Magíster Vitae.

La nación de Ultramar. De la leyenda negra al populismo”.

 

Esteban de Castilla.

 

Historiador y ensayista. IEHS (España).

 

 

 

"Ninguna historia podría rehacerse con elementos más originales y fidedignos que la de la América española"

(Francisco A. de Icaza, 1921)

 

 

Toda Nación es producto de una decisión política, de un momento histórico y de una construcción cultural. Este hecho historiográfico “objetivo” se demuestra en los interminables procesos de edificación nacional en los países latinoamericanos. Tras la “leyenda negra” sobre la colonización hispana, construida por las elites criollas para justificar la guerra civil en las provincias de ultramar (“la primera guerra civil hispana”), la independencia de intendencias y virreinatos, y el poder político y económico de los “hijos y nietos de los conquistadores”, el siglo XXI alumbra el desarrollo de un “populismo” a mitad de camino entre el indigenismo revanchista y el socialismo de Estado. 200 años de de luchas y debates, con chivos expiatorios diversos (el legado colonial, el atraso indígena, la intromisión norteamericana) para definir el contenido último, en sus orígenes y en sus rasgos definitorios, de la “nación de Ultramar".

 

 A lo largo de dos siglos, las elites políticas criollas y posteriormente “nacionales” fueron creando una suerte de “estereotipos nacionales”, fundados en una serie de mitos fundacionales, y difundidos a través de la educación pública y los medios de comunicación. Unos estereotipos que simplificaron los rasgos plurales de las nuevas naciones iberoamericanas, reduciendo a una dimensión razonable la multiplicidad cultural de los Estados independientes. El pasado indígena, el legado hispano y la influencia norteamericana se convertían en los pilares de la construcción nacional, bien como referente bien como lastre a superar; mientras, socialismo, liberalismo o catolicismo, a grandes rasgos, fueron algunos de los contenidos políticos valorados en la construcción del Estado nacional en Iberoamérica, sobre los restos de las viejas Monarquías ibéricas (Portugal y España).

 

Las Guerras de independencia en las antiguas colonias ibéricas en América [1808-1898] no sólo propiciaron la emancipación de las mismas y la creación de nuevas naciones independientes sobre las viejas fronteras de Virreinatos e Intendencias; también supusieron una auténtica Guerra civil entre “súbditos”, hasta ese momento, de una estructura política común. Criollos y peninsulares, juntistas y realistas, protagonizaron una “guerra entre españoles” que transcendía límites de raza o de geografía, y donde las cuestiones de poder político y económico explicaban los conflictos más allá de querellas identitarias. Pero en el curso del enfrentamiento fratricida, y el calor de la difusión del espíritu liberal-revolucionario (americano y francés), comenzaron los procesos de identificación nacional ligados al llamado “patriotismo criollo”.

 

Y como en todo proceso de construcción nacional, la creación de mitos legitimadores de las aspiraciones políticas de las nuevas elites dominantes, superaron todo criterio de veracidad y toda necesidad de coherencia doctrinal. Elites criollas de ascendencia familiar y militar hispana borraron sus orígenes o sus antiguas fidelidades, asumieron el discurso independentista de origen norteamericano, y proclamaron a las culturas prehispánicas como sus legítimos antecesores. Pero en este trasunto, asumieron las fronteras internas del sistema virreinal, mantuvieron las estructuras socioeconómicas de la Colonia, obviaron al “indígena real” en los nuevos ámbitos estatales, y asumieron el modelo de Estado-nación del Viejo Continente.

 

Por ello, en este número abordamos una de las identidades clave de las naciones nacidas de la antigua Monarquía hispana: la hispanidad. Sobre otras “definiciones fundacionales” como la criolla, la indígena (prehispánica o socialista), la latinonamericana, la indigenista, la pan-americana, la ibero-católica, la mestiza, la bolivariana, muchas de ellas yuxtapuestas en los sucesivos proyectos populistas, creemos fundamental analizar los pilares de la hoy minusvalorada Hispanidad, en sus promotores y en sus detractores, así como algunas de sus ramificaciones doctrinales. Visiones que nos permiten comprender, en su integridad histórica, los ingredientes doctrinales en los procesos de independencia de las antiguas colonias españolas, así como los rasgos ideológicos presentes en los intentos de definición nacional de esos Estados durante las dos siguientes centurias.

 

Así comenzamos ofreciendo un texto capital de Ramiro de Maeztu, promotor de la Hispanidad, y un artículo del historiador Sergio Fernández Riquelme sobre la semblanza intelectual de este pensador. Continuamos con un texto original del sacerdote novohispano Jose María Morelos, unos de los primeros adalides de la independencia mexicana, sobre los rasgos de las futuras naciones americanas. A continuación presentamos un análisis sobresaliente del historiador Pedro Carlos González Cuevas de la obra del hispanista Paul Preston. Le sigue otro texto original de Fray Servando Teresa de Mier acerca de las causas de la necesaria independencia de la América hispana. También contamos con el estudio de J.E. Armas Mena sobre la Red columnaria, proyecto de investigación científico-humanística sobre el pasado y presente de los vestigios y mentalidades de las antiguas Monarquías ibéricas. Le sigue ¡el texto original del Obispo católico español y primer ideólogo de la «Hispanidad», Zacarías de Vizcarra. El historiador Ángel David Martín Rubio nos ofrece la tercera entrega de La persecución religiosa en la España contemporánea, centrada en este caso en el periodo liberal-conservador de la Restauración. Sergio Fernández Riquelme repite con otro artículo sobre el jurista solidarista Leon Duguit, clave para comenzar a entender los límites jurídico-políticos necesarios para limitar el poder del Estado y de su partidocracia dominante. Joaquín E. Meabe nos ilustra, desdes Argentina, sobre las relaciones de este país con la "banda oriental "  (Uruguay)  a través de la obra literaria de Nelson Ferrer. Además, Esteban de Castilla nos ofrece otro falsario de la Historia, en este caso narrándonos la truculenta historia de un nombre (Juan Pujol), de una Placa (en una Biblioteca) y de una memoria histórica. Y para terminar glosamos la apasionante obra de José Javier Esparza, España Épìca, donde didáctica y verdad de unen en el relato del pasado.

 

 

La Razón Histórica, nº8 , 2009 [2-4], ISSN 1989-2659. © Instituto de Estudios históricos y sociales.

 

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