve, comparándolas con las atroces penas que se le infligían por igual a los herejes y brujos. Ninguna de las acciones de Sarmiento habría adquirido una dimensión tal para ser considerada por los inquisidores como nociva para la integridad de la fe católica y el orden público, lo que en última instancia salvó su vida de las hogueras reservadas a todos aquellos que se oponían secretamente al poder casi ilimitado que la Iglesia mantenía sobre las conciencias de la América española de fines del siglo XVI.

No nos queda más que investigar sobre el otro tipo de magia que conoció Gamboa luego de haber llegado a México y Perú. Tenemos que destacar el hecho de que, a pesar de que nuestro navegante observaba, como todos los conquistadores europeos, a las civilizaciones aborígenes a través de sus prejuicios etnocéntricos, su mentalidad abierta a las nuevas experiencias bien podría haber provocado en él un intento más o menos serio para comprender a las culturas locales. Una firme prueba de esta hipótesis la hallamos en la Historia de los incas, capítulo 46, escrita por el mismo Sarmiento en 1572. En ella se alude a la expedición que Túpac Yupanqui envió para conquistar las misteriosas islas de “Avachumbi” y “Ninachumbi”, desde sus bases en las costas de Manta y Tumbez. Poco antes de mandar a sus numerosas tropas en una incierta aventura marítima, este soberano inca decidió verificar la información que unos mercaderes le habían suministrado acerca de las enigmáticas tierras, para lo cual, y según las palabras del mismo Gamboa:

Y andando Topa Inga Yupangui conquistando la costa de Manta y la isla de la Puna y Tumbez, aportaron alli unos mercaderes que habian venido por la mar de hacia el poniente en balsas navegando a la vela. De los cuales se informó de la tierra de donde venian, que eran unas islas llamadas una Auachumbi y otra Ninachumbe, adonde había mucha gente y oro. Y como Topa Inga era de ánimo y pensamientos altos y no se contentaba con lo que en tierra habia conquistado, determino tentar la feliz ventura, que le ayudaba por la mar. Mas no se creyo asi ligeramente de los mercaderes navegantes, ca decia el que de mercaderes no se debian los capas asi de la primera vez creer, porque es gente que habla mucho. Y para hacer más informacion, y como no era negocio que dondequiera se podia informar de él, llamo a un hombre que traia consigo en las conquistas, llamado Antarqui, el cual todos estos afirman que era grande nigromantico, tanto que volaba por los aires. Al cual pregunto Topa Inga si lo que los mercaderes marinos decian de las islas era verdad. Antarqui le respondio, despues de haberlo pensado bien, que era verdad lo que decian, y que el iria primero alla. Y asi dicen que fue por sus artes, y tanteo el camino y vido las islas, gente y riquezas de ellas, y tornando dio certidumbre de todo a Topa Inga. El cual con esta certeza se determinó ir alla. Y para esto hizo una numerosísima cantidad de balsas, en que embarco más de veinte mil soldados escogidos[50].

En lugar de desacreditar éste testimonio tomado directamente de su informante nativo, un dignatario quechua llamado Urco Guaranga, como un engaño diabólico, Sarmiento se tomó muy en serio toda esa historia acerca del espía taumaturgo y su reconocimiento "aéreo" de “Avachumbi” y “Ninachumbi”. Y esto lo podemos comprobar con el hecho de que nuestro navegante le insistió al virrey García de Castro para que enviase una flota destinada a buscar las legendarias islas, cosa que se concretó en 1567 con la expedición comandada por Álvaro de Mendaña, empresa de la que ya nos hemos ocupado en las secciones anteriores de éste mismo trabajo.

Es notable como se asemejan el episodio del "vuelo de exploración" del mago quechua Antarqui, descripto por Sarmiento, con los casos analizados y estudiados por un investigador tan especializado en el campo de la historia y la antropología de las religiones y la magia como Mircea Eliade. En una de sus obras más difundidas, este último autor se ocupa de explicar los ritos de iniciación y las prácticas mediante las cuales los chamanes de distintas culturas se ponen en contacto directo con el mundo inmaterial de los espíritus. En particular, nos resultan poderosamente interesantes para nuestro trabajo los sucesos de "vuelos extracorpóreos", obtenidos mediante distintos estados de trance, que emplean los hechiceros de ciertas comunidades aborígenes americanas, por su parecido con el evento registrado por Gamboa entre los quechuas del siglo XV [51].

Eliade analiza con detalle los rituales de tribus tan distantes y diferentes como los Caribes de Surinam, los Guaraníes del Paraguay, los Araucanos del sur de Chile y la Argentina y los Mojo y Manasi del oriente boliviano. En  estos casos, el autor se encuentra con un denominador común para todas las ceremonias de los chamanes sudamericanos: la experiencia de "ascensiones celestiales", a las que el brujo llega mediante una caída en un profundo éxtasis, que semeja, para quienes lo observan, un estado cataléptico, o de muerte aparente. En el ejemplo de las “machis” araucanas, su "vuelo" termina cuando despiertan del trance y cuentan a los asistentes a la celebración periódica del “ngillatun como han visto al “Padre Celeste” entre las nubes, quien luego les anuncia que ha escuchado todos los deseos de la comunidad, la cual ha debido expulsar previamente de su seno a los malos espíritus. Eliade resalta el hecho de que pocas veces, como entre las machis y su pueblo, el chamán asume la importantísima función religiosa de ser un mediador entre los hombres y la divinidad, sumándola a sus ocupaciones más habituales como el curanderismo (no siempre mágico) y la hechicería.

No fue ese el caso con el taumaturgo quechua Antarqui, pues, a pesar de todos sus pretendidos poderes mágicos, se hallaba sometido a la autoridad casi divina del Inca, quien era considerado por todos sus súbditos como el hijo del Sol. Sobre éste punto no nos vamos a extender, puesto que éste es un tema ampliamente estudiado. Solo vamos a remarcar el hecho, importantísimo para nuestro trabajo, del considerable crédito que le prestó Sarmiento al relato del “reconocimiento aéreo" que habría realizado el hechicero de Túpac Yupanqui. Por lo que podemos deducir que la mente siempre abierta de nuestro navegante frente a las nuevas experiencias tal vez se sintió atraída hacia la posibilidad de repetir la experiencia de Antarqui pero sus recientes problemas con el Santo Oficio y su sincera fe católica seguramente lo disuadieron de hacerlo. Entonces, Gamboa tomó de la narración de la expedición militar incaica a “Ninachumbi” y “Avachumbi” su consecuencia menos comprometedora: el seguir los pasos de las flotas de balsas de Túpac Yupanqui para redescubrir y conquistar para la gloria de España a las misteriosas islas del océano Pacífico.

 

Conclusión

A lo largo de toda nuestra investigación hemos visto, a través de múltiples evidencias y testimonios, el fenómeno de una misma personalidad histórica que desarrolló distintas actividades durante buena parte de su vida. Si bien hoy día Sarmiento es conocido sobre todo por sus logros como navegante en el Pacifico y el Atlántico, y también a causa de su fracaso como impulsor y jefe del primer intento colonizador español en las costas del estrecho de Magallanes, sus incursiones en la magia y las ciencias son aspectos de su carrera que también merecen ser recordados. Si a nosotros, hombres de la transición entre el segundo y el tercer milenio, nos resulta esto último un rasgo de incoherencia y contradicción en su carácter, debemos tener en cuenta que el contexto cultural en el que vivió Gamboa era muy distinto del actual.

En efecto, a fines del siglo XVI, la sociedad europea y sus emigrantes trasplantados a las colonias americanas estaban muy lejos de admitir la separación tajante que existe ahora entre el pensamiento científico y la mentalidad esotérica. Además, la religión cristiana ocupaba un lugar preponderante y excluyente en el ordenamiento social, que se asentaba sobre su clara hegemonía ideológica. Faltaban casi cien años para que el surgimiento y la expansión del Racionalismo y la Ilustración comenzaran a erosionar el casi omnipotente poder que la Iglesia mantenía férreamente sobre las conciencias del mundo occidental. Por lo tanto, no era nada inusual que los mismos eruditos que experimentaban elaborando los fundamentos de la ciencia y la tecnología modernas, se dedicasen a la práctica de la taumaturgia, la alquimia, y otras actividades herméticas. Y que gran parte de sus acciones debían desarrollarse en el más absoluto secreto, por ser opuestas a la ortodoxia intelectual que imponían tanto el Catolicismo como la Reforma. Aún no se había producido lo que  ciertos historiadores, como José Burucúa,  denominaron como la "revolución galileana ", que desde la mitad del siglo XVII, habría de escindir definitivamente las tareas del moderno investigador científico del misterioso quehacer del ocultista. Desde ese entonces, los casos de un Newton, que a la par que formulaba su teoría de la Gravitación Universal, persistía en la búsqueda del sueño de los alquimistas que querían descubrir la "piedra filosofal", se tornarían más una excepción que una regla [52].

Pero antes del 1600 las cosas todavía se mantenían como en la milenaria tradición clásica greco-latina. Dentro de ése marco, las actividades de un Sarmiento de Gamboa no eran las de un excéntrico, sino más bien las de alguien que combinaba con mucho equilibrio todo el saber de la Antigüedad con el espíritu inquieto del Renacimiento, por lo que se adaptaba perfectamente al contexto de su época.

Recordemos que los eruditos de fines del siglo XVI mantenían una curiosidad casi obsesiva hacia las novedades, especialmente por aquellas que provenían de tierras recién descubiertas y casi inexploradas, corno América. Y que dentro de ésas cosas exóticas había lugar para lo maravilloso y lo monstruoso, pues no parecía haber límites para imaginar portento alguno después de que los europeos se encontraron con el espectáculo de las ricas civilizaciones del México y Perú precolombinos[53]. Como consecuencia de esto, los límites entre la realidad y la ficción, que desde la Edad Media se mantenían difusos, tendieron a hacerse cada vez más borrosos. A éste aspecto de la mentalidad colectiva de la primera centuria de la Edad Moderna no escapó ninguno de los sectores que componían la sociedad de Europa y sus colonias: desde los campesinos iletrados hasta la misma nobleza culta. Inclusive hubo reyes como el emperador romano-germánico Rodolfo II de Habsburgo, quien tenía a su disposición una gran cantidad de magos, alquimistas, astrólogos y adivinos para satisfacer su interés casi enfermizo por todos los misterios de la tradición hermética[54].

Dentro de ese notable ejemplo de convergencia cultural entre las elites y los sectores populares, no es de extrañar que las secretas actividades de Sarmiento como taumaturgo hayan tenido como "clientes" tanto al mismísimo virrey del Perú, el conde de Nieva, como a su criada, una mujer llamada "La Payba". Tanto el alto funcionaría colonial como su sirvienta coincidían en su preocupación por conocer su futuro, a través de la observación de los astros, o bien modificar su suerte en el amor mediante sustancias maravillosas. Sobre éste punto conviene hacer una aclaración: no nos parece que Gamboa haya actuado cínicamente para aprovecharse de la credulidad de quienes lo consultaban, sino que también él mismo se hallaba en buena medida convencido de lo que hacía. Una prueba de esto se puede encontrar en dos documentos escritos por Sarmiento luego del último juicio que le entabló en su contra la Inquisición.

El primero de estos textos es aquel que se refiere a los pormenores de su  expedición al estrecho de Magallanes entre 1579-80. Cuando se hallaba muy cerca de concluir su periplo, Gamboa recaló en el puerto de Angla de la Terceira, por entonces la capital del archipiélago de las Azores. Allí, nuestro navegante se enteró de los dichos de un obispo
local, el cual afirmaba haber recibido el testimonio de toda una tripulación de una carabela, quienes atestiguaban haber visto, una impresionante escena con dos figuras fantasmales directamente sobrepuestas al disco solar:

Viniendo una carabela de la isla de San Miguel a la isla de San Jorge, a 15 de Junio de este año de 1580, estando la carabela (a) 10 leguas de San Jorge, que podía ser como media hora antes  que se pusiese el sol, vieron los hombres que venían en ella en el cuerpo del sol un crucifijo grande, y en el pie del crucifijo (a)parecía un calvario, como suele pintarse, y vieron estar dos imágenes, una a la mano derecha vestida de blanco, y otra a la mano izquierda vestida, al parecer medio de colorado, o como prieto. Y el crucifijo iba subiendo para arriba, y siempre fue visto hasta cerrarse el sol. De lo cual todos los que lo vieron se quedaron muy espantados, llorando mucho sus pecados, pensando que venía el fin del mundo.[55]

Sarmiento, por lo que se deduce de sus comentarios, avaló esas declaraciones porque las creyó una prueba de un milagro de Dios en los cielos De ésta manera, Gamboa expresaba las mismas ideas que sus contemporáneos tenían acerca de los fenómenos naturales del firmamento como los cometas y los espejismos, que por lo regular eran considerados como anuncios o advertencias divinas de inminentes desgracias, y servirían para que los hombres abandonen el pecado y retornen al camino del bien[56].

El segundo de esos escritos de Sarmiento lo constituye un documento oficial redactado en España poco antes de emprender su retorno al extremo sur de América con el fin de colonizarlo, en 1581. En él, nuestro navegante trata de justificar su empresa ante la corte de Felipe II con el argumento de que los habitantes de las nuevas poblaciones ibéricas podrían descubrir la mítica “Ciudad de los Césares”. Esta última era una urbe legendaria fundada por europeos, sobrevivientes de antiguas exploraciones, en el mismo corazón de la meseta de la Patagonia o en los valles andinos más recónditos y meridionales, que en los relatos tanto de los intelectuales como de la gente común era imaginada como rebosante de riquezas de todo tipo[57]. También con esto, Gamboa se adhería firmemente a una de las creencias más difundidas en su época, acerca de la existencia, en muchos de los lugares remotos y desconocidos del planeta, de fabulosos países y ciudades donde la abundancia de metales preciosos era ilimitada y cualquiera podía poseerlos sin problemas. Además, los ciudadanos de estos paraísos terrenales gozaban de una salud perfecta, disfrutaban de la eterna juventud, y no había lugar entre ellos para los grandes males que aquejaban al mundo real del siglo XVI: el hambre, la peste, la guerra y las considerables desigualdades sociales.

Solo nos queda por aclarar una de las cuestiones más fascinantes que planteamos como uno de los interrogantes a develar al comienzo de nuestro trabajo. Se trata de la posibilidad de que Sarmiento haya incursionado en las prácticas mágicas del Nuevo Mundo, con lo que se hubiera convertido en una especie de "intermediario cultural" entre Europa y América. Conviene aclarar en primer lugar que de la lectura de los documentos de los que disponemos no podemos asegurar como un hecho irrefutable que tal cosa hubiera ocurrido, aunque también es cierto que el secreto en que debió desarrollar sus actividades Gamboa haya sido tan estricto como para no dejar ninguna huella, ni siquiera una insinuación, de estos particulares estudios herméticos. Si tenemos en cuenta los graves problemas que nuestro navegante había tenido en esos años con el implacable tribunal del Santo Oficio, podremos entender aún más esta última circunstancia. De todas formas, las probabilidades de que Sarmiento haya experimentado una especie de sincretismo entre la magia europea con la americana tuvieron que haber sido muy altas, dado los antecedentes que en este campo tuvo Gamboa al relacionarse muy estrechamente con ambas tradiciones culturales. 

Lo que sí es incuestionable, de acuerdo a los textos que hemos analizado en este artículo, es el hecho de que Sarmiento fue uno de los primeros europeos y españoles que estudiaron y trataron de comprender las civilizaciones aborígenes precolombinas. Y aunque no siempre logró alcanzar el segundo de éstos dos objetivos, sobre todo por causa de sus prejuicios etnocéntricos y la intención política y propagandística que le imprimió a sus obras más conocidas, es claro que nuestro navegante no dejó de sentir muchas veces admiración y respeto por las culturas indígenas americanas, especialmente por los incas, a los que conoció tan bien tras su larga estadía en Lima y Cuzco [58].

Visto este último punto, podemos afirmar entonces que Sarmiento de Gamboa se convirtió, por su papel de estudioso de las comunidades nativas de México y Perú, en uno de los primeros precursores de una nueva civilización sincrética, que por aquellos años recién comenzaba a nacer entre los escombros dejados atrás por la conquista europea de América, pero que con el correr de los siglos maduró y se transformó en la actual cultura latinoamericana. Con esto, quedaría asegurado ante la historia su papel de "intermediario" entre el Viejo y el Nuevo Mundo[59].

 

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[1] Las biografías más recientes sobre Sarmiento, tales como BARROS FRANCO, J. M.: Pedro Sarmiento de Gamboa, avatares de un Caballero de Galicia. Santiago (Chile): Editorial Universitaria, 2006, y ALONSO ROJO, J. M.: Pedro Sarmiento de Gamboa (Tesis de maestría). Valladolid: Universidad de Valladolid, 2015-16, mencionan esta compleja personalidad de Gamboa dentro del contexto general de su vida, pero sin profundizar en sus detalles, tal como se propondrá hacer en este trabajo de investigación.

[2] El carácter de Sarmiento como un intelectual letrado al servicio de la Corona de España es señalado por BENITES, María J.: “Pedro Sarmiento de Gamboa: brujo, historiador y poeta.” Telar: Revista del Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos (IIELA), San Miguel de Tucumán, n° 5, 2007, pp. 173-186, quien además  destaca como Gamboa dejó en toda su producción escrita, que iba desde las relaciones náuticas de sus viajes de exploración hasta la poesía y pasando en el ínterin también por los estudios históricos, claros testimonios de su particular estilo literario.

[3] Las actas de estos dos juicios fueron transcriptas y publicadas en  MEDINA, J. T.: “Sarmiento de Gamboa en la Inquisición” En: MEDINA, J. T.: Historia del Tribunal del Santo Oficio de  la Inquisición de Chile, Santiago (Chile): Imprenta Ercilla, 1890, c. XIII, pp. 309-338.

[4] Como por ejemplo,  LANDÍN CARRASCO, A.: Vida y viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa, Madrid: Instituto Histórico de Marina, 1945, c. XV.

[5] Conocimientos acerca de los quechuas que describe MORALES, E.: Sarmiento de Gamboa, un navegante español del s. XVI, Barcelona: Araluce, 1932, c. V.

[6] Acerca de las creencias compartidas por distintos sectores sociales de la Europa de los comienzos de la modernidad, que posibilitaron un intercambio recíproco entre los mismos, ver BURKE, P.: La cultura popular en la Edad Moderna, Madrid: Alianza, 1991.

[7] Sobre esta fuente y otros documentos escritos por Sarmiento, véase la completa bibliografía detallada en LUCENA GIRALDO, Manuel (1986): “Pedro Sarmiento de Gamboa: Fuentes y Bibliografía”. En Estudios de Historia Social y Económica de América, Madrid, nº 2, 1986, pp. 59-87.

[8] SARMIENTO DE GAMBOA, P.: “Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del Estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Magallanes (El Escorial, 17 de Agosto de 1580). En: ROSENBLAT, Á.: Pedro Sarmiento de Gamboa: viajes al Estrecho de Magallanes (1579-1584).  Buenos Aires: Emecé, 1950, y también otra versión de la misma obra de este navegante español del siglo XVI incluida en SARMIENTO DE GAMBOA, P.: Los viajes al Estrecho de Magallanes. SARABIA VIEJO, María. J. (editor a cargo). (El Escorial, 1580 y 1590) Madrid: Alianza, 1988.

[9] Para analizar el significado y las prácticas de la magia tanto del Viejo como del Nuevo Mundo, emplearemos las obras de CARO BAROJA, J.:  Las brujas y su mundo, Madrid: Revista de Occidente, 1961, y sobre todo la abundante bibliografía producida sobre el tema por MIRCEA ELIADE, como por ejemplo: Ocultismo, brujería y modos culturales, Buenos Aires: Marymar, 1977; El Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, México: Fondo de Cultura Económica, 1960; y Herreros y alquimistas, Madrid: Alianza, 1974.

[10] Extraeremos la metodología de Darnton y Chartier de una serie de trabajos y debates de ambos publicados en la compilación de  HOURCADE, E., GODOY, Ca. y  BOTALLA, H: Luz y contraluz de una historia antropológica, Buenos Aires: Biblos, 1995.

[11] Esta interpretación del análisis de Chartier está extraída de BURUCUA, J. E.: Corderos y Elefantes - la Sacralidad y la Risa en la Modernidad Clásica Siglos XV a XVII. Buenos Aires: Miño y Dávila, 2001.

[12] BURKE: Óp. cit.

[13] GINZBURG, C.: El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI. Barcelona: Muchnik, 1981

[14] Incluidas en MEDINA, (1890), Óp. cit., c. XIII.

[15] Véase este incidente en LANDÍN CARRASCO, Óp. cit., p. 20

[16] Entre los autores que afirman ésta posibilidad se encuentra  MORALES, Óp. cit., c. III, pp. 41-42; en tanto que  LANDÍN CARRASCO, Óp. cit., pp. 20-21,  la niega.

[17] Ver ésta acusación de la Inquisición en el acta original del juicio, transcripta en MEDINA, (1890), Óp. Cit., c. XIII, pp. 312-313.

[18] El hecho de que Sarmiento tuviese entre aquellos que lo consultaban por sus supuestos poderes mágicos y astrológicos, tanto a un representante de la elite (el conde de Nieva), y a su criada, la Payba, una mujer de los sectores populares, es un ejemplo de lo que se afirma en BURKE., Óp. cit., y C. GINZBURG, Óp. cit., acerca de la influencia recíproca y los conceptos compartidos a través de una circulación de ideas entre las culturas de distintos estratos sociales durante el siglo XVI.

[19] Véase la autorización de fray De la Cruz a Gamboa en MEDINA, (1890), Óp. cit., p. 315; MORALES, Óp. cit., pp. 49-50; y LANDÍN CARRASCO, Óp. cit., pp. 21-22.

[20] Ver los distintos testimonios contra Sarmiento en MEDINA, (1890), Óp. cit., c. XIII, pp. 316-317; MORALES, Óp. cit., p. 50; y LANDÍN CARRASCO, Óp. cit, p. 22

[21] Sobre la sentencia dada a Sarmiento, algunos de sus biógrafos opinaron, sin mucha documentación para avalarlos, que con ésta se demostró que "(…) la Inquisición no fue aquella institución brutal y salvaje que algunos pretenden". Ver esta cita textual en LANDÍN CARRASCO, Óp. cit., p. 23. También se encuentran juicios similares en RUIZ GUIÑAZÚ, E.: La tradición de América, Buenos Aires: Espasa Calpe Argentina, 1953, c. X., y en MORALES,  Óp. cit., c. IV. Historiadores más actuales han rebatido éstas afirmaciones mediante una atenta relectura de los archivos inquisitoriales, y puesto de manifiesto la crueldad inflexible del Santo Oficio y sus procedimientos poco imparciales y justos. Véase para ello LEWIN, B.: La Inquisición en Hispanoamérica: judíos, protestantes y patriotas. Buenos Aires: Paidós, 1967; y BAUDOT, G., La vida cotidiana en América Española en tiempos de Felipe II, México: Fondo de Cultura Económica, 1983, pp. 283-285.

[22] Para profundizar sobre la expedición a las Salomón, ver  PRIETO, C.: El océano Pacífico: navegantes españoles del siglo XVI, Madrid: Alianza, 1974, c. XII, pp. 100-106;  MORALES, Óp. cit., c. VI; y LANDÍN CARRASCO, Óp. cit., c. III a c. VIII, así como también en los trabajos más recientes de BARROS FRANCO, Óp. cit., y ALONSO ROJO, Óp. cit., c. II, pp. 25-40.

[23] Véase un amplio y crítico análisis de las Informaciones y la Historia de los incas de Sarmiento de Gamboa en MORALES, Óp. cit, c. VIII

[24] SARMIENTO DE GAMBOA, Pedro: Historia de los incas (Segunda parte de la Historia General llamada Índica). Madrid: Atlas, (1ª. Ed. 1572) 1965, pp. 4-5.

[25] Ver éstas nuevas acusaciones de la Inquisición a Sarmiento en MEDINA, (1890), Óp. cit, c. XIII, p. 333.

[26] La suerte de los que reincidían en los tribunales del Santo Oficio era casi siempre la ejecución en la hoguera. Véase esto en MEDINA, J. T.: Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima: 1569-1820., Santiago (Chile): Fondo Histórico y  Bibliográfico J. T. Medina, (1887) 1956, c. VI; y LEWIN, Óp. cit., c. IV

[27] Ver la defensa y sentencia final de Sarmiento en su segundo juicio en MEDINA, (1890), Óp. cit., pp. 334-336.

[28] ZAVALA, R. A.: La colonización española de la Patagonia: los sueños y las pesadillas (1570/1620), Buenos Aires: HMR SYSTEMS, 2002/3, en CD-ROM. Véase también este tema en las obras más recientes de BARROS FRANCO, Óp. cit., y ALONSO ROJO, Óp. cit., c. IV, pp. 47-62 y c. V, pp. 63-77.

[29] Ver ésta afirmación de Braun Menéndez en el prólogo que el mismo autor dedicó a la obra de ROSENBLAT, Óp. cit., p. XI.

[30] Ver  OYARZÚN IÑARRA, J.: Expediciones españolas al Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego,  Madrid: Ediciones Cultura Hispánica; AECI, 1976, c. VIL, p. 124, y ARCINIEGA, Ra.: Pedro Sarmiento de Gamboa: Ulises de América, Buenos Aires: Sudamericana, 1956, c. IV, p. 100.

[31] Esta cita de la Historia de los incas de Sarmiento, p. 21, figura en MORALES, Óp. cit., c. III, p. 39.

[32] Ver éste dato en MORALES, Óp. cit., c. V, pp. 65-68. En esta misma obra, su autor nos habla, en el c. IX, pp.116-118, de la casi increíble historia del texto original de la Historia de los incas, que estuvo perdido hasta que fue encontrado en la biblioteca de Góttingen en 1893 y publicado en 1906 en Berlín por R. Pietschmann.

[33] Según afirma, mediante la cita de fuentes primarias,  MORALES, Óp. cit., c. VI, p. 74, p. 78, p. 80 y p. 86, así se perdió la oportunidad de descubrir Australia medio siglo antes de lo que sucedió en realidad. Con esto concuerdan LANDÍN CARRASCO, Óp. cit., c. VIII, y OYARZÚN IÑARRA, Óp. cit., c. VII, p. 123

[34] Para tener más detalles acerca de la Terra Australis Incógnita, puede consultarse una bibliografía muy amplia, entre la que destacamos, como ejemplos a PARRY, J. H.: El descubrimiento del mar, Barcelona: Crítica, 1989, c. XII, pp. 337-339; y también, MOLINARI J. L.: Las expediciones marítimas a la Patagonia y el estrecho de Magallanes: Descubrimiento de la Bahía Blanca. Bahía Blanca: Junta de Estudios Históricos de Bahía Blanca, 1967, pp. 138-145.

[35] Ver éste tema bien desarrollado en ZAVALA, R.: Óp. cit.

[36] Véanse éstas observaciones en SARMIENTO DE GAMBOA, Los viajes al Estrecho de Magallanes, (1580), óp. cit., p. 39 (el problema de las brújulas) y p. 133 (la importancia de la Cruz del Sur).

[37] Ibídem, pp. 148-149

[38] Ver el problema ocasionado por la imposibilidad de medir la longitud y sus consecuencias en SOBEL, D.: Longitud, Madrid: Debate, 1997, c. 2, pp. 20-23.

[39] BURUCUA, J. E.: Sabios y marmitones, Buenos Aires: Lugar, 1993, c. III, pp. 63-70.

[40] DUVIGNAUD, J.: El sacrificio inútil. México: Fondo de Cultura Económica, 1979.

[41] Véanse para la distinción entre la brujería, como remanente de antiguas creencias precristianas de la fertilidad, y el supuesto culto al demonio que la Inquisición veía en ella y entre quienes la practicaban, a MIRCEA ELIADE, (1977), Óp. cit., c. IV y c. V.

[42] MIRCEA ELIADE, (1974), Óp. cit., capítulos 7, 8, 13, 14 y 15.

[43] Ver la sección anterior de esta investigación en curso, " Sarmiento de Gamboa ante la Inquisición ", pp. 6-8.

[44] Ver MIRCEA ELIADE, (1974), Óp. cit., c. 7, pp. 66-70

[45] Sobre la asociación de los espejos mágicos con las divinidades, véase BALTRUSAITIS, J.: Le miroir..., París: Aline Elmayan: Le Seuil , 1978, c. III, " Miroirs divins ".

[46] Véase el tema de la importancia de la " Madre Tierra " en  BAROJA, Óp. cit., c. 1.

[47] Ver éstos ejemplos en BALTRUSAITIS, Óp. cit., c. III, p. 75 (José en Egipto) y p. 72 (Zósimo de Alejandría).

[48] Ibídem, c. III, pp. 71-72, y pp.74-75.

[49] Nosotros adoptamos la misma diferencia que establece BAROJA, Óp. cit., c. 2, p. 44, entre la magia blanca, asociada a los rituales religiosos precristianos y que buscaba alterar el curso de la naturaleza para beneficiar a la comunidad, y la magia negra, que se identificaba con la hechicería, una actividad secreta, antisocial y maléfica en esencia.

[50] SARMIENTO DE GAMBOA: Historia de los incas, (1572), óp. cit., p. 57. Esta cita también la reproduce  MORALES, Óp. cit., c. V, p. 67.

[51] MIRCEA ELIADE: (1960), Óp. cit.,  c. IV, pp. 113-117, y  c. IX, pp. 257-266.

[52] Ver el tema de la " revolución galileana " y sus implicancias en BURUCUA, (1993), Óp. cit., c. VI, pp. 127-128.

[53] Véase como los sueños del Renacimiento se enriquecieron con lo que los europeos encontraron entre los aztecas y los incas, en DELAMEAU, J.: La civilización del Renacimiento, Barcelona: Juventud, 1977, c. X, pp. 363-365.

[54] Ver en DAUXOIS, Ja.: El emperador de los alquimistas, Buenos  Aires: Javier Vergara: Ediciones B., 1998, l. II, "El mago de Praga", pp. 150-158, la manera en que el adivino y aventurero italiano Hieronymus Scotus supo ganarse el favor de los poderosos de fines del s. XVI, incluido el mismo Rodolfo II, empleando, entre otros objetos mágicos, un espejo para ver en él lo que más se desease, usando una técnica muy similar a la que empleó Sarmiento de Gamboa.

[55] Ver la descripción de éste extraño fenómeno celeste, muy probablemente un espejismo acompañado de una alucinación colectiva, y la opinión que de él hizo nuestro navegante, en  SARMIENTO DE GAMBOA, Los viajes al estrecho de Magallanes, (1580), óp. cit., pp. 187-188.

[56] Véase el ejemplo que expone ARCINIEGA, Óp. cit., p. 104, en el que la repentina aparición de un cometa en 1577 sobre los cielos del Perú, es interpretada por el cronista Fray R. Lizárraga como el anuncio de la subsiguiente y exitosa incursión del corsario inglés F. Drake, acaecida al año siguiente, sobre los puertos españoles del océano Pacífico.

[57] Ver ésta opinión de Sarmiento de Gamboa en su “Memorial...sobre la manera de buques era conviviente fuesen al  estrecho de Magallanes...”, en ROSENMBLAT, Óp. cit., t. II, p. 199.

[58] Esto se puede ver, por ejemplo, en SARMIENTO DE GAMBOA: Historia de los incas…, (1572), óp. cit., p 18, donde, a pesar de una crítica general de todo el sistema político quechua, calificado por su autor  y por el  protector de este último, el virrey Toledo, como una feroz tiranía, no dejan de aparecer, con bastante reiteración, comentarios favorables del mismo Sarmiento hacia aspectos parciales de la cultura incaica, como por ejemplo el elogio hacia las acciones de algunos soberanos como Pachacuti, quien mandó pintar sobre tablones todos los hechos sucedidos en el imperio hasta su advenimiento al trono. Véanse estos datos además en MORALES, Óp. cit., c. IX, pp. 129-130.

[59] En éste sentido, el papel de Sarmiento se podría comparar, salvando las diferencias, al de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, quien debió hacer un sincretismo muy particular, para poder sobrevivir durante el transcurso de su azarosa expedición a comienzos de la década de 1530, entre las prácticas chamánicas de curación de los indígenas del norte de México y su sincera devoción católica. Ver esto en LAFAYE, J. Mesías, Cruzadas y Utopías,..., México: Fondo de Cultura Económica, 1984, c. IV, " Los milagros de Alvar Núñez cabeza de Vaca”.

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